Autor/a: Observatorio Vasco del Tercer Sector Social
Nº Breve: 04/2023

Los seres humanos somos seres de lenguaje. El lenguaje nos permite comunicarnos y crear sociedad, y también tiene la capacidad de dañar o herir. En la era de la información están proliferando el odio a las mi­norías y la discriminación a través de expresiones, mensajes en redes sociales, símbolos o videos, que pueden ser insultantes y denigrar a una persona o a un gru­po de personas por su pertenencia étnica, por tener una orientación sexual minoritaria, por ser de otro país, por su edad, su religión, por vivir en la calle, por ser mujeres o por otras circunstancias. Estas expresiones pueden llegar a constituir delito (el llamado speech hate), y están tipificadas en el código penal. También se han extendido las agresiones verbales efectivas (hate crime: insultos, amenazas, coacciones) a personas pertenecientes a colectivos vulnerables.

La gravedad de este tipo de narrativas y discursos está, por un lado, en el efecto social de miedo, desempoderamiento y deslegitimación que tienen sobre las personas señaladas; por otro, pueden desembocar, y a veces desembocan, en agresiones físicas contra las personas; y con todo ello contribuyen al desmantelamiento del pensamiento crítico y de la democracia. Desde el Tercer Sector Social es importante que tengamos conciencia de la proliferación de estos discursos y que comprendamos su origen y funcionamiento, para poder ofrecer narrativas alternativas y contextos de neutralización, así como procesos de conocimiento y defensa de los derechos de las personas con las que trabajamos.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado[1] investigaron en 2021 un total de 1.802 infracciones penales e incidentes de odio en España, un 5,63% más que en 2019. Este fenómeno delictivo ha ido en aumento desde 2014, con una interrupción en 2020. En Euskadi se registraron a lo largo del año 2022 un número de 435 delitos[2] de odio (lesiones, amenazas y coacciones). La mayor parte fueron delitos racistas o xenófobos, seguidos por las agresiones por orientación o identidad sexual. El número de delitos ha crecido exponencialmente desde 2016, sobre todo entre el año 2021 y el 2022. Los delitos de odio representan las actitudes y conductas violentas contra personas diferentes, pobres o vulnerables, y son un obstáculo y una amenaza para la igualdad, la dignidad y la democracia.

  1. Jiménez Romero explica en el documento “Se dice que: comentarios de opinión sobre la cuestión migratoria[3]” que son tres los elementos que favorecen el racismo y la xenofobia (y consideramos extensivos a otras formas de discriminación).

En primer lugar, la creciente desigualdad socioeconómica, provocada por el solape de los efectos de la crisis iniciada en 2008, las consecuencias de la pandemia del COVID 19 y los impactos económicos de la guerra en Ucrania como la inflación y la pérdida de poder adquisitivo. El contexto de mayor desigualdad favorece los mecanismos de culpabilización y chivo expiatorio. En esta línea, EAPN[4] señala que las fobias, los prejuicios y bulos que fracturan el clima social tienen relación con la falta de políticas públicas contra la desigualdad, la pobreza y la exclusión. La reciente ligera mejoría en los indicadores de pobreza y desigualdad[5] está lejos de cumplir los ODS y no parece suficiente para contrarrestar en el estado de incertidumbre y malestar social: la desigualdad socioeconómica coexiste con actitudes y prácticas de rechazo a la diversidad social.

En segundo lugar, la emergencia en los últimos años de las posiciones de ultraderecha en el ámbito político, institucional y partidista, con discursos, declaraciones e infundios contra la inmigración, con componentes de islamofobia, y campañas de polarización y confrontación. El efecto de ello es la normalización de las posiciones xenófobas en ámbitos institucionales, y la potenciación de las expresiones de rechazo, desprecio y estigmatización.

Tercero, el uso agresivo de la tecnología de la información y comunicación.  La potencialidad comunicativa (por inmediatez, amplificación y anonimato) de las tecnologías de la comunicación, y la mala praxis periodística (sensacionalismo) en relación con los colectivos vulnerables han contribuido a la extensión de la mentalidad de rechazo social.

