Autor/a: Observatorio Vasco del Tercer Sector Social
Nº Breve: 10/2022

El Barómetro 2021 Tercer Sector Social de Euskadi ha sido presentado en Artium (Vitoria-Gasteiz) el 15 de diciembre de 2022, en una jornada en la que ha participado la Consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, Beatriz Artolazabal, y el equipo del Observatorio.

El informe está disponible en la página web del observatorio. A través de este breve queremos invitaros a conocer la importancia del informe, y en general de los estudios diagnósticos, y adelantaros algunos datos y reflexiones que encontrareis en él.

¿Qué ofrece el Barómetro 2021 del Tercer Sector Social de Euskadi?

Los estudios y diagnósticos sobre el Tercer Sector Social constituyen un elemento fundamental para entender la identidad y características del sector, visibilizar su actividad y su contribución social, y promover su reconocimiento. Son fotografías que nos permiten conocer la situación y realidad de las organizaciones que lo componen.

A lo largo de los últimos años se han ido realizando estudios que han contribuido a ampliar ese conocimiento y a dar a conocer su realidad entre la ciudadanía y otros agentes sociales. Algunos de esos estudios han estado centrados en aspectos o subsectores concretos como el voluntariado, el ámbito de la discapacidad, la exclusión, etc. pero también, se han llevado a cabo estudios de carácter más general orientados a conocer la dimensión del sector en su conjunto y recabar información diagnóstica sobre las características de las organizaciones y su contribución social en términos cuantitativos y cualitativos.

De hecho, algunos de estos trabajos se han consolidado y constituyen hoy referencias importantes con vocación de continuidad a lo largo del tiempo, como el Barómetro o el Libro Blanco del Tercer Sector Social de Euskadi. Se trata de estudios que en buena medida contribuyen a promover una identidad compartida entre las propias organizaciones del sector y que periódicamente facilitan datos para observar la evolución del sector al incluir datos de referencias temporales distintas y posibilitando un análisis cronológico.

Por todo ello, los estudios diagnósticos juegan un papel significativo en la provisión de conocimiento de cara a identificar estrategias de promoción y reconocimiento del papel de las organizaciones que forman el sector en toda su diversidad. Por eso, la Estrategia de Promoción del Tercer Sector Social de Euskadi[1], que  consolida en la práctica el actual marco normativo, subraya en su actuación 33 la importancia de contar con información actualizada y determina que “la disponibilidad de datos sistemáticos y periódicos sobre el sector, sus características y su contribución, constituye una base fundamental para el diagnóstico, la planificación y la evaluación, y ha contribuido y contribuirá a la estructuración del sector, a la identificación de las organizaciones con el mismo y a su reconocimiento”. Por ello, la estrategia establece un ciclo periódico de investigación y evaluación, que incluye un informe bienal (barómetro) y un informe cuatrienal (libro blanco) que integra el informe bienal correspondiente.

Tanto el Barómetro como el Libro Blanco son informes que recogen información periódica y relevante sobre las organizaciones y la actividad del Tercer Sector Social de Euskadi (en adelante, TSSE); dan a conocer su diversidad y su contribución social; y establecen orientaciones para su promoción y desarrollo.

En concreto, el informe del Barómetro 2021 del TSSE es un informe ágil, manejable y sintético, que ofrece información sobre el Tercer Sector Social: su identidad, su actividad, las personas que lo integran, los recursos económicos con los que cuenta, las herramientas de gestión que maneja y las relacionas externas e internas que mantiene. En esta edición en particular aporta una fotografía de la situación de las organizaciones y sus personas destinatarias tras un año de pandemia.

Además, el informe incluye un capítulo especial sobre el impacto de la pandemia del Covid-19 en el TSSE. Este estudio sigue al que se realizó en abril del 2020 (“El impacto del covid-19 en las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi”[2]), un año después (entre mayo y junio del 2021), añadiendo algunos ítems al análisis anterior. Así permite comparar la situación de las organizaciones y el impacto de la pandemia.

La realización de estos informes no sería posible sin la colaboración desinteresada de las organizaciones del TSSE. A todas ellas, y en especial a las 370 que rellenaron el cuestionario del Barómetro 2021, les queremos agradecer su participación. Los datos que nos aportan, las reflexiones que comparten y el tiempo que dedican a participar en los distintos espacios que les proponemos desde el Observatorio son lo que permiten que podamos hacer nuestros trabajos de investigación, de promoción y de información. Son el elemento fundamental de los estudios diagnósticos que, como el Barómetro 2021, realizamos con vocación de generar y difundir conocimiento sobre el TSSE para, con ello, visibilizar su contribución a la transformación social.

