Autor/a: Observatorio Vasco del Tercer Sector Social
Nº Breve: 07/2022

¿Por qué hablar hoy de sistematización de experiencias?

¿Qué sabemos de lo que sabemos? ¿Qué sabemos de cómo sabemos?

            Los seres humanos vivimos aprendiendo. De nuestro entorno, de los demás, de lo que hacemos y de nosotros mismos. Nuestra experiencia vital está hecha de cambios, y ante los cambios nos situamos combinando lo que ya conocemos y lo que podemos descubrir. El mundo actual nos sitúa ante un panorama de cambios constantes, rápidos e imprevisibles que pueden generarnos confusión y desorientación. Ante ello, contar con la referencia de nuestra propia experiencia es fundamental. Recordar lo que sabemos y cómo hemos llegado a saberlo nos sirve para afrontar lo desconocido.

Y si nuestro trabajo en el mundo es un trabajo de acción, de intervención y de relación, necesitamos formas de recuperar ese tipo de conocimiento, esos aprendizajes nacidos de la experiencia.

En el contexto de las organizaciones se habla de gestión del conocimiento, de innovación, como claves de futuro. En este documento queremos recordar al tercer sector social una forma de recuperar el saber nacido de la experiencia. La sistematización de experiencias es una forma autogestionada, participativa, empoderante y consolidada de apropiarnos de los saberes adquiridos en la práctica.

Y queremos hacerlo porque estamos viviendo acontecimientos y procesos novedosos, sorprendentes, a veces traumáticos, a veces súbitos, que nos demandan no solo capacidad de reacción, sino también de reflexión y de apropiación. Entre otras cosas, porque es posible que sigan ocurriendo. La situación climática, económica y social nos pone delante un horizonte desconocido y nos requiere estar preparados para un mundo que cambia y que seguirá cambiando. O quizá, según U. Beck, un mundo en metamorfosis. Es pertinente que las organizaciones del tercer sector social puedan preguntarse qué saben de sí mismas y de su experiencia, y con qué cuentan para un futuro incierto.

 

La definición que Oscar Jara[1] propone sobre el proceso de sistematización de experiencias es:

Interpretación crítica de una o varias experiencias que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso, los factores que han intervenido en él, cómo se han relacionado entre sí y por qué lo han hecho de ese modo”.

 

¿De dónde viene la sistematización de experiencias?

La sistematización de experiencias surge en el contexto de la educación popular y de los proyectos de cooperación y desarrollo –sobre todo rural-, en Latinoamérica. Diversos agentes sociales que desarrollan proyectos caen en la cuenta de que en estos procesos se generan conocimientos y saberes que no son recogidos y que, por lo tanto, no pueden ser compartidos con otras personas en otros lugares. Se reconoce el valor transformador de una experiencia, la posibilidad de reflexionarla y la pertinencia de compartirla. De ahí nace la voluntad y la capacidad de recoger de una manera ordenada, crítica y comunicable el conocimiento surgido de la experiencia. Se trata de que sea un conocimiento no solo descriptivo, sino interpretativo: cómo sucedieron las cosas, por qué sucedieron así y no de otra manera, y qué aprendizajes se apropia el grupo que atravesó esa vivencia. Es una propuesta de autoconocimiento y conocimiento multidireccional, que permite generar cambios, estrechar lazos, crear relaciones institucionales, visibilizar acciones y potenciar vínculos estratégicos.

También se ha utilizado como método de investigación, en procesos educativos, de desarrollo comunitario y de intervención con familias o grupos en trabajo social.  Es, pues, aplicable a los contextos de intervención social, que también pueden aprender de sus propias experiencias para fundar colectivamente su orientación y desarrollo en contextos inciertos y cambiantes.

Así, se plantea una forma de conocimiento vinculada a la experiencia pero situada en un contexto de reflexión y racionalización, una teoría que viene de la práctica. Esto permite apuntar a la adaptación, la evolución y la creación crítica. Al recuperar los elementos críticos de la experiencia vivida se puede generar acción transformadora (de la realidad y de las personas); y construir nuevos saberes, sensibilidades y capacidades. Está relacionada con la planificación y la evaluación, ya que permite tomar decisiones de mejora, pero no se centra en medir resultados, sino en recuperar experiencias desde una actitud crítica de revisión epistemológica.