Discursos de odio y delitos de odio

Los discursos de odio[6] son aquellas expresiones y comunicaciones que fomentan, promocionan o instigan al odio, humillación, desprecio, acoso, estigmatización o amenaza, o a cometer actos de violencia, intimidación, hostilidad y discriminación a determinadas personas y colectivos, debido a sus características (origen étnico o cultural, religión, creencias, nacionalidad, orientación sexual o de género, edad, discapacidad).  Es decir, referidos a personas y colectivos que han sufrido o sufren una situación de discriminación, opresión o vulnerabilidad. Según la definición penal actual[7] de los delitos de odio, los colectivos afectados son (artículo sobre circunstancias agravantes 22.4):

-Grupos étnicos en sentido amplio: sobre elementos biológicos (por ejemplo, el color de la piel), históricos, culturales, lingüísticos, de identidad y/o origen nacional (con o sin Estado) y vinculados a la religión, las creencias o lo ideológico

-Colectivos construidos sobre el sexo, orientación sexual, identidad sexual y género

-Colectivos sociales definidos a partir de múltiples elementos: situación familiar, edad, enfermedad, discapacidad/diversidad funcional u otras condiciones sociales (exclusión social, sinhogarismo, pobreza).

La legislación sitúa los delitos de odio en relación con el principio de igualdad y la prohibición de discriminación. Esta igualdad es la igualdad en dignidad definida por el artículo primero de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Dichos delitos pueden ser de palabra (hate speech) o de acto (hate crime). Es delito de odio la manifestación externa del odio en aquellos casos en que se lesiona la dignidad de una persona (a través de la igualdad, la libertad, la seguridad, el honor…).

El discurso puede ser texto oral o escrito, o también imagen, video, símbolo, gesto, o combinaciones de todas las modalidades. Es, pues, una acción comunicativa que manifiesta odio o rechazo, dirigida a una persona o colectivo específico, y con un motivo de desprecio. El impacto de este tipo de discurso es considerable, ya que busca denigrar y humillar, atenta contra la dignidad de los colectivos señalados, y puede incitar a la violencia o la discriminación; genera inseguridad y miedo en todo un colectivo (que pretende mantener subordinado). Tiene consecuencias graves para el conjunto de la sociedad, ya que crea sociedades desiguales y poco cohesionadas.

El delito de odio[8], por su parte, se refiere a los casos en que el odio se ha materializado en acciones concretas contra alguno de los colectivos señalados (insulto, amenaza, coacción, lesión, etc.). Es un tipo de delito que se basa en un sentimiento de odio y se traduce en discriminación y agresión. El resultado es la deshumanización de la víctima, que deja de ser vista como sujeto; sobre esta percepción, la persona que comete el delito se siente legitimada para agredir. Las personas son atacadas no por lo que son o han hecho, sino por lo que representan para el atacante. El daño, sin embargo, lo recibe todo el grupo al que pertenece la víctima. Es un ata­que a los derechos fundamentales de las personas destinatarias (dignidad, derecho a la no discriminación, igualdad, libertad, intimidad, honor).

El Código Penal español del 2015 unifica los delitos de odio en el artículo 510 (discurso de odio en el apartado 1, delito de odio en el 2 a), y los castiga con multas y penas de entre 6 meses y 4 años de cárcel. La reforma del código penal incluye la posibilidad de retirar contenidos delictivos de redes sociales e internet.

Debido al derecho a la libertad de expresión, no todas las manifestaciones de rechazo se consideran delito. Se considera que se han de perseguir penalmente los casos más graves, cuando el discurso es público e incita o puede incitar a actos de violencia, intimidación, hostilidad o discriminación. El contexto, la magnitud y la reiteración son elementos importantes para valorar la gravedad del discurso.

El discurso de odio no sancionable puede ser contrarrestado con narrativas que aporten otra perspectiva sobre los colectivos afectados (a través de campañas, publicaciones, videos, mensajes en redes, etc). Son las llamadas “narrativas alternativas” o “narrativas de dignificación”. Esta es una orientación importante que las entidades sociales pueden asumir en sus estrategias de comunicación.

Aporofobia

Una forma particular de rechazo a la diferencia recientemente tipificada en el código penal (2021[9]) es la  aporofobia. El concepto surge para plantear que quienes producen verdadera fobia no son tanto los extranjeros o las gentes de una etnia diferente como las personas en situación de pobreza. Las personas extranjeras con recursos no producen rechazo, sino todo lo contrario, porque se espera de ellas que aporten ingresos, y se les recibe con entusiasmo. Las que inspiran desprecio son las personas en situación de pobreza, las que parece que no pueden ofrecer recursos, sino problemas.

