Autor/a: Observatorio Vasco del Tercer Sector Social
Nº Breve: 03/2023

Introducción: El Barómetro de la POAS

La Plataforma de ONG de Acción Social (POAS) es una organización privada de ámbito estatal y de utilidad pública, aconfesional y sin ánimo de lucro, cuya misión consiste en defender los derechos de los grupos y personas más desfavorecidos, promover la participación en el ámbito de la Acción Social, generar cambio social, representar a sus organizaciones ante los poderes públicos y liderar a éstas en torno a un proyecto compartido.

Está formada por 35 entidades de acción social a nivel estatal y es una organización de referencia entre dichas organizaciones y como interlocutora y agente ante la ciudadanía y la administración pública.

Entre las tareas que lleva a cabo está la generación de informes y documentos que desarrollen el conocimiento sobre el tercer sector y lo pongan a disposición de la ciudadanía. Recientemente (febrero del 2023) ha publicado el Barómetro 2022 del Tercer Sector de Acción Social (TSAS), del que nos vamos a ocupar en este breve. Este estudio se enmarca en el conjunto de la misión de la POAS y forma parte de una línea de trabajo para mejorar el conocimiento del TSAS que la POAS viene desarrollando desde hace años[1].

El Barómetro del TSAS ofrece un análisis cuantitativo y cualitativo del tercer sector social a nivel nacional. Quiere entender cómo se comporta el sector, cuál es su alcance e impacto, y mostrar su realidad.  En el informe se estudian la dimensión del sector y su contribución social, las actuaciones que desarrolla, las personas que trabajan y colaboran en él, su financiación y gestión, sus relaciones internas y externas y su articulación institucional.

El Barómetro 2022 se compone de dos partes diferenciadas:

-Una cuantitativa: “Barómetro del Tercer Sector de Acción Social en España 2022: Innovación y transformación para una sociedad más justa”. Para dar a conocer la situación del tercer sector en su estructura, organización, actividad, base social, financiación, rol desempeñado y aportación de valor a la sociedad.

-Otra cualitativa: “Construyendo ecosistemas de innovación social. La contribución del Tercer Sector de Acción Social a una transición digital y ecológica justa en España”. Para analizar los retos de futuro, su impacto en la innovación social, el empleo inclusivo y la canalización de la solidaridad, y las respuestas que el TSAS da a estos retos.

Contexto y tendencias generales

El informe del Barómetro 2022 del TSAS señala las tendencias generales que están afectando al Tercer Sector a nivel estatal y europeo,  y los retos que se derivan de ellas.

Las tendencias que se perciben son la convergencia europea, el desdibujamiento de las fronteras tradicionales del sector en los procesos de hibridación, la coexistencia de competencia y colaboración entre tercer sector y empresa, y las colaboraciones con el cuarto sector.

El TSAS de España comparte con el resto de países europeos desafíos como el crecimiento de la pobreza, las desigualdades sociales y la exclusión, la prolongación de la esperanza de vida, los cambios en las estructuras familiares, los efectos de la transformación digital y la crisis climática. A la vez, el TSAS español participa cada vez más en espacios y plataformas europeas, y es influido por sus políticas y barreras (falta de financiación, peso burocrático y déficit de recursos).

Otra tendencia que se observa es que las fronteras del tercer sector se desdibujan: las organizaciones se han vuelto más empresariales, las empresas han entrado en el mercado de servicios de bienestar, y son habituales los procesos de hibridación en ecosistemas de valor compartido.  Esto es: hay organizaciones que adoptan estrategias de generación de ingresos y orientación al mercado (tanto en su relación con personas usuarias como con administraciones públicas), y otras que se sitúan en la economía social (empresas sociales y cooperativas) en busca de respuestas a nuevas necesidades y de financiación estable. Al mismo tiempo la empresa privada se abre paso en la prestación de servicios sociales o incorporan propósitos sociales a su actividad. El tercer sector social alterna la cooperación y la competencia con las empresas ante las nuevas demandas sociales, y también colabora con la sociedad civil informal en procesos de innovación social.