La sistematización, por lo tanto, se puede entender:

como COMUNICACIÓN DE APRENDIZAJES

como HERRAMIENTA DE APRENDIZAJE

como GENERACIÓN DE CONOCIMIENTO

como PROCESO PARTICIPATIVO

en contraste con la INVESTIGACIÓN y con la EVALUACIÓN

 

¿Qué tipo de conocimiento nos aporta la sistematización de experiencias?

El proceso de sistematización nos permite rescatar un conocimiento teórico y formalizado basado en la práctica y construido en un proceso colectivo participativo. Es un tipo de investigación cualitativa que da un lugar privilegiado a los participantes, a la subjetividad, al contexto (historia local, perspectivas), a la lógica y los sentidos de las prácticas. Toma en cuenta los imaginarios de los actores y actrices del proceso. Busca comprender y revelar las relaciones entre los distintos elementos del proceso, para comprender su coherencia.

Es, además, un conocimiento crítico, interpretativo; no se limita a ser una recolección histórica y ordenada de datos o un simple relato de memoria, sino que busca la lógica implícita en el proceso, y por tanto contribuye a rescatar su significado para todas las personas que participan en el proceso. El conocimiento que se obtiene en este proceso va más allá de los datos (lo objetivo, lo que está en el mundo) o de la información (mediación significativa entre el mundo y las personas). Este conocimiento surge del aprendizaje experiencial (diálogo permanente entre las ideas y los hechos) e implica apertura al descubrimiento.  Se trata de un proceso en el que mirar las experiencias como procesos históricos, dinámicos y complejos, vividos por diferentes actores y actrices sociales en contextos determinados social, económica y culturalmente, y en momentos institucionales concretos. Es decir, experiencias únicas, de las que se pueden obtener aprendizajes únicos pero también compartibles con otras personas y colectivos. Considera los datos, las percepciones, las situaciones y las relaciones con el contexto. Es un proceso de comprensión interpretativa y transformadora que puede orientar políticas e intervenciones posteriores, y que también sirve para el fortalecimiento de la propia conciencia: saberse capaces de crear, responder y transformar la realidad a partir de aquello que se ha experimentado y vivido.

Al ser fruto de un proceso de elaboración y de interpretación grupal permite que todas las personas participantes se apropien del mismo, por lo que fortalece y empodera.

El conocimiento no se entiende como propiedad fragmentaria y reservada a los expertos, sino como integración significativa fruto de un proceso colectivo. La sistematización ofrece a las personas la posibilidad de un aprendizaje, una comprensión significativa de sus prácticas, de formación y empoderamiento de los protagonistas de dichas prácticas.

Recoge con sentido las experiencias pasadas y abre posibilidades de futuro desde la solidez de los procesos ya vividos y su comprensión. Es un conocimiento para la transformación social.

Por su origen y desarrollo, es un tipo de saber no hegemónico: procede de la educación popular y de la cultura social y académica de Latinoamérica. Nos aporta la visión y el conocimiento de los “saberes sur[2]”, vinculados a la libertad y a la acción (prácticas de libertad y creación vinculadas a lo colectivo). El feminismo ha señalado la importancia de tener en cuenta otros orígenes y formas del saber para crear prácticas transformadoras en el tercer sector. La sistematización de experiencias nos proporciona este tipo de saber, y validar lógicas alternativas al modelo hegemónico de pensamiento e intervención.

La sistematización es formativa y construye poder. Es una formación integral que nos ayuda a constituirnos como sujetos críticos y creadores, de la vida económica, social, política y cultural. Es un proceso político-pedagógico que genera diversas formas de protagonismo popular. Desarrolla capacidades para poder ejercer nuevas relaciones de poder, que no sean autoritarias, excluyentes, de dominación, de discriminación, sino relaciones equitativas, justas, respetuosas de la diversidad y de la igualdad de derechos. Relaciones que apunten a la constitución de una cultura política democrática y de solidaridad, que atraviese todas las dimensiones de la vida.