Para nombrar esta situación la filósofa Adela Cortina propuso en los años 90 el término «aporofobia», que fue aceptado por la RAE en 2017. Aporofobia designa el odio, aversión o rechazo a las personas en situación de pobreza, vulnerabilidad o precariedad. Es importante tener una palabra que designe esta realidad, para desactivar la narrativa que oculta o invisibiliza a las personas en estas situaciones. Se rechaza en ellas, proyectivamente, la posibilidad de estar en la misma situación, y se les carga con la culpa de los males sociales. Responsabilizar a las víctimas permite eludir el problema estructural, como reacción defensiva ante la inseguridad e incertidumbre. La persona queda identificada con su situación, independientemente de cuál haya sido su historia. Las ideologías de meritocracia consideran que la pobreza es consecuencia de una actitud personal (no de una situación estructural), y desprecian a las personas que ven como culpables de su situación. Este sesgo ideológico contrasta con la reiterada evidencia de que los predictores de pobreza no son controlables: la renta familiar, el lugar de nacimiento o, el contexto social de origen (el llamado “determinismo del código postal”), entre otros.

La aporofobia es un rasgo propio de la sociedad occidental basada en el principio de la reciprocidad e intercambio económico, donde las personas tienen que tener una utilidad en el sistema. Las personas sin recursos son rechazadas porque parece que no tienen nada que ofrecer. Este rechazo pasa a ser delito cuando se manifiesta en conductas: insultos, vejaciones, violencia física e incluso asesinato. Las personas sin hogar están especialmente expuestas a esta violencia: Hogar Sí refiere a través de las investigaciones del observatorio Hatento[10] que el 47% de las personas en situación de sinhogarismo ha sufrido un incidente o delito de odio, y el 81% de ellas en más de una ocasión.

En este contexto se utiliza la palabra fobia para indicar rechazo, aversión y odio, en el sentido general que permite su etimología, y no en el sentido específico y clínico de la psicología.  Es una disfunción social que refuerza la marginalización de personas en situación vulnerable. Al contrario de lo que ocurre en las fobias clínicas, en este caso quien ve afectada su calidad de vida es la persona a la que se dirige el rechazo; es por ello que puede aprenderse y extenderse con facilidad.

Dilemas sociales, aislamiento y rechazo

En 2018, por encargo del Ministerio del Interior, se realizó un estudio sobre percepciones, actitudes y posicionamiento de los vecinos y vecinas de un barrio de Madrid ante las personas inmigrantes[11]. En él se analizaba la composición social de diferentes grupos del barrio, las argumentaciones y conductas de cada uno de ellos respecto a las personas inmigrantes (vecinas del propio barrio), sus necesidades y motivaciones. El informe proponía varias líneas de actuación para las administraciones públicas, y también para las organizaciones sociales. Rescatamos algunos elementos para nuestra reflexión[12]:

-El análisis de los grupos sociales de cada entorno nos permite conocer mejor cómo se generan los discursos de odio y qué procesos pueden desactivarlos. Las razones profundas del racismo y la xenofobia son estructurales, tienen que ver con la posición de los individuos en la trama social. Conocer los orígenes y características de los grupos sociales permite contrastar sus percepciones, discursos y actitudes sobre la migración; y diferenciar cómo los sujetos sociales se orientan en el mundo y juzgan la realidad (incluyendo sus contradicciones).

-También es importante reconocer los dilemas complejos ante los que se sitúa la vida común, las raíces profundas de las actitudes hostiles. Las formas de ser y de entender el mundo se han fragmentado y no se puede pensar en la realidad política sin considerar la cuestión de la identidad personal y sus heridas. La base de esa identidad es material y colectiva, pero se vive de forma aislada e intersubjetiva. Cuando las personas viven aisladas (en su visión del mundo) son mucho más débiles y reaccionan culpando a otros de su malestar o de su temor a la caída. El vacío de sentido, efecto del aislamiento, se acaba llenando, normalmente de fantasías hostiles y de solidaridad negativa frente a otros. Esas sole­dades que encuentran eco en las redes pueden llegar a consolidarse en tendencias sociales más fuertes, en corrientes políticas, o en estallidos de violencia o agresiones.

-Las actitudes de desconfianza, rechazo y reactividad violenta tienen condicionantes múltiples y se asientan en situaciones estructurales que también necesitan abordajes estructurales. Además de las intervenciones de base, las políticas públicas tienen mucho que hacer y decir al respecto. Un posicionamiento ambiguo o incoherente de la administración en relación con las personas extranjeras no facilita su inserción social ni el desarrollo de una actitud hospitalaria en la sociedad.

