
Nº Breve: 2/2025
El año pasado publicamos un breve sobre la participación del Tercer Sector Social de Euskadi (TSSE) en la gobernanza pública de la CAE a través de su aportación en foros y organismos (mesas, comisiones, consejos…) impulsados por la administración autonómica y foral para el diseño, seguimiento y evaluación de diferentes políticas públicas. El objetivo de aquel breve era evidenciar el rol político que juega el TSSE y dimensionar la colaboración público-social a través de estos foros y organismos. El breve tenía un carácter general y no entraba a mostrar cómo se produce concretamente esa colaboración. Por eso, en esta ocasión, nos ha parecido relevante hacer ese ejercicio, es decir, ofrecer con cierto grado de detalle los procesos y las implicaciones de la colaboración en el plano político entre organizaciones y redes del TSSE y administraciones públicas centrándonos en un caso concreto: el Consejo de Personas Mayores de Bizkaia / Bizkaiko Adinekoen Kontseilua (CPMB/BAK). Para ello, hemos contado con Manuel Merino, un histórico del sector (exdirector de Cáritas Bizkaia, exdirector de la Fundación Aspaldiko, expresidente de Lares Euskadi, premio Sareen Saria 2019), que ahora sigue poniendo a disposición su experiencia en la presidencia del Consejo de Personas Mayores de Bizkaia y que ha escrito este breve.
Desde el punto de vista del colectivo de personas mayores, el presente breve entronca asimismo con actividades y productos anteriores impulsadas por el Observatorio, como la jornada “Personas mayores y participación social”, o el breve que publicamos hace un par de años sobre personas mayores en el Tercer Sector Social.
Introducción
Las personas de 65 años o más suponen en Bizkaia casi la cuarta parte, el 23,4% de la población total (23% en la CAE)[1]. Se estima que en torno al 80% de las personas mayores de 65 años no sufren dependencia en alguno de los grados -leve, moderado, grave- reconocidos según el Baremo de Valoración de la Dependencia (BVD). La esperanza de vida de las personas mayores se sitúa en Euskadi por encima de los 80 años (81,2 en hombres y 86,6 en mujeres)[2].
En tal aproximado escenario parece coherente preguntarse:
- ¿Está en condiciones o simplemente es razonable y hasta ético que una comunidad pueda considerar población amortizada -o ella misma se considere tal- a casi una cuarta parte de sus integrantes, prescindiendo u orillando su potencial de valores, experiencia y aporte, para el empeño de construirse como sociedad sobre bases de convivencia, de cohesión y de solidaridad?
- En el ámbito de la acción política institucional, ¿debe esta población mayor ser entendida como destinataria, receptores de dicha acción, -pensiones, ayudas, servicios…, objeto de preocupación si dependientes, objeto de interés en cuanto votantes -, o más bien procede considerarlos, reconocerlos e incorporarlos, y promover que se incorporen, como un importante activo social, como sujetos activos, participantes de y en esa misma acción política institucional?
- ¿Las personas mayores, están/estamos dispuestos a plantearnos que, más allá de nuestra vida laboral –formal, o informal en tanto casos- existen todavía dimensiones de nuestra persona en cuyo desarrollo empeñarnos, espacios y situaciones de y en nuestra comunidad que conducir a la mejora, experiencia y sabiduría que compartir, aportaciones que hacer, no dando por conclusa nuestra historia personal de esfuerzo y aporte, sino iniciando una nueva, distinta, más reposada pero quizá incluso más resuelta? ¿O procede dedicarse, como en el hall de una estación término, a pensar qué puede y debe hacer la sociedad por nosotros y nosotras, los mayores, y no lo que, como en el inicio de un nuevo tramo del viaje, podemos todavía hacer por ella, por los otros, por nuestro nosotros ancho y solidario, por nuestra comunidad?
Las respuestas a las tres cuestiones antedichas, así o de otras mil maneras formuladas, apuntan al proyecto de sociedad que pretendamos construir, inclusiva o excluyente en razón de la edad, consolidando o superando edadismos estructurales.
Una respuesta se está dando dentro mismo de la sociedad, donde muchas personas mayores se organizan y participan en asociaciones que, mucho más allá de servir como mero envejecimiento activo, están comprometidas en causas sociales y de apoyo a personas, considerándose y resultando así sujetos activos en la mejora de su comunidad y en el apoyo a la mejora de las condiciones de vida de las personas; o reclamando no solo consideración, sino espacios de presencia en ámbitos donde se deciden los horizontes y propuestas para la sociedad. Se trata de mayores que abren su merecido tiempo de confort para implicarse en su propio desarrollo que consideran inacabado, muy distinguidamente a la trasmisión de sus valores y al ejercicio de sus potencialidades, en el apoyo a su familia, a personas y sectores vulnerables, en su barrio, en su comunidad.
