Nº Breve: 02/2020
Una civilización nacida de un fémur roto
Durante las primeras semanas de este largo confinamiento llegó a nuestras manos un texto en el Blog de José Miguel Valle que nos pareció especialmente sugerente como “música de fondo” para estos tiempos. A partir de la investigación antropológica varios autores hacen referencia a un hecho, en apariencia trivial, como la rotura de un fémur para fechar el origen de lo que ellos y/o ellas consideraban como civilización. Siguiendo las palabras de José Miguel:
“Justo estos días de confinamiento y aflicción ha circulado por las redes esta misma historia, solo que puesta en boca de la antropóloga cultural y adalid del feminismo Margaret Mead (1901-1978). Mead explica que la primera señal de civilización en una cultura antigua era un fémur roto y cicatrizado. La explicación etnográfica nos lleva de nuevo a un acto de ayuda y cuidado: «Un fémur roto que cicatrizó es evidencia de que alguien tuvo tiempo para quedarse con el que cayó, trató la herida, llevó a la persona a la seguridad y cuidó de ella hasta que se recuperó». La conclusión de Mead es incontestable y debería enorgullecernos como animales humanos que somos: «Ayudar a alguien durante la dificultad es donde comienza la civilización».”[1]
Creemos que ésta puede ser una buena entrada para expresar el sentido de la tarea y la acción urgente que tantas y tantas personas y organizaciones habéis desarrollado y seguís desarrollando durante estos días. La civilización nace desde el cuidado y apoyo a las personas que más lo necesitan, desde el no dejar a nadie atrás. Incluso, o más bien sobre todo, cuando el medio se vuelve hostil y amenazante. En un momento como éste la necesidad de supervivencia puede invitarnos a ver a la otra persona como “una carga” o, en términos de gestión neoliberal, como un obstáculo para el desarrollo económico, como alguien que consume y satura recursos, distorsiona, o hace perder eficiencia al conjunto. Es en estos momentos cuando la humanidad marca la diferencia, donde eso que algunos nombran como “mundo civilizado” puede reconocer sus raíces.
Es por eso que hoy, frente a una emergencia global que a todos y todas se nos impone, el Tercer Sector Social es una presencia necesaria e insustituible ante tantas y tantas situaciones de urgencia, de necesidad, desprotección, dificultad, carencia o riesgo. Y lo es poniendo la mirada sobre todo en aquella parte de la sociedad más vulnerable, las personas y colectivos que más han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de esta situación. Un sector compuesto por redes, organizaciones y personas que no han cejado en el esfuerzo de tramar acciones y medidas urgentes para, al menos, paliar en la medida de lo posible los efectos de esta verdadera emergencia social.
Y es que si bien esta situación nos exige dar lo mejor a cada uno de nosotros y nosotras, es necesario seguir insistiendo en que no nos afecta ni mucho menos de la misma manera. Como declaran desde la Plataforma Futuro en Común “La pandemia pone de relieve desigualdades estructurales de distinta naturaleza (económicas, sociales, de género etc.), dentro y entre países, así como los desequilibrios ambientales que están en la base de su gestación.”[2] Estos días todas estas desigualdades se están revelando de manera descarnada y nos están situando como personas, como sociedad civil (organizada o no), como agentes sociales y muy específicamente como entidades y colectivos del Tercer Sector Social ante la necesidad de optar y responder de manera que no quede nadie atrás.
Saliendo al balcón. Rescatando aplausos invisibles.
En estos días, en los que los balcones y ventanas se han convertido en lugares privilegiados de encuentro, tratamos de reconocer diariamente y, de algún modo, sostener con nuestro aplauso a todas las personas que estáis luchando, sobre todo, desde nuestros servicios sanitarios. Las imágenes de colectivos profesionales aplaudiendo al personal de cualquier hospital se repiten en las noticias. De algún modo necesitamos agradecer la gran labor de cuidado que habéis hecho y que seguís haciendo, visibilizaros como lo que estáis siendo, la barrera de contención de la pandemia, la red última de sostén, en no pocos casos literalmente, para muchas vidas. Cuerpos sosteniendo vidas.
Mientras, continúa la riada de mensajes a través de las redes de nuevos emplazamientos para aplaudir y reconocer a diferentes colectivos: los y las cajeras de supermercado, transportistas, reponedoras/es, trabajadoras del hogar… En este ya rutinario fluir a través de las redes de convocatorias al reconocimiento, en espacios quizá poco centrales, aparecemos también las organizaciones, profesionales y las personas voluntarias del sector. Nos sentimos parte de esta marea de sostén, de estas redes de cuidado, atención y asistencia que mantienen la vida. No es anecdótico que muchas de nuestras actividades han seguido vigentes en ese listado de servicios esenciales durante los días más duros del confinamiento, que actualmente enfrenta con alivio el periodo de desescalada.