-La situación generalizada de crisis, incertidumbre, desorientación y fragmentación social genera una convivencia difícil. Es preciso recordar, sin embargo, que la convivencia es conflictiva. Sólo si hay cauces para convivir y discutir, las personas pueden escapar de las fantasías y crear un sentido común; se trata de encontrar fórmulas de convivencia en la diversidad, con lo que eso implica de complejidad y conflicto, con ciertos niveles de inevitable incomodidad, queja e insatisfacción.

-El desarrollo y fortalecimiento del tejido social es una condición necesaria para una ciudadanía adulta, participativa, democrática, que avance en derechos colectivos, dignidad y respeto. Al mismo tiempo, se necesitan decisiones estructurales (políticas sociales, medidas de urbanismo, intervención educativa) que promuevan y favorezcan la integración de la diversidad.

-La información y la sensibilización son necesarias, pero no son reci­bidas por igual por todos los grupos sociales, ni tienen el mismo impacto. La sola información no tiene apenas peso cuando las personas quieren creer ciertas cosas.

-Lo que genera respeto es el reconocimiento activo de la autoridad del otro. Para reconocerlo hay que sentirlo “otro”, no parte de la propia identidad, y a la vez, hay que verlo como no hostil. Las personas aisladas no entran en igualdad con otros, no les reconocen autoridad moral o intelectual. Por tanto, solo cuentan con sus propias ideas y lo que les hace eco

Por eso es tan importante el espacio público, en el que las personas pueden tener obligaciones unas hacia otras y reconocerse. Una sociedad de individuos aislados  amenaza la esfera social y política, aquella en la que se construye la igualdad. Una estrategia interesante será permitir que estas personas aisladas puedan en­contrar una función y ayudar a otros

Asimismo, la participación pública de las personas en situación o riesgo de exclusión social es relevante, que sean protagonistas y participantes de aquello que les afecta. La participación supone la posibilidad de con­figurar nuevos espacios sociales y la inclusión de las personas en los movimientos sociales, en organizaciones gubernamentales y organizaciones sociales, para reclamar situaciones o demandar cambios. Se trata de plantear la oportunidad de incidencia política de las personas rechazadas, y con ello reivindicar los derechos de ciudadanía plena de todas las personas.

 ¿Qué pueden hacer las organizaciones sociales ante los delitos de odio?

Una respuesta integral a esta pregunta es la que ofrece la  “Guía contra incendios: ciudadanía ante los discursos políticos xenófobos” de CEAR-Euskadi[13].

Por nuestra parte desarrollamos aquí algunas propuestas para las entidades del tercer sector social.

  1. NOMBRAR

La desactivación de los discursos de odio requiere en primer lugar revelar las fobias: nombrarlas, describirlas, reconocerlas. Cuando Adela Cortina acuñó la palabra “aporofobia” recordaba que las palabras crean realidad y hacen democracia; las realidades sociales han de ser llamadas por su nombre para poder ser señaladas, y decidir así si las sostenemos o las desactivamos. Para abordar los discursos de odio, que son actos lingüísticos, necesitamos otros actos lingüísticos. Así hemos generado conceptos que nos ayudan a comprender y desarticular estas realidades sociales. Necesitamos comprender la existencia y desarrollo de las mismas, la función social que están cumpliendo (canalizando malestares, ocupando el vacío, respondiendo a la incertidumbre social y ofreciendo un lugar para emociones de rabia y frustración) y la potencia que adquieren a través de los medios digitales.

  1. DENUNCIAR

Los discursos y acciones de odio han de ser recogidas y tipificadas como delitos, y denunciadas[14]. Existen diversas herramientas de denuncia, tanto institucionales (fiscalías especializadas, cuerpos de seguridad) como en internet. Se puede denunciar en Ertzantza[15] (112), Policía Nacional (091), Guardia Civil (062), mediante la aplicación ALERTCOPS, ante la Fiscalía territorial especializada para los delitos de odio y contra la discriminación (existe una en cada territorio) o en el Juzgado de Instrucción (en ellos podemos encontrar las oficinas de asistencia  a las víctimas de delitos, que ofrecen orientación especializada). ACCEM Gasteiz ofrece orientación y asistencia a víctimas de discriminación racial o étnica[16].

Además, la denuncia requiere que las personas afectadas conozcan tanto sus derechos como los mecanismos de denuncia existentes. El nivel de infradenuncia es alto (un 89,4%). Muchas personas no tienen conciencia de ser víctimas de un delito de este tipo, en parte porque los comportamientos de odio están naturalizados, y también por la dificultad que implica identificarse como víctima. La detección de los delitos es un primer paso para favorecer su desaparición, y requiere sensibilización y reconocimiento de los propios derechos (es decir, el empoderamiento de las personas afectadas). El trabajo de las organizaciones del tercer sector social es muy importante para ello.

