Nº Breve: 07/2021
En mayo del año pasado presentamos desde el Observatorio Vasco del Tercer Sector Social la investigación “El impacto del Covid-19 en las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi 2020”. La investigación surgió como iniciativa de la Mesa de Diálogo Civil de Euskadi, el Departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco y Sareen Sarea para conocer el impacto de la crisis del Covid-19 en las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi.
A través de esta investigación, y como también se ha reflejado en otros relatos o estudios que hemos podido identificar a nivel estatal o europeo, pudimos constatar la relevante presencia del Tercer Sector Social en una coyuntura especialmente compleja.
Una realidad marcada por los problemas derivados del confinamiento (problemas psicológicos sobrevenidos o agravados, desatención, pérdida de referentes…) o asociados con la brecha digital, la falta de recursos económicos, la soledad no deseada… a la que hemos tratado de responder con todas nuestras fuerzas.
Hemos sido en muchas ocasiones servicios esenciales en la atención de personas y colectivos cuyas vidas se han visto sensiblemente afectadas, por el impacto económico y social de la pandemia y, de una manera especial, durante el tiempo de confinamiento.
Un tiempo de mucho trabajo y entrega, en una situación en que las necesidades han aumentado y se han complejizado, teniendo que responder a contextos y realidades que han demandado de nosotras y nuestras organizaciones una gran labor de flexibilidad y adaptación, desde una perspectiva cualitativa, y una dedicación y esfuerzo extraordinarios.
La respuesta a situaciones de emergencia social desconocidas, la adaptación a los protocolos sanitarios, el mantener las relaciones desde marcos digitales, la modificación y reorientación actividades o servicios, la cancelación de algunas y sobreesfuerzos en otras. Y, en algunas ocasiones, incluso el trabajo con nuevos colectivos de intervención.
También a nivel interno, el ajuste a los cambios y dificultades en relación con la gestión de nuestras organizaciones, equipos de trabajo o personas voluntarias son sólo algunas de las situaciones con las que hemos tenido y aún hoy tenemos que lidiar.
En este contexto destacamos la importancia de nuestro papel de análisis de la realidad y detección de necesidades, desde la proximidad a las personas, así como de incidencia, sensibilización o denuncia en relación con situaciones especialmente delicadas y necesidades que pudimos visibilizar y comunicar a la sociedad y las instituciones.
Y, también, allí donde se ha dado, la relevancia de cooperación con las administraciones públicas a fin de aunar esfuerzos para ser más eficaces en la respuesta a las necesidades.
En Euskadi, esta relación de cooperación, cristalizó, entre otras iniciativas, en la creación de la comisión de exclusión de la Mesa de Diálogo Civil de Euskadi y del Fondo COVID Inor atzean utzi gabe, diseñado por la comisión y desplegado en 2020 y 2021 desde la cooperación público-social y el trabajo en red de las organizaciones. El fondo está permitiendo responder a necesidades asociadas a diversas situaciones derivadas o agravadas por el Covid-19, durante la etapa de confinamiento domiciliario y tras ella, tales como el acceso a alimentos y otros productos de primera necesidad, el refuerzo educativo extraescolar (niños, niñas y familias con brecha digital) o la elaboración del duelo por la pérdida de familiares sin poder despedirse.
En definitiva, afrontamos una realidad que ha marcado la sociedad, y el sector como parte de ella y a su servicio, de una manera radical y con un impacto a corto, pero también a medio y largo plazo que aún desconocemos tras más de un año de pandemia.
Superados más de 12 meses de pandemia, y con la experiencia y conocimiento acumulados, propusimos una jornada webinar en la que volver a juntarnos para reflexionar sobre qué ha cambiado desde aquellos primeros estudios en los que identificamos cuál estaba siendo el impacto de la crisis en las personas destinatarias, en los servicios o actividades y en las personas, los recursos o la gestión de las propias organizaciones y redes.
La jornada la celebramos el pasado 24 de Mayo de 2021 y contó con la presencia de Francina Alsina, Presidenta de la Taula del Tercer Sector de Catalunya, Luciano Poyato, Presidente de la Plataforma del Tercer Sector, y Borja Doval, Presidente de Sareen Sarea.