Hemos estado y estamos ahí aunque quizás, a veces, y es necesario decirlo, con poca visibilidad.[3] Lo veíamos en los primeros días navegando por muchas de las webs y redes sociales de las entidades en las que nos costaba identificar cambios y referencias a la emergencia de este “nuevo mundo” en sus actividades. Mientras no pocas redes y organizaciones de cierto tamaño y visibilidad se posicionaban y lanzaban propuestas de acción solidaria, un buen número de las organizaciones de base (de primer nivel que decimos) mantenían un discreto segundo plano, al menos en lo que respecta a su actividad mediática. Por eso, en los primeros días del confinamiento nos preguntábamos: ¿Dónde están las organizaciones? ¿Dónde está rindiendo toda esa fuerza del Sector que no aparece en los medios, en las redes? ¿Dónde están todas esas personas y colectivos que no concitan el reconocimiento de los ventanales y balcones?
Profundizamos un poco más, preguntamos, nos acercamos y empezamos escuchar diferentes relatos y a conocer más de primera mano todo el trabajo que se está desarrollando. Finalmente, como muchas y muchos de vosotros conocéis, iniciamos un estudio urgente en sobre el impacto del Covid-19 en las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi en el que a través de un cuestionario (con más de 180 respuestas válidas recogidas en poco más de una semana) y desde varios grupos de discusión pudimos escuchar de primera mano el trabajo desarrollado desde diversos ámbitos y entornos desde el inicio del desarrollo de esta pandemia por las organizaciones, redes y personas del sector.
A través de estas “ventanas de realidad” hemos podido comprobar cómo, desde el comienzo de esta crisis, las organizaciones vienen realizando una labor ingente, ofreciendo respuestas desde la urgencia a una realidad tremendamente precaria y compleja. Hemos visto el acompañamiento casi militante a tantas y tantas personas y el esfuerzo, en definitiva, por estrechar la gran brecha social existente y que tanta desigualdad ha sacado a la luz, una vez más, en momentos de emergencia como el que aún seguimos viviendo.
Un Tercer Sector Social vasco presente desde el aporte que está ofreciendo a través de la labor de las organizaciones de personas mayores, sobre todo de aquellas que gestionan residencias y centros de día y que han tratado, con un riesgo evidente y con muchos menos medios de los necesarios, de contener esta pandemia que se ha cebado sobremanera en este colectivo. Equipos de personas desesperadas ante una realidad que desborda, respondiendo a la urgente labor de, literalmente, mantener la vida tratando de que los contagios no penetren en los recintos o al menos de aislarlos. Acompañando, en último caso, con humanidad, el tránsito y el dolor de tantas pérdidas.
Organizaciones que han tenido que responder a la necesidad de articular desde cero y en tiempo record servicios de alojamiento seguros para personas sin hogar en colaboración con las administraciones. Personas trabajadoras y voluntarias que han acompañado a personas en situación de exclusión ante un sin fin de coyunturas que se están encontrando. Que han tenido que encontrar recursos para responder situaciones de necesidad muy básicas en un entorno de escasez, incertidumbre y dificultad. Buscando también otras soluciones de alojamiento para personas migrantes, mujeres en situaciones de calle, personas presas que salen de permiso.
Algunos relatos de profesionales confinados conviviendo con chavales y chavalas en sus hogares tutelados, sin poder volver a sus casas para no propagar el virus y poder seguir cuidando. Personas tratando de encontrar medios para que los niños y niñas de hogares en situación de exclusión puedan acceder de algún modo a los recursos educativos de una escuela que sigue funcionando. Educadores y educadoras del ámbito de la discapacidad, también atendiendo desde las residencias “a tiempo completo” o tratando de encontrar mil maneras para seguir conectados con las personas que antes de este “tsunami” permanecían en los centros de día. Tramando ideas para ofrecer alternativas de ocio en el espacio reducido del confinamiento.