Es, además, un tipo de conocimiento destinado a ser compartido. La experiencia se considera una fuente de conocimiento recuperable y socializable. Su valor está, precisamente, en la posibilidad de ser compartida, de que otros agentes sociales puedan aprender de ella y tomarla en cuenta para sus actuaciones futuras. Compartir el saber es fundamental para impulsar procesos de cambio y necesario para las organizaciones; el aprendizaje se organiza para comunicarlo a otros.

El proceso se basa en un método, y como tal, posee unas herramientas y una lógica de racionalización que ayuda a ordenar e interpretar, a comunicar y a tomar conciencia de la experiencia. Es un método autónomo, independiente de expertos, replicable y ajustable a cada situación y contexto (por lo tanto, es al mismo tiempo riguroso y flexible: no se puede hacer de cualquier manera, ni tampoco de una sola manera o siempre de la misma manera). Implica un esfuerzo analítico (un procedimiento ordenado, minucioso) que requiere cierta toma de distancia de la acción, una perspectiva con su propia exigencia de reflexión, de ir más allá de lo obvio. Es el desafío de construir nuevas propuestas comprendiendo el sentido de lo que ya se hizo. Por eso requiere tiempo. Es una inversión a largo plazo: todos los agentes salen fortalecidos al apropiarse significativamente de la experiencia. Puede hacerse de manera autónoma, sin necesidad de recursos externos, aunque si los hay pueden ser de mucha ayuda.

Une la reflexión y la vida: desarrolla el hábito de pensar en la acción.

El conocimiento que se obtiene es, pues,

-Teórico y práctico

-Crítico, interpretativo y significativo

-De apropiación colectiva, de abajo arriba

-Generador de empoderamiento

-Saber “sur”

-Integral

-Transformador

-Comunicable

-De proceso

-Autónomo

-Dialógico

 

Requiere tener bien integrada la noción de la interpretación crítica: no se trata solo de describir, narrar, clasificar u ordenar (todas ellas acciones necesarias en el proceso), sino de poder darle a todo ello un sentido consciente a través de la interpretación. Esta elaboración reflexiva es la que necesita un tiempo propio, escapa a la inmediatez. Se trata de interrogar a la experiencia para ver por qué pasó lo que pasó.

 

¿Qué etapas sigue este proceso?

Decíamos que la sistematización de experiencias es un método de investigación cualitativo en el que se interroga a la experiencia y es desde ella de donde vienen las respuestas. Esta interrogación se desarrolla en varias etapas. Recogemos aquí el planteamiento del proceso según Oscar Jara[3].

 

  1. El punto de partida: vivir la experiencia

La sistematización parte siempre de una experiencia vivida: una práctica concreta en la que ha participado un grupo de personas. Estas serán las protagonistas del proceso (aunque puedan contar con apoyo externo para la facilitación, para organizar la información o para comunicarla).

Los registros de la experiencia son el material de partida que se utilizará: actas, informes, documentos fotografías, grabaciones, etc.

 

  1. Preguntas iniciales: nos van a permitir definir un plan de sistematización.

¿Para qué queremos sistematizar?

¿Qué experiencia (o parte de ella) queremos sistematizar?

¿Qué aspectos de la experiencia nos interesan? (eje de la sistematización)

¿Qué fuentes de información vamos a utilizar?

¿Qué procedimiento vamos a seguir? (el plan: definir las tareas a realizar, los responsables de las mismas, las personas participantes, los tiempos, las herramientas, los recursos y el cronograma).

Hay que tener en cuenta que el foco inicial está en las acciones, pero entendiendo que bajo ellas se encuentra un entramado de relaciones y aprendizajes compartidos que interesa revelar.

 

  1. Recuperación del proceso

Reconstruir la historia: lo que sucedió, en orden cronológico. Incluir los principales acontecimientos, las opciones, los momentos importantes, los cambios, las etapas. A través de técnicas gráficas (líneas de tiempo) o narrativas.