También existen respuestas –algunas-, a esas preguntas, desde las Instituciones –algunas-, en administraciones públicas diversas –en algunas-, municipios, diputaciones etc. Son avances –algunos– que se orientan hacia un modelo de gobernanza que modifique la dialéctica “gobernantes-gobernados”, asumiendo que los destinatarios de la acción de gobierno no son objeto de, sino sujetos de, hacia un modo de gobernar abierto al contraste, a la participación, a la complicidad, entendida esta – segundo de sus significados- como la relación de quienes participan en una acción en profundidad y buscando la coincidencia –al menos la posible-, en este caso, en la gestión de lo público.
Los Consejos de Personas Mayores, como otros consejos abiertos a la participación, cuando no son adornos en el organigrama institucional, nacen en medio de esa geografía de voluntades y actitudes.
Orígenes y desarrollo del Consejo
Lo apuntes previos no explican al Consejo de Personas Mayores de Bizkaia, objeto de este artículo, pero son preliminares para aproximarnos a qué sea, qué signifique, qué pretenda ser y donde se fundamente su porqué.
El Consejo de Personas Mayores de Bizkaia existe como una característica del modelo de gobernanza hacia el que se orienta la Institución foral, el gobierno de Bizkaia: hacia la participación de las personas mayores en la política foral, principalmente en aquello que les afecta o hace referencia a ellas, que, digámoslo de entrada, es todo del gobierno foral y de la vida política, ya que toda persona tiene plenamente la condición de tal y de ciudadano de pleno derecho y deber, sin perder un ápice de ello, ni a causa de la edad, ni de cualquier otra circunstancia que afecte o esté condicionando su forma de vida. De la misma manera, cabe significar que toda persona, es sujeto de potencialidades, y que el ecosistema de la comunidad en que se integra debe permitir, incentivar, apoyar e impulsar el desarrollo de esas potencialidades, siendo él desde luego sujeto de su propio desarrollo, también en beneficio de la comunidad a la que pertenece. Obviamente, también si es mayor.
El Consejo de Personas Mayores de Bizkaia, yendo a lo normativo y más concreto, se contiene en el Decreto 69/2020 de 7 de Julio, en cuyo preludio se establece su marco hermenéutico. Se hace referencia en él a la ley Vasca de Servicios Sociales y al principio de participación y colaboración solidaria en la planificación y desarrollo del Sistema Vasco de Servicios Sociales, a la Ley del Tercer Sector Social de Euskadi que reconoce la existencia de un tejido social extenso, plural y activo, surgido de la iniciativa ciudadana y canalizador de la solidaridad organizada y la participación social, se hace referencia a la Mesa de Diálogo Civil de Bizkaia y al Decreto que la constituye (154/2016), como fórmula de participación de las organizaciones del Tercer sector en las políticas públicas que les conciernen.
El mismo preludio del Decreto reconoce que la realidad del Tercer Sector Social en el ámbito de las personas mayores “es intensa y extensa y tiene un largo recorrido en el tiempo, contribuyendo su actividad a la cohesión social, a la integración de las personas mayores como sujetos activos, a la mejora de sus condiciones de vida y al desarrollo de los sistemas y políticas sociales en el Territorio Histórico”.
Es el “marco social” en el que nace el Consejo de Personas Mayores de Bizkaia. Su “marco político” ha ido sucesivamente madurando en torno al concepto interiorizado por las instituciones de gobernanza, – en el que la participación de los gobernados en el diseño y realización de políticas públicas no solo hace suponer que estas ganen en perspectiva, oportunidades de discernimiento y contacto con la realidad, sino también en eficacia y en acierto. Ello, aunque el tal modelo de gobernanza no se produzca principalmente en función del criterio de resultados a corto, sino del modelo de sociedad participada y cohesionada a que apunta y se pretende.