Durante la misma desarrollamos un coloquio en torno a las siguientes cuestiones.
¿Cuál ha sido el papel que hemos jugado como tercer sector social en el marco de la pandemia?
Borja reseñaba que, de alguna manera en este tiempo nos hemos encontrado entre lo ordinario y lo extraordinario. Lo ordinario en el sentido de que hemos seguido realizando nuestra tarea y nuestro propósito social, evidentemente en una coyuntura extraordinaria, dado que las condiciones han sido extraordinarias. Así Luciano destacaba también cómo en este tiempo tan complejo no nos hemos olvidado de dónde venimos, de reconocernos como entidades de personas que trabajamos para personas. Hemos sido servicios esenciales mientras realizábamos la misma labor, nuestra labor ordinaria en condiciones absolutamente extraordinarias.
En el mismo sentido Francina apuntaba cómo hemos sido un servicio esencial, llegando en ocasiones donde las administraciones no han llegado. Así, en Cataluña durante pandemia las organizaciones del sector han atendido a más de 800000 personas solo para necesidades básicas, se han duplicado las ayudas para alimentación y triplicado las de vivienda, atendiendo a personas, un 30 % de las cuales nunca habían tenido contacto con las entidades o los sistemas de atención social.
Ambos (Borja y Francina) destacaron la gran capacidad de adaptación. Actuando incluso cuando no había condiciones para actuar, de una manera rápida y adaptada. Demostrando una gran capacidad de reacción, reinventándonos en un contexto en el que han cambiado constantemente las condiciones, normativas y ordenanzas. Trabajado y acomodando constantemente nuestra actividad a un marco regulador cambiante.
Frente a esta coyuntura tan compleja desde el sector no se ha cerrado la persiana. Y eso ha sido un valor frente a otros servicios o actividades. Hemos formado parte de los servicios esenciales en muchos ámbitos de actividad mientras que en otros hemos tenido que adaptarnos vinculando la actividad hacia entornos telemáticos y no presenciales pero manteniendo el acompañamiento y la atención.
Luciano reseñaba también el papel que han jugado las redes en diversos ámbitos como espacio de encuentro, escucha y propuesta. Desarrollando una gran capacidad para mantener y devolver la calma frente a situaciones muy difíciles, en ámbitos muy concretos, con demandas sectoriales ante las que responder y aconsejar, trasmitiendo demandas transversales en continuo dialogo, y en no pocas ocasiones enfrentamiento, con el gobierno central.
El aprendizaje en este sentido ha consistido en desempeñar un liderazgo compartido, una escucha sectorial, y una capacidad de armar propuestas concretas para solventar necesidades acuciantes, como se pudo ver en relación a las EPIS en un primer momento de la pandemia, y posteriormente en la concreción de un gran número de propuestas que fueron realizadas desde una mirada transversal de sector.
¿Cómo nos ha cambiado esta pandemia en relación con nuestros servicios, actividad, labor de incidencia, sensibilización y en relación con la gestión de nuestras propias organizaciones y redes?
El primer elemento que apunta Francina es el entender cómo la situación de pandemia ha venido a agravar una situación que ya existía. Una situación de pobreza, desigualdad que se ha agravado y ante la que vamos a tener que trabajar durante los próximos años para mitigar sus consecuencias.
En este sentido insiste en que, si bien desde el Tercer Sector Social hemos reorientado la acción a corto plazo para atender a la urgencia, necesitamos planificar a medio y largo plazo ya que intuye que el empeoramiento social será notable. Estando aún bajo cierto paraguas social que es posible decaiga con el pasar de la urgencia.
Otra de las cosas que apunta Francina es que la situación de emergencia ha supuesto, en algunas ocasiones, el volver a un modelo de atención asistencialista que ya habíamos superado, obligando a centrarnos en las coberturas más básicas. En este punto es importante no perder de vista los modelos de empoderamiento, de atención comunitaria, de atención centrada en la persona… como referencia para la acción social que queremos desarrollar desde las organizaciones.