Ordenar y clasificar la información: en torno al eje de sistematización se ordena descriptivamente toda la información disponible (matrices, cuadros, diagramas, etc.)

La recopilación de información se centra en el eje de sistematización, pero atendiendo a la información contextual para entender el entramado de relaciones y factores que afectan o se ven afectados por la experiencia. Se trata de recoger toda la información posible, de diferentes maneras (métodos y técnicas participativas). Luego toda esta información debe exponerse de forma descriptiva (de forma tanto presencial como escrita), reflejando por igual todas las aportaciones, para que todas las personas participantes se vean reflejadas y estén de acuerdo en cuáles son los puntos en los que centrar la reconstrucción participativa.

 

  1. Reflexiones de fondo: ¿por qué pasó lo que pasó?

-Análisis y síntesis: se inicia el proceso interpretativo, primero de los componentes por separado y luego relacionando los componentes entre sí. Se ve lo particular y lo global, lo personal y lo colectivo.

Interpretación crítica: al preguntar por las causas se identifican tensiones, contradicciones, relaciones, factores fundamentales. Se busca la lógica que subyace a la experiencia. Se confrontan las reflexiones surgidas de la práctica con planteamientos teóricos.

 

  1. Puntos de llegada

Formular conclusiones y recomendaciones: son las afirmaciones que surgen como resultado del proceso. Pueden ser teóricas o prácticas. Dan lugar a nuevos aprendizajes, abren al futuro. Deben responder a los objetivos iniciales.

Elaborar productos de comunicación: se comparten los aprendizajes a través de una estrategia de comunicación, creando diferentes materiales y diseñando un modo de compartirlos con las personas implicadas y con otros sectores.

 

¿Qué se necesita para su aplicación?

-Haber vivido una experiencia. La sistematización siempre va precedida de una práctica, a la que se aplica: una intervención, un proyecto, un programa o acción en proceso o ya desarrollada.

-Tener la motivación de sistematizarla. El proceso de sistematización es un reto que las personas de la organización deben asumir colectivamente. Puede haber entre las participantes personas encargadas de la facilitación o de sintetizar la información, pero en todo caso es un compromiso de todas las personas que forman parte de la experiencia. La valoración de la experiencia y la comprensión significativa de la lógica del proceso es cosa de todo el grupo. Es el propio grupo el que definirá para qué quiere realizar la sistematización.

A lo largo del mismo habrá que tener en cuenta cuáles son las relaciones de poder intragrupales e intergrupales, así como los imaginarios personales y colectivos.

Integrar la sistematización en la estrategia institucional. Además de tener su propia disciplina, la sistematización requiere ser integrada en una estrategia que articule planificación, evaluación, investigación y sistematización. Solo puede hacerse si se le da prioridad real.

Apropiación del proceso por parte de los actores y actrices participantes. Todas personas han de estar de acuerdo en que es el proceso que deciden hacer. No es un diagnóstico o una evaluación, sino un profundo proceso de cuestionamiento institucional, y requiere transparencia, codecisión y esfuerzo compartido.

Orientación al largo plazo: es un proceso que requiere tiempo y confianza. Es frecuente que los aprendizajes, al ser fruto de una elaboración significativa y colectiva, no emerjan hasta la última etapa. Es importante tenerlo en cuenta para que el grupo se sienta sostenido durante el proceso.

Vocación de aprender: se necesita curiosidad, apertura al descubrimiento, espíritu crítico y capacidad de escucha. Hace falta al mismo tiempo evitar juicios de valor y tratar de entender cuál es la percepción de las otras personas y el peso de las relaciones, los imaginarios y los contextos, además de aportar la propia reflexión. Hay que dejar hablar a la experiencia sin tratar de influir en ella.  Se genera así una interpretación crítica de la experiencia, que incluye los errores y construye sentido desde ellos.