El Consejo de Personas Mayores de Bizkaia fue promovido inicialmente por la institución foral en el año 1999, reestructurado en 2005, y de nuevo y más recientemente reestructurado y regulado en Julio de 2020, mediante el mencionado decreto de julio de 2020. Es en fecha de 3 de marzo de 2020 cuando, apenas unos días antes de ser decretado el confinamiento a causa de la pandemia, se inicia la etapa actual del Consejo, conforme al renovado Decreto. (Tiempos difíciles aquellos primeros y enclaustrados meses, de ninguna manera perdidos, que el Consejo aprovechó para funcionar en la distancia, elaborando su documento de identidad compartida, manteniendo reuniones telemáticas de sus equipos sobrevolando así la brecha digital, y estando presente y representado también telemáticamente en alguno de los órganos consultivos promovidos por el Departamento foral de Acción social para el seguimiento de la pandemia. Cierro paréntesis).
Funciones del Consejo
En el decreto citado, el Consejo se concibe como un foro específico de participación y representación de las personas mayores y de las entidades y organizaciones relacionadas con ellas para la colaboración en la planificación, ejecución y seguimiento de políticas y actuaciones destinadas a lograr el bienestar de este sector de la ciudadanía vizcaína. Tiene carácter asesor, consultivo y propositivo. Y está adscrito al Departamento de Acción social de la Diputación Foral de Bizkaia.
Sus funciones, enunciadas genéricamente en el decreto como de información y asesoramiento permanente, se especifican resumidamente así: conocer políticas, proyectos y recursos sociales, informar y asesorar sobre las y los mismos, impulsar y promover políticas de promoción de la autonomía personal, fomentar la solidaridad, la integración y la intergeneracionalidad, impulsar y promover el asociacionismo y la participación, y concienciar en torno a la vejez como valor. Funciones todas ellas contenidas en el artículo 5 del Decreto 69/2020, al que es preciso remitir. Aunque lo posible de ello, si bien va yendo a más, no llega tan lejos.
Y no ocurre así porque falte voluntad, sino, sobre todo, a mi entender, por el difícil encaje de los “tempos” y ritmos de funcionamiento derivados de las competencias y responsabilidades de las partes que integran el Consejo: la que tiene que dar respuestas y promover y gestionar iniciativas, y a la que le toca aportar contraste, puntos de vista, consideraciones y propuestas que las mejoren o adecúen. Incluso propuestas que no estén en el radar de la institución foral.
Siendo ese desfase casi inevitable, otros aspectos que afectan al funcionamiento y funciones del Consejo están presentes en su agenda de trabajo para solventarlos. Por un lado, la búsqueda de mecanismos ordinarios de información y aporte de datos de la parte institucional relativos a estudios, planes y proyectos, susceptibles de ser puestos previamente a disposición de la parte social para que esta pueda elaborar sus aportaciones o realizar el necesario contraste.
Por otro lado, el déficit de recursos voluntarios del Consejo, para tan extensa tarea, déficit en número de personas y quizá en capacitación técnica, personas que, además de su participación en el Consejo, están implicadas en otras actividades voluntarias y en las propias actividades de las asociaciones a las que pertenecen.
Esos déficits que obviamente existen, de compleja evitabilidad, son en este momento sin embargo atenuados y en parte salvados de diversas maneras. En primer lugar, por la proximidad y accesibilidad de la Institución foral y el Departamento, en el hecho de poner a disposición de la parte social cuanto considera objeto del Consejo, y asimismo y principalmente poner a disposición del mismo todo aquello que le es demandado, facilitar el acceso informativo a ello, y activar la escucha.
También porque, -pese al déficit de esos recursos voluntarios- dada su proximidad a la realidad de situaciones y problemas, su aporte, que quizá no pueda añadir un gran valor a nivel técnico, sin embargo, supone, por esa misma experiencia de contacto con la realidad y de vivencia de y en la misma, que las adecuaciones y mejoras que se proponen a planes y proyectos, los mejoran en beneficio de los destinatarios.
Y asimismo porque el Consejo, con el empeño de la parte social y el interés de la parte institucional, está ante el compromiso de anchar la base social de participación de personas mayores en el mismo, incluso con la presencia de personas profesionales voluntarias, lo que, además de añadir un perfil más intergeneracional, puede hacerlo más eficiente. En ello se está, aunque el panorama recalcitrante con relación a la incorporación de voluntarios mayores es que “pocos están en mucho, y muchos están en poco”, en cuanto a implicación en proyectos sociales se refiere.
Estructura y funcionamiento del Consejo
Volviendo a la estructura del Consejo, el CPMB/BAK, en sí, mantiene básicamente dos niveles de actuación, en los que participan de forma directa y permanente el más de medio centenar de personas mayores que, a día hoy, lo integran. Los órganos de participación son los siguientes:
- El Pleno del Consejo, conformado por los consejeros/as, que es el órgano decisorio del mismo, presente en él la parte institucional (diputada y directores generales del Departamento de Acción social), y la parte social integrada por miembros representantes del tejido asociativo de personas mayores de Bizkaia. Formando parte de él la propia presidencia del Consejo, que debe asumir su liderazgo sobre todo en el impulso de los equipos y en la relación y el despliegue institucional y social.