Personas trabajadoras de servicios de protección a mujeres víctimas de la violencia machista manteniendo el contacto con mujeres que conviven con sus maltratadores o interviniendo desde los distintos recursos residenciales. Personas voluntarias que traman redes de contacto con personas mayores aisladas en sus domicilios, que tratan de mantener la esperanza frente a situaciones de verdadero miedo, frente a la soledad y en no pocas ocasiones frente a la pérdida. Organizaciones del ámbito de la discapacidad física, de la economía social y solidaria, de tiempo libre educativo, de salud, de cooperación internacional, de apoyo a familias, empresas de inserción,… cada una desde su especificidad, desde de su misión. Siempre desde la cercanía a las personas y colectivos destinatarias para las que han tenido que articular diferentes maneras de abordar un abanico extenso de necesidades y de urgencias.
Tantos y tantos ejemplos en los que se concreta la labor de un Tercer Sector Social en Euskadi que ha estado y sigue estando en el acompañamiento, la asistencia y la respuesta inmediata a necesidades sociales muy diversas. Un sinfín de realidades con muy poca visibilidad. Un gran número de organizaciones y de personas trabajando con pocos medios, con mucha creatividad y, en muchas ocasiones, con evidentes riesgos desde su trabajo en la primera línea de atención.
A pesar de la mencionada escasa visibilidad que detectamos, creemos también y de manera complementaria que la sociedad sigue conectando con la labor de las organizaciones y reconociendo su aportación. Así se recoge en algunos estudios que se están haciendo como por ejemplo en la “Encuesta de percepción ciudadana sobre COVID 19 en Bizkaia” elaborada por el BBK-Behatokia en la que las organizaciones del sector aparecen en el segundo puesto en relación a la valoración de su actuación frente a la crisis del coronavirus. Quizás nos cuesta hacernos visibles desde una comunicación proactiva en momentos urgencia. Y sin embargo en esta situación nuestra credibilidad social, lejos de mermar, parece que se mantiene o incrementa.
Una respuesta urgente y coordinada.
Desde el Observatorio Vasco del Tercer Sector Social, somos conscientes de la gran riqueza de este crisol de acciones y propuestas que se han puesto en juego, del conjunto coral de iniciativas que estamos llevando a cabo como sector. También de cómo podemos entrelazarlas y comprenderlas, no únicamente como puntuales o aisladas, sino siempre, como “partes de” y “tramadas con”.
Como sector y como organizaciones nos reconocemos parte de arquitecturas institucionales y sistemas de atención, de una gran red de iniciativas y servicios en relación con agentes tanto públicos como privados, formales, institucionalizados o informales. Colaboramos denodadamente con las instituciones públicas y en concreto, sobre todo, con la red de servicios sociales de las que muchas entidades y servicios somos engranaje esencial. Somos parte de grandes corporaciones, redes y redes de redes. También, en una inmensa mayoría, somos organizaciones de base centradas en colectivos específicos, en territorios y comunidades locales, iniciativas con gran capilaridad social y conectadas, en estos momentos, con los esfuerzos ciudadanos que tanto han reverdecido en esta coyuntura.
En este punto, podemos destacar la labor de las redes del Tercer Sector Social de Euskadi. Redes en constante inercia de coordinación, de recogida y transmisión de información, de contacto cotidiano y presente con las autoridades y con los y las responsables institucionales de los diferentes departamentos de Gobierno Vasco.
Entre otras iniciativas ha sido relevante la presencia de las redes en el grupo de trabajo, adscrito a la Mesa de Diálogo Civil, que tiene como objetivo conocer la situación y necesidades concretas de personas en situación de vulnerabilidad, especialmente en exclusión grave y sinhogarismo para poder responder de manera coordinada a las mismas. Y es que como bien ha reconocido el propio Lehendakari, en su reconocimiento a las organizaciones y redes del Tercer Sector Social, la cooperación interinstitucional y la colaboración público-privada ha sido imprescindible para mitigar desde la solidaridad las situaciones de riesgo añadido generadas durante esta coyuntura. En este esfuerzo de colaboración también resaltamos la labor de Sareen Sarea, Red de Redes del Tercer Sector Social de Euskadi, como aglutinante de esta arquitectura de sector que hemos ido construyendo durante estos últimos años.
Finalmente, tenemos que resaltar que esta situación está suponiendo una dura prueba para el sector en cuanto a su articulación por ámbitos y por territorios. Si bien es cierto que está habiendo comunicación constante, también lo es que la gran mayoría de las organizaciones no están siendo capaces de responder más allá de la pura urgencia. Las redes en ocasiones tienen dificultad para llegar a conocer realidades menos articuladas, para incorporar, por ejemplo, las situaciones en el ámbito rural o la de determinados ámbitos de intervención menos profesionalizados. Tenemos la certeza del avance del trabajo en red, si bien no siempre es fácil escuchar y conocer la realidad de un sector tan diverso como este.