Algunos datos importantes

Las organizaciones que componen el TSSE surgen de la libre iniciativa ciudadana, canalizan la solidaridad organizada y la participación de la ciudadanía en general y, en particular, de personas, familias, grupos o comunidades afectadas por una situación, problema o necesidad de carácter social. En el desarrollo de su actividad, combinan la respuesta a las necesidades sociales a través de servicios, con la incidencia social, realizando mediante su actividad una contribución social fundamental.

Entre los últimos años, el TSSE ha seguido renovándose; 290 organizaciones nuevas en los últimos dos años y 115 de baja o inactivas dejan un saldo de 179 organizaciones más respecto a 2019, y una tasa de organizaciones por población ligeramente superior. Actualmente El TSSE está formado por 4.117 organizaciones, con 39.916 personas empleadas y 160.493 personas voluntarias. Estas organizaciones son mayoritariamente asociaciones, un 5,3% son fundaciones y el 4,1% restante tiene otra figura jurídica. El 98% son organizaciones de base, y el 2,1% son redes o redes de redes.

Las grandes cifras estimadas también apuntan a un crecimiento en el volumen total de personas remuneradas y voluntarias del TSSE. Aunque el volumen económico del TSSE ha decrecido en comparación con 2019, aumenta ligeramente el porcentaje de contribución al PIB. En 2020 gestionaron un volumen económico de 1.712 millones de euros, el 2,4% del PIB vasco.

En el TSSE conviven organizaciones con distinto recorrido. El 35,5% de organizaciones del sector tiene 20 años o más de trayectoria (en torno al 1,1% tiene de recorrido 50 años o más). Las organizaciones más jóvenes de menos de 5 años de recorrido representan el 17,3%.

También conviven organizaciones de distintos ámbitos de actuación. El 58,2% de las organizaciones indican que desarrollan al menos parte de su actividad en el ámbito social transversal y algo más de la mitad de las entidades del sector (53,4%) dice trabajar en el ámbito de los servicios sociales.

En torno a 2 de cada 10 de organizaciones del TSSE atiende a personas en situación o riesgo de exclusión, el 14,3% a personas con discapacidad, un 7,8% a personas en situación de desprotección y, por último, un 2,9 % a personas en situación o riesgo de dependencia. La actividad del resto, 55,7% de las organizaciones, tiene como destinatarias principales a personas que enfrentan otras situaciones de vulnerabilidad o desigualdad, etc.

La mayor parte de las organizaciones del TSSE (el 83,5 %) compagina la provisión de servicios con otras funciones sociales vinculadas con la sensibilización y la defensa de derechos. Más de la mitad de las organizaciones consultadas provee servicios de ocio y tiempo libre (51,8%) o de formación y educación (51,3%). Una amplia mayoría de las entidades lleva a cabo acciones de sensibilización (77,3 %) y 6 de cada 10 organizaciones realizan promoción del voluntariado, la ayuda mutua, la participación social y el asociacionismo.

El 56,5% de las organizaciones cuenta con personas remuneradas en sus equipos de trabajo, y el 43,5% está compuesto íntegramente por personas voluntarias. En un 89,1% de las organizaciones el voluntariado tiene una presencia muy significativa (la mitad o más de las personas de la organización). Otro elemento significativo es que en los últimos años ha crecido el porcentaje de mujeres tanto entre las personas voluntarias como entre las personas remuneradas.

El 80,1%de las organizaciones del TSSE son organizaciones de pequeño o mediano tamaño, con un volumen de ingresos inferior a 300.000€. Es decir, solo en torno a 2 de cada 10 organizaciones son grandes o muy grandes, con ingresos por encima de esa cifra. El 54,1% de los ingresos de las organizaciones provienen de fuentes de financiación pública y el 45,9% de financiación privada.

La relación de las organizaciones del sector es especialmente estrecha con los ayuntamientos. Un 78,2% de organizaciones dice tener bastante o mucha relación con la administración a nivel municipal, un 58,7% con las diputaciones forales y un 47,8% con Gobierno Vasco. También se mantienen lazos con los movimientos sociales (el 65,3% de las entidades consultadas dice tener bastante o mucha relación con ellos) y con las universidades (el 39%).

Por último, más de 6 de cada 10 organizaciones pertenecen a una organización o iniciativa de segundo nivel (redes, federaciones, agrupaciones, plataformas…) lo cual da cuenta de la existencia de relación entre organizaciones afines, que comparten espacios de reflexión e información.

Algunos retos y reflexiones tras el impacto de la pandemia

Los principales retos de sector que identifican las organizaciones para los próximos años están atravesados tanto por cambios (sociales, económicos, políticos…) de carácter general, como por el impacto de la pandemia del Covid-19. Ese impacto es de hecho es visible en los principales datos de las organizaciones, aunque se intuye que será más notable en los próximos años.