Con todo ello se difuminan los límites tradicionales del sector, y se presenta el reto de la identidad: el sector se mueve en la tensión entre la mercantilización y profesionalización en defensa de nichos del mercado de servicios sociales, y el ser conciencia y voz solidaria de la sociedad civil, sensibilizando y promoviendo la participación y el asociacionismo.

También se señala en el informe una tendencia que se ha venido observando en los últimos años: el comportamiento contracíclico del TSAS que apunta a que, ante situaciones de crisis, el sector crece (en trabajo, en ingresos y en capacidad de adaptación). El Barómetro describe un tercer sector atento a las necesidades sociales, con capacidad de cambio y respuesta debido a su proximidad y capilaridad. El comportamiento contracíclico del sector se evidencia en que, ante ciclos económicos recesivos, el TSAS aumenta sus ingresos y gastos. Los datos muestran que cuando la sociedad está sufriendo/viviendo más situaciones problemáticas, la actividad del TSAS crece para darle respuesta y, consecuentemente, el número de atenciones realizadas crece y la también la contribución al PIB del sector.

Pese a ello, la sostenibilidad del sector sigue siendo un reto, tanto en el plano económico (fuentes de financiación estables y diversificadas), como social (garantizar el relevo generacional en el sector, cocrear con otros agentes de la sociedad civil, mantener un enfoque de igualdad de género y diversidad) y medioambiental (gestionar su propio impacto medioambiental, transitar a un modelo de economía circular).

La innovación social y la transformación digital también son un reto. El TSAS tiene una posición privilegiada para  desarrollar nuevas ideas y relaciones en respuesta a las necesidades sociales crecientemente complejas, gracias a su ubicación de proximidad. A la vez, el sector se ve afectado por la transformación digital, y el reto es aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos que dicha transformación le plantea  (para lo cual se requiere el esfuerzo financiero y normativo de las administraciones).

Situación y caracterización del sector

La diversidad es característica del TSAS, en cuanto a  la naturaleza jurídica, tamaño, campos de actuación, especialización y territorialidad de las organizaciones. En cuanto al volumen económico, 2/3 de las entidades son muy pequeñas. De hecho, casi el 50% tiene menos de 30.000 euros de presupuesto anual, mientras que las más grandes (con más de un millón de euros anuales) son solo el 10% del sector. En cuanto a los equipos de trabajo, el 40% de entidades no tiene personas contratadas, es decir, están compuestas únicamente por personas voluntarias. La mayor parte (78,3%) tiene la forma jurídica de asociación. Respecto a su ámbito geográfico de actuación, las hay locales (mayoritariamente asociaciones), provinciales y autonómicas (entre las que destacan las fundaciones).

Durante el año 2021 las entidades del TSAS  realizaron casi 48 millones de intervenciones. El rol del sector en la promoción del bienestar y la provisión de servicios sociales es fundamental, especialmente en servicios personalizados a personas vulnerables. Los campos de actuación prioritaria son la discapacidad, la infancia, la igualdad de oportunidades para las mujeres, las personas en situación o riesgo de pobreza, las personas mayores, los jóvenes, las enfermedades crónicas/raras, la enfermedad mental y la migración. En la acción social, los ámbitos de vivienda, inserción laboral, van bajando, y crece la dimensión sociosanitaria.

Las organizaciones del TSAS cumplen una doble misión: por un lado, la sensibilización social (80% de las entidades la realizan) a través de la defensa de derechos y valores sociales; y, por otro lado, la atención a las necesidades. Esto se lleva a cabo por parte del 84,7% de las organizaciones, en los ámbitos de acción social, acción sociosanitaria, integración y cooperación internacional.