Una tarea comprometida y que deja mella en el sector.
La labor que estamos desarrollando no nos deja indemnes. La exposición al sufrimiento humano es algo que llevamos incorporado y, sin embargo, son muchas las imágenes, las experiencias y dolores que estamos viviendo y que, sin duda, vamos a tener que elaborar como personas y como organizaciones.
Un coste humano con matices muy concretos. Coste en cuanto a riesgos asumidos y, en no pocas ocasiones, contagios adquiridos. Aunque ya parece más solventada la falta de recursos de protección, la situación para las organizaciones del sector ha sido precaria en este sentido provocando situaciones de contagio o riesgo de contagio.
Costes y, sobre todo, sufrimiento. Así de sencillo, personas que sufrimos ante el dolor de otras personas. Equipos que difícilmente pueden sostener situaciones tan duras. Con un agotamiento físico y, fundamentalmente, emocional. Tratando de resistir ante situaciones insostenibles, tratando de responder a realidades que tienen poca respuesta. Y, a su vez, escuchando y recogiendo a esas personas que desde la confianza nos ofrecen sus relatos junto con sus angustias, miedos e incertidumbres. Personas trabajadoras y voluntarias que nos cuentan, su honda sensación de desazón y de impotencia.
Finalmente, también, como en muchos otros ámbitos de la sociedad, un sector que está afrontando y, muy probablemente va a tener que afrontar costes en términos de empleo, de ocupación y de dificultades para la sostenibilidad económica. Existe incertidumbre sobre el futuro de muchos de los proyectos e iniciativas, sobre todo de aquellas que quedan fuera de la cartera de servicios de servicios sociales, e incertidumbre también por el futuro de las personas que trabajan en servicios ahora cerrados o que pudieran no activarse en el futuro. En este punto, más allá de los proyectos, y de la atención, también está la preocupación por la situación de un gran número de personas con realidades de mucha precariedad y con pocos recursos para poder responder desde las organizaciones más allá de la pura militancia. Resuena en algunas organizaciones y redes[4] la pregunta de hacia dónde se van a destinar los fondos de la reconstrucción y en qué lugar va a quedar la labor social tan necesaria en estos momentos.
Quedarán no pocas preguntas y aprendizajes. Hoy toca decir: estuvimos, estamos y estaremos.
Hace ya algunos años, en un video de presentación del Tercer Sector de Acción Social de Euskadi, Pablo González, el hoy Presidente de Sareen Sarea, lanzaba una frase que hoy recordamos quizás con cierto orgullo: “estuvimos, estamos y estaremos”. Es cierto que este tiempo nos va a dejar con muchas preguntas y con muchos cuestionamientos como sector y como organizaciones. Seguro que no toda la respuesta que hemos ofrecido o estamos ofreciendo está siendo certera, eficaz y enfocada. Seguro que existen “agujeros” y deficiencias que no estamos siendo capaces de ver y ante la que no estamos respondiendo adecuadamente. Pero sobre todo estamos seguros de que hoy estamos, como entonces estuvimos y como en el futuro seguiremos estando. Por eso creemos que es de justicia agradecer y reconocer la labor que tantas y tantas personas que han sido y siguen siendo capaces de ofrecer una respuesta tan hermosa, concreta y relacionalmente cercana como la que estamos viendo. Una sociedad organizada para responder a sus propios dolores y sufrimientos. Estuvimos, estamos y estaremos.
[1] https://espaciosumanocero.blogspot.com/2020/03/la-humanidad-se-inauguro-con-un-acto-de.html?fbclid=IwAR36lUBL7ld4dYP9_-fA6q2BBeYKEy-Vkz4GwBvQ7KeG4xqBo9glKkJsYps
[2] https://futuroencomun.net/medidas-covid19-vulnerabilidad/
[3] Si bien creemos que puede ser cierta la afirmación de la poca visibilidad, sobre todo a nivel social, también lo es que no pocas organizaciones y redes del sector han realizado una gran labor de denuncia y de visibilización de situaciones concretas que se están viviendo al albur de esta coyuntura. Podéis encontrar más información sobre este particular en el breve anterior que elaboramos desde el observatorio. El Tercer Sector Social de Euskadi ante la situación de estado de alarma provocada por el Covid19 https://t.co/LtpPGFjeXI?amp=1
[4] https://www.cepes.es/boletin_digital/noticia/701_patronal-economia-social-solicita-politicas-reconstruccion-apueste-empleo-estable-inclusivo-calidad#