Otro punto es la importancia que ha tenido el fomento de alianzas estratégicas con otros agentes, no solo con las administraciones, y el reforzar el trabajo conjunto entre las organizaciones. La situación ha sido tan compleja que ha supuesto un reto que trasciende con mucho la capacidad, tanto de las entidades, como del resto de los agentes por sí solos.
En cuanto a la sensibilización, Francina destacaba cómo tenemos que seguir fomentando la visibilización del sector. Y es que en estos tiempos no ha habido tanto reconocimiento al Tercer Sector Social a pesar de todos los esfuerzos que ha dedicado, sobre todo en comparación con otros sectores de atención/actividad.
Por su parte, Luciano apuntaba en relación con esta coyuntura, la gran labor que se ha desarrollado desde el papel de interlocución de las redes, al más alto nivel. En este sentido destaca la importancia del recorrido desarrollado como sector en relación con su propia estructuración, lo que ha permitido que esta labor de interlocución se transversalice y no se “diluya” en una suerte de demandas sectoriales.
Se destaca por ello la importancia del trabajo de coordinación intrasectorial que se ha realizado durante este tiempo a través de encuentros constantes, semanales de un grupo de entidades y redes relevantes a nivel nacional, que ha permitido elaborar un gran número de propuestas concretas, generando espacios de encuentro con otros agentes y reuniones a alto nivel, consolidando una posición clara frente a las instituciones públicas. Se debe acentuar la gran capacidad de reacción frente a este escenario en el que se constata como cambio el haber afrontado la coyuntura de una manera estructurada y coordinada.
Destacar también la importancia de la conexión territorial a nivel de Tercer Sector Social. Se han desarrollado reuniones cada 15 días y a veces semanales en las que también se ha incorporado a la Taula del Tercer Sector y a Sareen Sarea, además de a las diferentes redes territoriales vinculadas a la red estatal. El tiempo de pandemia ha servido en este sentido para consolidar la articulación del tercer sector a este nivel. Hemos aprendido de otros territorios, hemos compartido y hemos construido propuestas comunes.
Por su parte Borja resaltaba cómo la coyuntura de pandemia ha evidenciado “las cosas que están funcionando y las que no.” En la gestión, los servicios y todo lo que ha tenido que ver con los espacios de coordinación de los sistemas se ha evidenciado con mucha claridad lo que estaba “engrasado”. Las estructuras de coordinación interna del sector han dado la talla de manera muy destacada. Reuniones extraordinarias mantenidas a lo largo del tiempo para poder gestionar esta situación extraordinaria y a todos los niveles: en las organizaciones, en las redes,… Ha habido mucha presencia, adaptación y una gran dedicación de la que podemos estar orgullosas.
En cuanto a la visibilización, coincide con Francina en que no hemos sabido explicarlo y contarlo suficientemente bien. En este ámbito nos falta un recorrido a la hora de ser un sector conocido, no solo reconocido. Un ejemplo de esta falta de reconocimiento ha sido el ver cómo no se nombró al sector explícitamente en algunos de los Decretos elaborados durante el estado de alarma, siendo agentes que en muchas de sus labores hemos desarrollado servicios esenciales.
Coincide también con Luciano en que la pandemia ha puesto de relevancia los espacios de coordinación a nivel de sector. Todas las organizaciones hemos necesitado de estas estructuras que han sido aglutinador de intereses, espacio de consulta, facilitador de estrategias y espacios de propuesta constante. La situación ha evidenciado que como organizaciones aisladas no podemos responder a coyunturas tan complejas.
¿Qué hemos aprendido en relación con la incidencia social y en la labor de interlocución con las administraciones públicas?
En primer lugar Luciano propone diferenciar entre incidencia social e incidencia política. En relación con la incidencia política ha habido un posicionamiento claro en relación con otros agentes, sobre todo en la interlocución con los poderes públicos.