La sostenibilidad, tanto económica como social, de las organizaciones sigue siendo un reto fundamental. En su dimensión económica, se siguen mencionando la diversificación de las fuentes de financiación y la estabilidad económica para poder garantizar la viabilidad y el desarrollo de la actividad de las organizaciones. En su dimensión social, se apuesta por seguir ofreciendo espacios de participación que afiancen la base social de las organizaciones, poniendo especial atención en el cuidado de las personas voluntarias, que tan afectada han visto su participación durante la pandemia. También es ampliamente compartido el reto de mantener las plantillas laborales de las organizaciones e incluso poder contar con nuevas personas profesionales para responder a las nuevas necesidades que van surgiendo. Entre las personas remuneradas también se destacan los retos de atender a los riesgos psicosociales que ha generado el impacto de la pandemia o la formación a los equipos de trabajo de intervención que tenga en cuenta dicho impacto.

Se apuesta asimismo por el fortalecimiento de las relaciones tanto internas como externas. En relación con las primeras, avanzar en los procesos de estructuración del TSSE sigue siendo un horizonte fundamental, afianzando la posición de las redes, por un lado, y vertebrando a cada vez más organizaciones en esas redes. También se apuesta por generar espacios de colaboración y cooperación entre organizaciones, en los que compartir aprendizajes, generar alianzas e incluso emprender proyectos colaborativos. Se apunta el reto de identificar sinergias con otras organizaciones y reforzar las colaboraciones para poder trabajar conjuntamente en la respuesta a necesidades, así como la búsqueda de más y diversas relaciones con otros agentes públicos y privados. Para ello, parece fundamental afianzar el posicionamiento social del TSSE, como agente social y como interlocutor fundamental, tanto con la administración pública como con otros agentes.

También se destaca seguir avanzando en ese posicionamiento visibilizando los resultados de su actividad, el valor añadido de la misma y el impacto social que genera, principalmente en términos de cohesión social y de protección de los derechos de las personas más vulnerables.

El impacto de la pandemia en las personas destinatarias de las organizaciones del TSSE ha puesto de manifiesto la existencia de problemáticas relacionadas con “lo perdido” por el impacto de la pandemia y la aparición de problemáticas nuevas surgidas a raíz de la misma o que estaban latentes y han aflorado.

Ante la cambiante realidad social, parece fundamental seguir avanzando en la búsqueda de respuestas a las nuevas necesidades sociales que van surgiendo, entre ellas las que la pandemia ha puesto sobre la mesa y aquellas relacionadas con la transición social y demográfica o el reto demográfico (envejecimiento, emancipación, natalidad, etc.). Esto abre el reto de poder responder a esas necesidades, adecuando o generando servicios y programas u ofreciendo una atención más individualizada que pueda responder más específicamente a las diversas situaciones. Al respecto, también se apunta la necesidad de mejorar la capacidad de análisis de la realidad social, que permita ir identificando necesidades y ofreciendo respuestas.

La transformación digital y la innovación social se han evidenciado como ejes importantes del fortalecimiento de las organizaciones. La transformación digital ha sido un reto prioritario durante la pandemia, no sólo en términos de disponibilidad de equipos y herramientas o competencias digitales, sino sobre todo para incorporar herramientas tecnológicas en actividades y servicios dirigidas a las personas destinatarias. En este sentido, se apunta avanzar en la creación de redes de innovación y en procesos de digitalización, en el marco de la transición digital, como desafíos importantes. También las organizaciones apuntan el reto de la adaptabilidad y la flexibilidad para poder adecuarse a nuevas y cambiantes situaciones y a la gestión de la incertidumbre.

Asimismo, se identifica la importancia de garantizar otros aspectos del fortalecimiento de las organizaciones (en términos de puestos de trabajo, de estabilidad de los mismos, etc.) y de mantener las señas de identidad del TSSE y el valor único de su actividad, tanto en el ámbito de la provisión de servicios como en el de la incidencia social, la participación y la promoción del reconocimiento y ejercicio efectivo de los derechos.

[1] GOBIERNO VASCO (2018). Estrategia de promoción del Tercer Sector Social de Euskadi. Plan de legislatura 2018-2020. Recuperado de: https://www.euskadi.eus/contenidos/plan_departamental/24_plandep_xileg/es_def/adjuntos/Estrategia%20promoci%C3%B3n%20tercer%20sector%20-%20Plan%20de%20la%20Legislatura%20CAST.pdf

[2] El informe realizado por el Observatorio Vasco del Tercer Sector Social respondía a una iniciativa de la Mesa de Diálogo Civil de Euskadi, el Departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco y Sareen Sarea para conocer el impacto de la crisis del Covid-19 en las organizaciones del TSSE, y en especial, en sus personas destinatarias. El informe está disponible en:  https://3seuskadi.eus/wp-content/uploads/Informe_COVID_19.pdf