- Los Lantaldes o grupos de trabajo vinculados a las funciones del Consejo y promovidos por este, integrados por personas mayores voluntarias en algunos casos con apoyo de profesionales también voluntarios, donde se trabajan informes y propuestas que irán al Pleno y finalmente a la Institución foral.
- La coordinación de los Lantaldes a través de la Comisión permanente abierta, de reciente creación, en la que, a los miembros de la Comisión permanente considerada en el decreto como órgano ejecutivo, se incorporan las o los responsables de los diversos Lantaldes.
- El encuentro general en el, así denominado, Plenario del Consejo, abierto a todos sus miembros permanentes y ocasionales, bien ya incorporados bien potenciales, encuentro anual con pretensión de creación de cultura de participación y colaboración institucional, y de cohesión global en torno a ella.
Merece la pena reseñar algunas características de esa estructura que creo específica -aunque quizá no única- del Consejo de Mayores de Bizkaia:
- Que el presidente o presidenta del Consejo, si bien nombrado por la Diputada, oída la opinión del Consejo, pertenece necesariamente a la parte social del mismo, debiendo tener vinculación histórica con el Tercer Sector Social y asumiendo de hecho y sin condicionante, el liderazgo del Consejo. Muestra así la voluntad de la Institución foral, de que -aunque promovido por ella- no esté supeditado y subordinado a ella, sino a los objetivos del propio Consejo. Es característica que lo distingue de otros, en los que la presidencia la mantiene la responsable foral, quien, en el de Bizkaia, ostenta la vicepresidencia, expresando en ello su vinculación e implicación en el Consejo y la de su Departamento.
- Los consejeros y consejeras de la parte social que integran el Pleno -hasta un número de doce, titulares y suplentes, y potencialmente tres más-, que, si bien igualmente son nombrados por la Diputada mediante Orden foral, lo son a propuesta explícita y nominal de las cuatro asociaciones principales de personas mayores de Bizkaia (Nagusilan, Secot, Hartu-emanak y Nagusiak), garantizándose de esta manera la representación querida por ellas en el Pleno, como representantes del tejido asociativo de mayores del territorio.
- Las decisiones del Pleno, que en la práctica sostienen vocación de acuerdo, de no producirse este, los votos de sus integrantes tanto de la parte institucional como de la social computan el mismo peso específico. Un consejero o consejera, un voto.
- La existencia de los Lantaldes o grupos de trabajo formando parte del Consejo, abiertos a la participación de personas mayores interesadas, como voluntarios ya sin nombramiento foral, abriendo de esa manera el Consejo a otras personas mayores, y a temas específicos que el Consejo considera preciso abordar en el ejercicio de su función asesora, promotora o propositiva. Si en el Decreto de constitución del Consejo, los Lantaldes o comisiones de trabajo aparecen como un añadido al mismo, la realidad en la que vive hoy el Consejo es que en los Lantaldes se gesta y se cocina aquello que constituye la esencia de la actividad del Consejo.
Líneas actuales de trabajo del Consejo
Como líneas de trabajo actuales del Consejo cabe destacar:
- A través del Lantalde 1 se viene trabajando en el proyecto “Bizkaia para todas las edades”, tomando como base el programa de Red Ciudades Amigables promovido por la OMS y en coordinación con el programa Euskadi Lagunkoia del Gobierno Vasco. El Lantalde 1, cuya pretensión es fomentar la participación social de las personas mayores y el envejecimiento activo, se constituye como Grupo tractor y de apoyo a los Grupos motores de ámbito municipal en la implementación del programa de amigabilidad mediante la elaboración, en diálogo con sus ayuntamientos, de diagnósticos de realidad y de propuestas hacia una comunidad e infraestructuras más amigables a todas las personas. El programa ya ha sido incorporado por numerosos municipios del territorio histórico, y encuentra autoría en las personas mayores de los mismos.
- A través del Lantalde 2, el Consejo conoce, contrasta y aporta a las políticas y proyectos institucionales que dan respuesta a las personas mayores en situación de dependencia y en general ofrece contraste y hace propuestas sobre normas reguladoras, estrategias, funcionamiento, etc., de servicios sociales que afecten a las personas mayores. Proyectos como la Coordinación sociosanitaria, las Unidades convivenciales, los Protocolos de actuación en residencias, los Centros Etxetik, los Planes de transición de los cuidados de larga Duración, el Pacto para la prevención de la dependencia y la promoción de la autonomía personal en Bizkaia han formado o están formando parte de la agenda del Lantalde.