También se ha avanzado en la relación con otros agentes sociales. Uno de los elementos más reseñables en este ámbito ha sido el acercamiento con el ámbito sindical, en concreto con UGT y Comisiones Obreras. También con la patronal con la que se han realizado contrastes y algunas alianzas, como por ejemplo vinculada a los fondos next generation.
A nivel interno es importante destacar el avance en la capacidad para articular y formular propuestas concretas, más allá de los grandes discursos.
Borja por su parte destaca que nos ha faltado, más si cabe, presencia a nivel social. Y es que si bien somos, según los datos, una realidad muy presente en la sociedad, no somos tan visibles en los medios, en las políticas,… como se ha podido evidenciar durante la pandemia.
Por otra parte también el tiempo de pandemia ha servido para enfatizar la importancia de los espacios de interlocución. Durante esta coyuntura se ha notado dónde había un diálogo civil más desarrollado y dónde no. Donde había una relación fluida ha funcionado este papel de interlocución y donde no, evidencia espacios qué es necesario engrasar. Ese sería el aprendizaje.
En este sentido desde Sareen Sarea se quiere poner en valor el espacio interlocución con parte de la Administración, reconociendo el diálogo desarrollado con algunos departamentos de Gobierno Vasco, de manera semanal, que ha permitido llevar a la práctica respuestas y soluciones concretas y prácticas, a nivel de decretos, de creación de servicios, de dotación económica…
Otro de los aprendizajes en relación con estos espacios tiene que ver con el propio papel desarrollado desde el sector, en el sentido de “perder el miedo a ocupar determinadas sillas, a decir determinadas cosas”. Y es que a veces es más el temor que se tiene desde las organizaciones y redes al impacto o a la reacción que otros agentes sociales puedan tener ante un posicionamiento claro o contundente, que las consecuencias cuando se ejerce tal rol y/o posicionamiento
Finalmente Francina destacaba la confirmación del tercer sector como agente indispensable dentro del sistema de protección social. Las administraciones nos han necesitado por la rapidez y flexibilidad con la que nos hemos adaptado a las situaciones de emergencia, así como por los conocimientos que tenemos a la hora de atender y acompañar las personas.
También en Cataluña ha habido una mayor colaboración con las Administraciones formando parte de algunos de los espacios de diseño de políticas sociales en la respuesta a la crisis social derivada de la situación pandémica, trabajando, entre otros, con la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona o el síndic de greuges.
A pesar de los avances en este sentido, sin embargo, Francina aseguraba que las administraciones continúan considerando al sector más como un agente proveedor de servicios, que como un actor a tratar de igual a igual. Por este motivo, desde Cataluña, considera necesario impulsar una ley del tercer sector que permita un mejor posicionamiento y sobre todo un mayor reconocimiento desde el papel que desarrolla el sector como servicio público. Un posicionamiento que permita al sector ser un interlocutor reconocido por la Administración, desde un rol más igualitario que permita a su vez consolidarse como agente relevante en el diseño de las políticas sociales. “Tanto por nuestra experiencia como por nuestro conocimiento creemos que tenemos tener un papel relevante en este sentido”. También reclamaba una mayor estabilidad jurídica y económica que repercuta en una mejora en la sostenibilidad que en ocasiones es precaria, no solo para las organizaciones sino, sobre todo, para los servicios y las personas a las que atendemos desde el sector.
A nivel de administraciones locales refería que se ha desarrollado también mucho trabajo de colaboración aunque destacaba que es cada vez más necesaria una mejor articulación con este nivel tan relevante para el sector por su carácter de proximidad y repercusión a nivel comunitario.
Finalmente Francina detallaba la necesidad de seguir profundizando en la colaboración y coordinación entre las diferentes redes transversales del sector, vinculado no solo a los diferentes ámbitos, sino también a los diferentes tamaños de redes y organizaciones.
¿Qué retos tenemos por delante como tercer sector social?