-Apertura al cambio: en un proceso de sistematización se produce una deconstrucción de la experiencia, y un reposicionamiento o transformación de valores, creencias y prácticas individuales e institucionales. Se abren nuevas formas de ver cómo funcionan las cosas, cómo se entiende la realidad y cómo se incide sobre ella. Es, pues, un proceso de revisión epistemológica que permite nuevas formas de comprensión.

 

Aplicación: ¿qué se puede sistematizar en el tercer sector social?

Como hemos estado describiendo, la sistematización de experiencias puede darse allí donde hay una experiencia y un grupo de personas protagonistas de la misma que decide entrar en el proceso. Sea cual sea el ámbito o tipo de intervención que se hace, allí donde un colectivo quiere reflexionar críticamente sobre su propia práctica puede iniciarse la sistematización de su experiencia.

Varias publicaciones recogen experiencias realizadas, o combinan la descripción de experiencias realizadas con la teorización sobre el proceso. Son experiencias desarrolladas en América Latina y en Europa, en ámbitos diversos: educación popular, educación formal, promoción de los derechos humanos, gestión municipal, desarrollo rural, salud, intervención social, trabajo con jóvenes, educación para la ciudadanía global, género, experiencias de paz, asociacionismo, desarrollo sindical, seguridad alimentaria, economía solidaria… Se pueden consultar en:

https://sistematizandoexperiencias.wordpress.com/bibliografia-basica/

https://cepalforja.org/sistem/bvirtual/.

http://centroderecursos.alboan.org/sistematizacion/es

https://www.iniciativasdecooperacionydesarrollo.com/category/sistematizacion-de-experiencias/

https://www.intered.org/es/recursos/guia-para-la-sistematizacion-de-experiencias-educativas-transformadoras

 

Bibliografía

Alboan, Hegoa, IDH Pedro Arrupe, (2006) La aventura de la sistematización. Cómo aprender de nuestras prácticas desde nuestras prácticas.  https://publicaciones.hegoa.ehu.eus/uploads/pdfs/55/Guia_sistematizacion_2006._Castellano.pdf?1488539189

Askunce, C; Eizagirre, M; Urrutia, G. (2004) La sistematización, una mirada a nuestras prácticas. Guía para la sistematización de experiencias de transformación social https://publicaciones.hegoa.ehu.eus/publications/165

Carvajal, A. (2004) Teoría y práctica de la sistematización de experiencias, Editorial de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, Cali.

FAO (2004), Guía metodológica de sistematización. Programa Especial para la Seguridad Alimentaria en Centroamérica. https://www.fao.org/3/at773s/at773s.pdf

IICA (2010), Develando experiencias: otra mirada hacia la sistematización.   http://centroderecursos.alboan.org/ebooks/0000/0913/6_DIA_DEV.pdf

Jara, O, (2011), Orientaciones teórico-prácticas para la sistematización de experiencias, Alforja. http://centroderecursos.alboan.org/sistematizacion/es/registros/6793-orientaciones-teorico-practicas-para-la

Jara, O. (2019), La Sistematización de Experiencias, práctica y teoría para otros mundos posibles.  https://cepalforja.org/sistem/bvirtual/wp-content/uploads/2019/09/La-Sistematizaci%C3%B3n-de-Experiencias-pr%C3%A1ctica-y-teor%C3%ADa-para-otros-mundos-posibles

OIT, Guía de sistematización para experiencias de sindicalización y negociación colectiva desarrolladas por organizaciones sindicales. https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—americas/—ro-lima/—sro-lima/documents/genericdocument/wcms_561223.pdf

UNESCO, (2016) Sistematización de experiencias educativas innovadoras, texto 3.  https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000247007

Villavicencio. R., (2009), Aprendiendo a sistematizar. Las experiencias como fuentes de conocimiento. Manual autoinstructivo.  https://www.academia.edu/34401312/

  • [1] Jara, O. (1994) Para Sistematizar Experiencias. 1ª. Ed. Alforja, San José. Presentación.
  • [2] Silvia Navarro, aportación en el taller “Feminismo, ecología y decrecimiento”, OVTSS 2017
  • [3] O. Jara, Orientaciones teórico-prácticas para la sistematización de experiencias, Alforja 2011