- A través del Lantalde 3, el Consejo trabaja para que la imagen social de las personas mayores en la sociedad se aleje de la visión predominante marcada por el edadismo y la estigmatización, teniendo actuaciones diversas en ese sentido.
- Se ha promovido recientemente un cuarto Lantalde que tiene como objetivo fomentar el cuidado de la salud de las personas mayores. Una primera fase fue mediante la colaboración en el proyecto Biosilver ocupado en el estudio epidemiológico del envejecimiento para la prevención de la dependencia. En un segundo memento, en la colaboración con el Colegio de farmacéuticos, para la promoción de experiencias piloto en diferentes lugares de Bizkaia, de forma que las Farmacias se propongan asumir un rol como educador y promotor activo de la salud de las personas en sus entornos, y de las personas mayores en particular.
Por citar algunos otros empeños recientes del Consejo:
- El trabajo, junto con la Dirección de digitalización de la Diputación foral, de un programa informático de “Amigabilidad digital”, sumamente accesible, para acercar mediante formaciones al alcance de todos a las personas con dificultades al mundo digital, superando esa brecha existente que no es solo generacional.
- Con el Departamento de Transportes se viene trabajando -a partir de reuniones con la Diputada y reuniones de mayores en municipios y mancomunidades- para que los servicios que dependen del Departamento se adecúen a las necesidades de las personas más vulnerables y en las comarcas peor abastecidas de transporte.
- Desde el Consejo se ha mantenido y mantiene diálogo con el Departamento de Hacienda Foral, al objeto de garantizar la presencialidad de los servicios y de recibir información sobre el aporte que esta presencialidad supone principalmente para las personas mayores.
- Con el Departamento de Cultura, tras visita “in situ”, el Consejo elaboró un informe de accesibilidad y propuestas de mejora para el recientemente reinaugurado Bosque de Oma.
Algunas reflexiones finales
Finalmente, y además de lo enunciado, procede a mi juicio significar:
- Que el Consejo de Personas Mayores de Bizkaia, además de constituirse en un lugar de interlocución, de contraste y propuestas entre el tejido asociativo de personas mayores de Bizkaia y la Institución foral, es ámbito de encuentro y cohesión del propio tejido asociativo, incorporándose en torno a un objetivo común y creando cercanía entre las principales asociaciones de personas mayores de Bizkaia. Y compartiendo una cultura común de transformación social desde la proximidad a las personas.
- Que el Consejo de Personas Mayores no tiene una visión endogámica que centre su atención exclusiva y excluyente en las personas mayores, consiguiendo aun sin quererlo, si así lo hiciera, situar a ese sector social quizá en un espacio significado y hasta predilecto de la sociedad, pero al fin y al cabo en el margen de ésta. Al contrario, el Consejo y quienes lo integran mantienen una visión intergeneracional y trasversal, y sostienen el compromiso de ser miembros activos y solidarios, en una sociedad, en la que la desigualdad, la vulnerabilidad y el desamparo existentes, y no solo a causa de la edad y las limitaciones que comporta, les interpela y concierne.
- El Consejo de Personas mayores, adscrito y vinculado al Departamento de Acción social, considera que su labor se dimensiona hacia todos los ámbitos de la acción del gobierno foral que les afecta, en su circunstancia de mayores en edad y en su condición de personas, condición que homologa a todos y todas en la sociedad. En esa dirección trabaja el Consejo, y, a decir verdad, sin encontrar traba alguna sino apoyo y complicidad institucional.
Al fin y al cabo, se trata de asumir que ser persona mayor y llegar a serlo, sitúa a la propia persona, a la sociedad en su conjunto y a sus órganos de gobierno, no ante un problema, sino ante una oportunidad. Una oportunidad a contemplar no tanto desde una perspectiva instrumental, sino de Modelo.
[1] Datos de Eustat en 2022. Cfr.: https://es.eustat.eus/panoramaestadisticodelaspersonasmayores/2022/poblacion.html
[2] Datos de Eustat a diciembre de 2024. Cfr.: https://www.eustat.eus/elementos/ele0021600/esperanza-de-vida-al-nacimiento-en-la-ca-de-euskadi-por-causa-de-defuncion-territorio-historico-y-comarca-segun-sexo-y-ano/tbl0021669_c.html