El sector es clave en empleo: aporta el 3,2% del personal asalariado en España, medio millón de personas. Al respecto, también se observa en esta cuestión una tendencia contracíclica, es decir: el personal asalariado aumenta cuando hay más necesidades sociales, y desciende en los períodos de recuperación. En cuanto a su caracterización, se trata de un personal remunerado mayoritariamente cualificado (70% de personas con estudios universitarios), y femenino (80% de mujeres), con importante presencia de personas jóvenes (1/3 son menores de 35 años).Una tercera parte del total del personal contratado en servicios sociales y sanitarios procede del tercer sector. Pese a ello, la calidad del empleo sigue siendo un reto: casi el 50% tienen jornada parcial, el 25% con contratos temporales (con tendencia a ir estabilizándose).

El voluntariado, que se activa más en las peores épocas, es un pilar fundamental del sector, de hecho, el informe del Barómetro 2022 señala que es el gran activo: el 80% de los recursos humanos disponibles en las organizaciones. Actualmente son 1.100.000 personas voluntarias las que colaboran en el TSAS, mayoritariamente en entidades singulares (Cáritas, Cruz Roja, ONCE). También es un voluntariado mayoritariamente cualificado (54,7% con estudios universitarios) y con importante presencia femenina (66,3%). La feminización del sector también es visible en los órganos de gobierno: en los últimos años ha aumentado la presencia de mujeres en los mismos,  llegando al  60%, mientras que la media en las empresas privadas es solo de un 33%.

Además, el voluntariado tiende  al envejecimiento (la ratio de personas de hasta 35 años por cada una mayor de 65 ha descendido a 1,81), lo que plantea el reto de la regeneración.

Los ingresos del TSAS representan un 1,44% del PIB español del 2021; en este porcentaje el sector mantiene su peso en relación con años anteriores. El conjunto de entidades del TSAS gestiona anualmente 17.500 millones de euros, lo que supone un incremento del 10,5% respecto al año 2020.

En cuanto a la financiación, el sector está en recuperación. EL TSAS activa recursos económicos con   financiación desde múltiples fuentes: el 47% de las fuentes son públicas, el 22% son privadas, y el 31% son recursos propios. El sector ha disminuido su capacidad de acceder a distintas fuentes de financiación, y ha aumentado el peso de la financiación pública.  Como desafío, se identifica que para una mayor continuidad e impacto de la actividad del sector se precisa una financiación más estable.

En su vertebración, el sector colabora frecuentemente con administraciones públicas (50% de entidades lo hacen si bien con insatisfacción) y progresivamente con empresas (a veces colaboradoras o socias, a veces competidoras). De hecho, en torno a  un  31% de servicios se presta en alianza con otros agentes. Un 80% de las entidades considera importante la colaboración con empresas para el futuro. Si nos fijamos en la vertebración interna, la colaboración interna y la participación en entidades de segundo nivel (redes, plataformas, confederaciones) ha descendido (40%) en los últimos años.

El TSAS, compuesto mayoritariamente por entidades pequeñas, hace esfuerzos en la mejora de su gestión: al menos la mitad hacen planes de igualdad, de formación, de prevención de riesgos o de gestión del voluntariado.  Sin embargo,  algunos planes importantes son realizados solo por cuatro de cada diez entidades, principalmente las medianas y grandes, como es el caso de los planes de evaluación, transparencia, comunicación y plan estratégico. Esto puede deberse a la falta de medios o la urgencia de atender a necesidades básicas. De manera generalizada, se constata una insuficiente inversión en formación: el porcentaje de entidades que realizan formación para personas empleadas ha descendido al 74,7%, y al 53,5% para personas voluntarias.

Por último, se observa en el TSAS  un proceso de transformación digital incipiente y heterogénea, con porcentajes desiguales de adopción y uso de las diferentes herramientas digitales. Los retos  y dificultades que se advierten son la falta de medios (68,2%) y de capacitación (48,6%), y entre personas usuarias, falta de capacitación (46,2%) y  de acceso (37,8%).

Comparativa con Euskadi

En Euskadi se han identificado algunos elementos y tendencias comunes con los que el Barómetro de la POAS describe. El Barómetro 2021 del Tercer Sector Social en Euskadi (en adelante, TSSE) también caracteriza al sector como diverso y plural: en cuanto a su composición está formado mayoritariamente por asociaciones, con gran presencia de organizaciones pequeñas y medianas (con menos de 300.000 euros anuales de gasto) que suponen el 90% del sector. El 98% son organizaciones de base, y las redes o entidades de segundo o tercer nivel son un 2,1%.