Además, un conjunto de colectivos del entorno social ha impulsado el Pacto social contra los delitos de odio (21-3-23)[17],  firmado en marzo del 2023. El pacto propone medidas concretas como la elaboración de campañas de sensibilización; el análisis estadístico de los discursos de odio; la elaboración de un estudio anual del impacto individual y colectivo que tienen estos mensajes en las personas en situaciones de vulnerabilidad o la formación en materia de discurso de odio en los entornos laborales, al funcionariado, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, en los centros educativos y en el ámbito sanitario.

  1. GENERAR CONOCIMIENTO

El trabajo de investigación está conectado con la denuncia. Varias entidades llevan a cabo informes e investigaciones tanto para desmontar prejuicios y estereotipos como para activar herramientas y procedimientos de denuncia. Nombramos aquí algunas a modo de ejemplo:

Eraberean: Red formada por Gobierno Vasco (a través de la Dirección de Política Familiar y Diversidad) y diversas organizaciones sociales del ámbito de la inmigración, el pueblo gitano y los colectivos LGTBI.  Vela por la igualdad de trato y no discriminación.  Asesora y acompaña en casos de discriminación, y edita guías e informes de actuación. https://www.euskadi.eus/red-igualdad-trato/web01-a2eraber/es/

La cátedra UNESCO de DDHH de la UPV publica anualmente el informe sobre incidentes de odio en Esukadi:  http://katedraddhh.eus/es/publicaciones/publicaciones.php

EL Observatorio LGTBIQ+ de Gasteiz edita anualmente un informe sobre las incidencias contra este colectivo: https://ikusgune.eus/es/documentacion.

ZAS antirrumores: https://zas.eus/. Es una red de agentes sociales e institucionales que desarrolla una estrategia de sensibilización social para prevenir la discriminación y la xenofobia, mejorar la convivencia y aprovechar el potencial de la diversidad cultural. En su página web se pueden encontrar iniciativas, materiales de investigación y propuestas de formación.

Oberaxe: El Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia es una  plataforma de conocimiento, análisis e impulso del trabajo para combatir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas de intolerancia, así como los incidentes y delitos de odio. https://www.inclusion.gob.es/oberaxe/es/index.htm

Sos Racismo: es una federación de asociaciones autónomas que trabajan en la defensa de derechos humanos y la lucha contra el racismo y la xenofobia.  Entre sus actividades están tanto la investigación, información, sensibilización y formación como la denuncia y la búsqueda de mecanismos alternativos (como la justicia restaurativa) ante el racismo y la xenofobia.  https://sosracismo.eu/delitos-de-odio/

EAPN: la red europea de lucha contra la pobreza tiene publicados diversos materiales (entrevistas, infografía, informes, guías) disponibles en su web. https://www.eapn.es/contraporofobia/

Las Naciones Unidas ofrecen una perspectiva global sobre el discurso de odio: https://www.un.org/es/hate-speech. Es un espacio de reflexión y recursos sobre el discurso de odio en el mundo, las graves consecuencias subsiguientes y las posibilidades de revertir el odio a través de la comunicación y la educación.

Ongi Etorri Errefuxiatuak, plataforma para la defensa de personas migrantes y refugiadas. Ofrece acceso a guías, informes y material elaborado por las entidades que la forman, en torno a los derechos humanos y las migraciones   https://ongietorrierrefuxiatuak.info/es/

Un ade­cuado conocimiento sobre la realidad de la diversidad, la discapacidad, la interculturalidad, las minorías, las migraciones, el lenguaje inclusivo, la pobreza y la exclu­sión social son claves en la construcción de una sociedad libre, tolerante e inclusiva. Esto supone recoger datos precisos y desglosados, que permitan comprender los diversos factores y las múltiples capas de privación, desventaja y discriminación que hacen a ciertos grupos vulnerables a la incitación al odio. La información, los análisis y la compresión crítica y detallada permitirán poner en su lugar las responsabilidades sociales y económicas, y desarrollar políticas públicas y una legislación adecuada contra la discriminación, el odio y la aporofobia.

También permiten desarticular mitos y falsas creencias. Respecto a la migración, por ejemplo, las aportaciones de la población migrante tanto en los países de origen como de destino están documentadas y reconocidas[18], a pesar de que los datos no trascienden a la opinión pública. Esta falta de perspectiva resulta en percepciones, actitudes, discursos y prácticas contra las personas concretas y contra los colectivos diferentes, otros y “extraños”.