Desde Sareen Sarea, Borja señalaba como uno de los primeros retos la necesidad de pensar con perspectiva de futuro, asentando la estructura de los sistemas y los espacios de coordinación y de interlocución con la administración y con otros agentes. Asentar el Sistema de Servicios Sociales, el sistema de cuidados, el sistema de protección, entendiendo que no se puede entender ninguno de estos sistemas sin tener en cuenta al Tercer Sector Social. Para ello es necesario, relata, que el sector esté representado en esos espacios de planificación y diseño más allá de estar en los espacios de desarrollo, de gestión y de evaluación, como también refería anteriormente Francina.
Coincidía también en el análisis con Francina al destacar la necesidad de fortalecer la sostenibilidad económica de las organizaciones del sector, su estructura financiera, sobre todo en las organizaciones y redes de pequeño tamaño. Fomentar una mejora en el soporte económico de las organizaciones que nos ayude también así a fortalecer no solo a las organizaciones, sino sobre todo los recursos y acciones que se están prestando y los propios sistemas de atención.
Por su parte Francina proponía como reto fundamental para el sector el garantizar los derechos sociales constituyéndonos en referentes clave para su defensa.
Asimismo, Francina apuntaba que otros retos del sector pasan por: Otros retos para el sector:
- Fomentar la innovación constante y la mejora en los servicios y modelos de atención, avanzando con propuestas que sigan superando la perspectiva asistencial; buscando un enfoque transversal de los programas a partir de una atención integral a las personas en su globalidad sociosanitaria.
- Dotar al Tercer Sector Social en Cataluña de una ley y un plan estratégico del tercer sector participado de todos los agentes.
- Fortalecer la perspectiva ética de la acción social especialmente en el ámbito de las personas mayores.
- Dar reconocimiento, presencia y visibilidad al Tercer Sector Social en los medios de comunicación y la sociedad en general.
A nivel de organización planteaba como retos:
- Repensar los modelos de organización fomentando su transformación hace modelos más ágiles y eficientes.
- Mejorar en el aspecto evaluativo de manera permanente que nos ayude también a mejorar los servicios y acciones.
- Adaptar y flexibilizar las intervenciones para responder a un contexto como el actual de pandemia.
- Democratizar las organizaciones, desde un mayor ejercicio de transparencia, rendición de cuentas y participación de los diferentes grupos de interés, incluyendo a las personas destinatarias.
- Velar por la igualdad de género.
Finalmente en relación con las alianzas del sector proponía como retos:
- Seguir avanzando en la creación de alianzas con las Administraciones Públicas y con las empresas.
- Fortalecer las organizaciones de pequeño tamaño a través del trabajo en red. Dándole un enfoque territorial al trabajo en red, dentro del propio sector y en relación con otros agentes, para poder avanzar en la generación de redes de colaboración comunitaria.
Como aportación final Luciano, desde su papel como presidente de la Plataforma del tercer Sector de España relataba cómo, durante el tiempo de pandemia, tenía la impresión de que ha habido personas que se han acercado más al movimiento vecinal, que al propio tercer sector social. En este sentido planteaba como reto la colaboración con ese tipo de iniciativas de ámbito más territorial y comunitario. Revisando también hasta qué punto las organizaciones del sector están abiertas a este tipo de colaboraciones puntuales cercanas como las que ha posibilitado el movimiento vecinal.
Otro reto que señalaba Luciano apuntaba al fortalecimiento de la capacidad de innovación y experimentación del sector, fomentando la creación de laboratorios de experiencia capaces de generar incidencia, impacto y de influir en las políticas públicas.
Por otro lado refería también la necesidad de ajustar la visión del sector y de las organizaciones desde una perspectiva más a medio y largo plazo, aún a sabiendas de que la coyuntura actual exige una mirada muy centrada en el corto plazo. En este sentido volvía a referirse a los fondos next generation como una oportunidad y como un ejemplo para avanzar en el fomento de una nueva redistribución del PIB en la que el tercer sector tenga un papel referente. En este punto destaca la importancia de la descentralización de estos fondos para fomentar un diseño más adaptado a cada territorio y con presencia desde el sector.
Finalizamos la jornada con la participación de las personas asistentes, que nos lanzaron algunas preguntas relacionadas con el tema.
En el siguiente enlace os compartimos el desarrollo íntegro de la jornada.