El TSSE comparte con el TSAS la misma diversidad en cuanto a su actividad, ya que las organizaciones pequeñas y medianas se dedican al ámbito social-transversal y al tiempo libre, mientras que las grandes se ocupan mayoritariamente de empleo y servicios sociales.

La mayor parte de las organizaciones del TSSE (el 83,5%) compagina la provisión de servicios con funciones de sensibilización y defensa de derechos, algo semejante a lo que ocurre en el TSAS.

Es significativo que la contribución económica del TSSE y su volumen de empleo son mayores que en el TSAS: en Euskadi el sector emplea al 4,06% de la población ocupada (según datos del Libro Blanco de 2020) y su contribución al PIB vasco es del 2,4% (según datos del Barómetro de 2021) Por otra parte, la feminización del personal remunerado y del voluntariado es una tendencia compartida entre el TSSE y el TSAS (72,9% personal remunerado femenino y 66,5% en el voluntariado en Euskadi), aunque se constata que el nivel formativo de dicho voluntariado es más alto en el TSAS; en el TSSE, en cambio, hay una mayor estabilidad del personal remunerado (71%).

En el TSSE el peso de la financiación pública  (54,1%) es algo mayor que en el conjunto del TSAS. De ella, el 37,7% se da en forma de subvenciones, aunque también hay otras fórmulas como contratos y convenios. Entre la financiación privada destacan las cuotas de personas socias o afiliadas,  con el 17,6% del total de ingresos de las organizaciones; en el TSAS este porcentaje asciende al 26,3%.

En cuanto a los retos señalados en el Barómetro de la POAS y el Libro Blanco del TSSE de 2020 y el Barómetro 2021 del TSSE, encontramos como reto compartido el de la identidad y coherencia del sector. El Barómetro del TSAS detalla el impacto de la hibridación del sector con el ámbito empresarial y las colaboraciones con el cuarto sector, mientras que el Libro Blanco del TSSE incide en la importancia de mantener la lógica específica del sector en su proceso de apertura a la relación con otros agentes.

La diversidad del sector, la atomización debida a la cercanía y la capacidad de crear alianzas coexisten con el reto de potenciar el sentido de pertenencia de las organizaciones (especialmente las más jóvenes). El sector tiene el reto de mantener el equilibrio entre la orientación transformadora y la provisión de servicios, como también señala el Barómetro POAS 2022. Su papel como agente social e interlocutor en los procesos de transformación se puede apoyar en el fortalecimiento interno (redes, plataformas y procesos), así como el desarrollo de colaboraciones externas, herramientas de evaluación de impacto y valor y procesos de innovación social.

La sostenibilidad económica y social del sector es también un reto relevante, con la necesidad de diversificar las fuentes de financiación así como de acoger los cambios en la participación social y de vinculación ciudadana, y atraer talento al sector (aspectos destacados por el Libro Blanco del TSSE).  El sector tendrá un reto ante la transición social y el reto demográfico que supone el envejecimiento de la población.

Asimismo, se reconoce el reto compartido en torno a la transformación digital y la innovación en el sector (que implica también la dimensión social y relacional, no solo la tecnológica).

También se reconoce la importancia de fortalecer las relaciones internas (estructuración, redes y alianzas) y externas (que potencien su interlocución como agente social) tanto a nivel estatal como en Euskadi. En ello será relevante visibilizar tanto el impacto del tercer sector como su valor añadido (en la protección de derechos sociales y la cohesión social, entre otros). El fortalecimiento del sector en su identidad específica ante otros agentes tendrá que ir de la mano de una mayor estabilidad en la calidad del empleo en el sector.

La innovación en el tercer sector social

Como novedad, el Barómetro 2022 del TSAS recoge un apartado centrado en la innovación. A partir de una metodología cualitativa, investigadoras de la Universidad de A Coruña han desarrollado un análisis de los procesos de innovación en el TSAS. El proceso ha incluido exploración documental, entrevistas en profundidad y grupos de discusión.