Además de los datos económicos, en el tercer sector social la experiencia de acompañamiento y relación con personas vulnerables permite tanto a profesionales como a personas voluntarias tener conciencia del valor de estos vínculos. La posibilidad de ser testigos de procesos de evolución transformadora, la experiencia de solidaridad, el enriquecimiento mutuo, están sobradamente reconocidos y documentados. No hay nadie que no tenga algo que aportar en la relación humana.

Estos análisis también nos pueden permitir cuestionar las diferentes posiciones de poder y privilegio en la sociedad actual y abrir el concepto de ciudadanía más allá de la versión colonial, blanca y hegemónica.

  1. EDUCAR

La educación es una posibilidad derivada de nuestra plasticidad cerebral y de nuestra condición evolutiva: podemos aprender y cambiar. La educación (tanto formal como informal) es una poderosa estrategia para prevenir y contrarrestar el discurso de odio, sus causas y manifestaciones.

El tipo de educación que necesitamos es, por un lado, la educación en la compasión: cultivar la capacidad de sentir con otras personas su tristeza y su alegría, comprender las emociones propias y ajenas para convivir mejor. Ante los sentimientos de odio (que, como tales, no se pueden prohibir) se puede cultivar la sensibilidad, la alegría y el amor por la existencia de lo diferente.

Por otro lado, tendrá que ser una educación en derechos humanos. Quienes desarrollen conocimientos para identificar y reclamar sus derechos, podrán a su vez reconocer sus propios prejuicios y convertirse en agentes de cambio.

Incidir en educación requiere de políticas públicas apropiadas. El ámbito educativo, formal e informal, es un espacio muy sen­sible a los procesos de convivencia e integración intercultural. Se está viendo cómo la educación, que antes era el espacio de igualación social, cada vez más separa y diferencia, creando su propia estructura de valor y su propia estratificación. Políticas que favorezcan la integración y la convivencia  podrían darse desde el sistema educativo. La UNESCO ha editado recientemente una guía para contrarrestar los discursos de odio con una política educativa desde la mirada de ciudadanía mundial.[19]

También hay posibilidades de estimular la participación en entornos educativos. Según Trinidad Vicente[20],  los vínculos entre los centros educativos vascos y el resto de agentes del entorno son muy limitado: se desarrollan actividades de forma puntual sin una estrategia claramente definida, de modo que hasta el propio alumnado las interpreta como un aprendizaje de segundo orden. Es preciso promover la integración de la ciudadanía diversa en los órganos de representación y en la dinámica de los centros educativos, para potenciar la comunicación, la participación y las relaciones cooperativas.

Por otra parte, el propio curriculum es un espacio desde el que abordar el aprendizaje de la convivencia. La competencia intercultural y la competencia social y ciudadana son fundamentales para la cultura democrática y la cohesión social;  han de tener un lugar central en nuestro currículo. Esto supone repensar la escuela con el fin de educar desde los derechos humanos, la justicia y la solidaridad. Un currículum articulado en torno a la ciudadanía global puede hacer comprender la desigualdad estructural y contribuir a la generación de ideas e iniciativas de transformación[21].

La educación no formal tiene también un importante rol en esta tarea educativa, tanto en su trabajo preventivo como en la incidencia directa sobre los discursos. A modo de ejemplo, la asociación Aisibizia de Getxo, perteneciente a la red Kiribil, lleva varios años gestionando un grupo de jóvenes antirrumores, con un proyecto vinculado a la Estrategia Antirrumores de la localidad.

  1. COMUNICAR

Para contrarrestar el discurso de odio son muy importantes las narrativas de dignidad y dignificación: la generación de discurso desde las personas afectadas. Todos los colectivos despreciados por los delitos de odio tienen su propia palabra que aportar en el discurso social, y las organizaciones tienen un papel muy importante en la amplificación de esta voz y este discurso. Ya se están dando buenas prácticas[22] comunicativas en este sentido.

Los/as líderes políticos/as tienen una responsabilidad es­pecial de abstenerse de la incitación al odio y de condenar oficialmente los mensajes que puedan incitar al odio. Esto requiere el compromiso ético de los partidos políticos. Tanto  personalidades públicas como periodistas y organizaciones de me­dios de comunicación deben estar sensibilizados/as sobre su papel como formadores de la opinión pública y usar un lenguaje adecuado.

La Red Acoge[23] publica cada año un informe sobre inmigracionalismo (el tratamiento sensacionalista de las noticias sobre inmigración). En ellos se analizan las malas prácticas periodísticas que generan alerta, desconfianza y miedo, que desemboca fácilmente en discursos de odio.