Gracias a todo ello, el Barómetro de la POAS  profundiza, a través de experiencias concretas, en tres ámbitos de actuación en los que se identifican los principales problemas y retos de futuro. Los tres ámbitos explorados han sido:

-innovación social de base tecnológica de apoyo a la vida independiente (tecnologías para personas con discapacidad o diversidad funcional, a través de Cruz Roja),

-canalización de la innovación y solidaridad ciudadanas y capacitación del talento digital para una sociedad más resiliente (a través de la Fundación ONCE),

-ecosistemas de empleo inclusivo y servicios circulares (proyecto de tratamiento y reciclaje de ropa, en Cáritas).

Estos 3 ámbitos se presentan en 3 casos con una estructura común. En ellos se constata la riqueza y diversidad de las contribuciones del tercer sector, significativas en todas las fases. El tercer sector social contribuye a las prácticas innovadoras gracias a su cercanía y proximidad a las necesidades y expectativas de las personas con las que trabaja. Sus dificultades, en cambio, son la atomización del sector y su situación ante la transformación digital (incipiente y heterogénea). El Libro Blanco del 2020 reconocía asimismo el reto de apostar por la transformación digital de las organizaciones; además se señalaba la necesidad de mejorar la comunicación e incrementar el capital social de las mismas.

Sostener la innovación en el tiempo es posible solo para las entidades grandes: las entidades singulares arriba citadas han sido fundamentales para desarrollar los 3 casos descritos. Para poder llevar a cabo las citadas innovaciones, las organizaciones del sector resuelven sus necesidades estructurales de recursos a través de alianzas, más intersector que intrasector, con colaboraciones sorprendentes (con empresas privadas o con el cuarto sector) que amplían y desdibujan su identidad (puesto que se dan alianzas fuera de sus tradicionales filiaciones).

El riesgo que se plantea es que el tercer sector contribuya con su creatividad a crear mercados nuevos –por ejemplo, la teleasistencia o el reciclaje de ropa- de los que luego sea expulsado por la competencia empresarial. Esto requiere solicitar a la Administración que sea sensible al carácter diferencial del sector y su naturaleza sin ánimo de lucro, a través de líneas específicas y mecanismos que ya existen, como la contratación pública y la compra innovadora y responsable.

Finalmente, el informe constata el reposicionamiento de la autoimagen del TSAS desde la prestación del servicio hacia la incidencia basada en la participación y la movilización comunitaria. No se trata tanto de suplir servicios sino de reclamar derechos, y el papel de las administraciones en garantizar un marco normativo y financiero que permita transiciones digitales y medioambientales justas, reglas adecuadas y  financiación. Para ello, el tercer sector es un interlocutor clave. Este necesario papel del tercer sector social como agente de transformación social es igualmente reconocido por el Libro Blanco del TSSE 2020.

Al igual que en el Barómetro del TSAS, en el Barómetro 2021 del TSSE ya se señalaba la necesidad de trabajar tanto la coherencia interna como la legitimación social y la valoración del Tercer Sector, poniendo el foco en la transparencia, la medición de impacto y la aportación de valor; también se hacía presente la necesaria cooperación entre organizaciones, como línea de trabajo importante en los próximos años (siempre manteniendo las lógicas propias del sector).

El Barómetro de la POAS puede consultarse online en: https://www.plataformaong.org/ARCHIVO/documentos/biblioteca/1676295113_resumenejecutivo-barometro-3-sector.pdf

 

[1] Para su elaboración se ha seguido la metodología de los anuarios de la Fundación Luis Vives, con un mismo cuestionario y una mirada longitudinal (que permite establecer comparaciones entre distintos años). Esto permite estimar la dimensión del sector, su peso en la economía, el capital social del que consta. El cuestionario se modifica en función de las necesidades que se ven; por ejemplo, en esta ocasión era importante reflejar la transformación digital.