Otro espacio narrativo que está generando preocupación (por su extensión e impacto entre la gente joven) es la manosfera (conjunto de espacios digitales caracterizados por el antifeminismo, el victimismo masculino y el discurso misógino). En este entorno, la FAD[24] ofrece un análisis de motivaciones para permitir la desarticulación de estos discursos de odio.

Para potenciar las buenas prácticas de comunicación EAPN[25] y el Ministerio del Interior proponen algunas sugerencias para la sensibilización y la comunicación:

+Contextualizar los mensajes e imágenes para evitar visiones sesgadas. Emplear una visión inclusiva que represente la diversidad existente en la realidad.

+ Dar voz a las personas y permitir que prota­gonicen su propia historia, en la medida de lo posible. Incluir el testimonio de las personas afectadas.

+ Evitar expresiones, términos o imágenes este­reotipadas para no reforzar falsos mitos.

+ Respetar el derecho a la intimidad y a la propia imagen, evitando la intromisión gratuita y la especulación innecesaria. Especialmente importante el respeto a los derechos de la infancia en relación con el uso indiscriminado de imágenes.

+ Presentar la realidad con la que trabajamos como un problema social, no como casuísticas aisladas. Asimismo, presentar a las personas como miembros de sociedades, tradiciones y culturas.

+ Evitar mensajes que apelen a la compasión o a la culpa presentando a las personas en situa­ción de vulnerabilidad. Difundir mensajes positivos, de logro, autonomía y empoderamiento.

+ Tener como objetivo último de la comunica­ción el cambio social, promoviendo e impli­cando a la ciudadanía para lograrlo.

+ Defender un tratamiento ético de la informa­ción, veraz y transparente.

+Mostrar el espacio local como lugar en el que el valor es la capacidad de acogida: plantear el barrio, el pueblo, el entorno próximo como un lugar cuyo valor sea la capacidad de acoger la diversidad.

+Diferenciar posiciones y situaciones. La identificación se percibe como amenaza (el mensaje de “yo soy tú” puede evocar lo temido –el riesgo de caída, de pérdida de privilegios, de apatridia-). Un resumen práctico y eficaz de buenas prácticas es el que ofrece el colegio de periodistas de Aragón[26]. Con tres reglas y cuatro consideraciones, incluye además, algunos ejemplos inspiradores de comunicación contranarrativa.

Conclusión

¿Qué tienen en común los diferentes colectivos objeto de odio de estos discursos? Son colectivos de personas diversas, vulnerables y que precisan tanto recuperar sus derechos como ser cuidadas. El Tercer Sector Social es un espacio privilegiado para sostener la conciencia de la diversidad, la solidaridad y la cohesión social y para hacerse cargo de ella, así como para incidir en las estructuras y políticas que las aborden.  Y esto en tres dimensiones:

-Comunicación: la creación de realidad social a partir de símbolos, lenguaje y relatos. El sector social tiene la posibilidad de generar y difundir relatos de una sociedad democrática, igualitaria, integradora e inclusiva a través de sus discursos y de buenas prácticas comunicativas.

-Diversidad: aceptación de la diversidad como hecho, necesidad y condición humana. Las amenazas de los discursos de odio se dirigen a las personas que no son el varón blanco europeo exitoso de mediana edad. Es decir, a toda la población con la que trabaja y a la que acompaña el Tercer Sector Social. Reivindicar y visibilizar la diversidad es, pues, parte de nuestro cometido.

-Organización: el fortalecimiento del tejido social es clave para una sociedad cada vez más fragmentada y una democracia amenazada. El Tercer Sector Social tiene un importante papel en la  articulación, estructuración e incidencia política desde sus organizaciones.

 

[1] https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/interior/Paginas/2022/031022-informe-delitos-odio-2021.aspx

[2]https://www.euskadi.eus/gobierno-vasco/-/noticia/2023/euskadi-registro-438-incidentes-odio-2022-inmensa-mayoria-fueron-lesiones-amenazas-y-coaccione

[3]

[4] https://www.eapn.es/publicaciones/514/guia-de-buenas-practicas-contra-la-discriminacion-los-discursos-de-odio-y-la-aporofobia

[5] https://www.eapn.es/publicaciones/525/estado-de-la-pobreza-en-espana-2023-primer-avance-de-resultados

[6] Definición abreviada de la Recomendación General nº 15 de la Comisión Europea con­tra el Racismo y la Intolerancia del Consejo de Europa (ECRI), recogida en https://www.gitanos.org/upload/96/00/GUIA_COMBATIR_DISCURSO_ODIO_FSG.pdf

[7] J.M. Landa, en Shershneva, Julia (Ed.). (2023). Zabaldu #1. Dimensiones desde la desigualdad. Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco. https://www.ikuspegi.eus/documentos/zabaldu/zabaldu1cas.pdf

[8] Para la aclaración jurídica sobre estos conceptos puede verse el reciente webinar de la Fundación Esplai “Aproximación a los delitos de odio”,  https://www.youtube.com/watch?v=bNMZjDPQdjY

[9] https://hogarsi.org/aporofobia-codigo-penal/

[10] Observatorio de delitos de odio. https://hogarsi.org/hatento/

[11] https://www.inclusion.gob.es/oberaxe/ficheros/documentos/Percepcioneslargo.pdf

[12] En el propio estudio se menciona que  “el paro y el empobrecimiento, la crisis de la cultura obrera, la ruptura de los lazos vecinales, el sentimiento de aislamiento y desconfianza social ante la llegada de nuevos vecinos, no solo inmigrantes o refugiados, sino todo tipo de personas que se mueven en la ciudad, todos estos rasgos pueden encontrarse en muchos otros lugares y permiten un ejercicio de abstracción y proyección de los resultados” (pag.9)

[13] https://ongietorrierrefuxiatuak.info/wp-content/uploads/2018/06/guia_contra_incendios_cast.pdf

[14] Pueden verse procedimientos de denuncia en

https://lgtbi-behatokia.eus/wp-content/uploads/2022/09/Guia-Breve-Victimas-Delitos-de-Odio-LGTBIfobicos.pdf

https://www.gitanos.org/upload/13/39/guia_antigitanismo_Fakali.pdf

https://www.eapn.es/publicaciones/516/infografia-como-denunciar-un-delito-de-odiohttps://ongietorrierrefuxiatuak.info/wp-content/uploads/2018/06/guia_contra_incendios_cast.pdf

[15]https://www.ertzaintza.euskadi.eus/lfr/web/ertzaintza/consejos-de-seguridad-detalle/-/asset_publisher/NOGwVuwOoZuK/content/consejos-delitos-de-odio

[16] https://www.accem.es/conoce-el-servicio-de-accem-de-asistencia-a-victimas-de-discriminacion-racial-o-etnica/

[17] https://hogarsi.org/pacto-social-contra-discursos-odio/

El Pacto Social ha sido firmado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+); Fundación Triángulo; Asociación Chrysallis; Fundación ONCE; CERMI; Cesida; el Consejo de la Juventud de España; Red Acoge; CEAR; HOGAR SÍ; Fundación Secretariado Gitano; CCOO y UGT.

[18]

https://www.nadiesinfuturo.org/IMG/pdf/INFORME_ARRAIGO_SOBRE_EL_ALAMBRE.pdf

[19] https://www.unesco.org/es/articles/lo-que-debe-saber-sobre-la-nueva-guia-para-combatir-los-discursos-de-odio-mediante-la-educacion#%C2%BFqu%C3%A9-aspecto-tiene

[20] Trinidad Vicente, “Inmigración y desigualdades sociales: el desafío de la inclusión en la sociedad vasca”, Zabaldu, 2023. https://www.ikuspegi.eus/documentos/zabaldu/zabaldu1cas.pdf

[21] https://intered.org/es/recursos/un-curriculo-orientado-la-ciudadania-global-aportes-para-su-construccion

[22]  https://www.eapn.es/publicaciones/514/guia-de-buenas-practicas-contra-la-discriminacion-los-discursos-de-odio-y-la-aporofobia

https://periodistasdearagon.org/wp-content/uploads/2022/01/Gu%C3%ADa-did%C3%A1ctica-migraciones.pdf

[23] Aquí pueden consultarse los sucesivos informes realizados: https://inmigracionalismo.es/proyecto/

[24] https://www.adolescenciayjuventud.org/wp-content/uploads/2021/02/Jovenes_en_la_Manosfera_Centro-Reina-Sofia_FAD.pdf

[25] EAPN, Guía de buenas prácticas contra la discriminación, los delitos de odio y la aporofobia. https://www.eapn.es/publicaciones/514/guia-de-buenas-practicas-contra-la-discriminacion-los-discursos-de-odio-y-la-aporofobia

[26] https://periodistasdearagon.org/wp-content/uploads/2022/01/Gu%C3%ADa-did%C3%A1ctica-migraciones.pdf