Fecha: 03/06/2024
Fuente: Eusko Federpen
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El día 9 de junio no debe pasar desapercibido en nuestra agenda. Ese día tenemos el deber ciudadano de elegir a las personas que nos representarán en el Parlamento Europeo. Y, aunque esa institución nos pueda parecer lejana, en ella, como señala el periodista Pablo Recio en las redes sociales, se deciden muchas cosas que nos importan:

En la Unión Europea se deciden muchas políticas relacionadas con los mayores:

  • El cambio del modelo de cuidados de larga duración,
  • la validación de la reforma del sistema de pensiones,
  • la política monetaria (y su relación con la inflación y el coste de la vida),
  • las medidas que tienen que ver con la transformación digital (y en el caso de los mayores el impacto sobre la brecha digital),
  • una parte de la regulación sanitaria (véase el caso de las vacunas Covid),
  • la financiación parcial de políticas contra el desempleo,
  • e incluso, la modificación de las franjas de edad para renovar el carné de conducir…

Desde 2012, las muertes en Europa superan los nacimientos, lo que supone que, de no ser por la migración procedente de fuera de Europa, nuestra población ya habría empezado a descender. Pero además la proporción de los mayores de 65 no deja de aumentar. Este envejecimiento de la población plantea a nuestra sociedad tres cuestiones prioritarias:

Los cuidados a medida que la fragilidad aumenta.

Los medios de subsistencia para afrontar una longevidad digna.

    La financiación de un sistema que tiene que prever cómo afrontar este cambio radical.

Otros países europeos han avanzado ya en esta reflexión, que tiene un pálido reflejo en algunos aspectos del Pilar europeo de derechos sociales. Pero mayoritariamente no hay consciencia de que inexorablemente nos encaminamos hacia una sociedad de mayores.

 

El Libro Verde sobre envejecimiento de la Comisión Europea no ha llevado todavía a una estrategia compartida por los 27 y las recomendaciones de la Comisión (incluido aquellas sobre cuidados de larga duración) son una guía que necesita concretarse en cada país miembro.

Aquí es donde interviene el Parlamento Europeo que, como representante de los ciudadanos, debe estimular esas políticas y otras que conciernen a los mayores, como la discriminación por edadismo que no encuentra todavía su reflejo en iniciativas legislativas. Es el caso de los prejuicios que todos conocemos y que dificultan enormemente contratar a personas llegando a los 50.

Pero hablar de una sociedad de mayores incluye no solo a los cuidados sino también la contribución de los mayores a la sociedad. Una actividad que no se refleja necesariamente en el mercado de trabajo y que sin embargo se plasma en la realidad del voluntariado que practican muchos de nuestros jubilados en diversos sectores de nuestra sociedad y que todos conocemos. Algo especialmente importante en lo que se refiere al cuidado de mayores por otros mayores, singularmente mujeres y que constituye una responsabilidad que necesita ser más ampliamente reconocida y compartida. Se trata en suma de que la comunidad cuide de sus propios miembros, algo que está en la base de la democracia misma.

Así pues, en una Unión Europea en la que los mayores representamos más del 20% de su población, no podemos ignorar las elecciones a una institución que será decisiva al legislar normas y definir estrategias que terminarán afectándonos.

En definitiva, ante la cita electoral del domingo 9 de junio hay dos alternativas claras:

  1. La de quienes apuestan por los recortes, el individualismo, la supremacía del mercado sobre las personas, la defensa de lo mío antes de la colaboración en lo nuestro y el nacionalismo identitario y excluyente.
  2. La opción de quienes apostamos por una Europa solidaria, que garantice el poder adquisitivo de las pensiones, una Europa verde, feminista, dialogante, defensora de los Derechos Humanos, tanto en Europa como fuera de ella, y una Europa que apueste por la intergeneracionalidad y sea sensible a las necesidades específicas de las personas mayores.

Cualquiera de las opciones políticas que se presentan a estas elecciones, si escuchamos lo que nos proponen sus representantes, podemos identificarla más cerca de la primera o de la segunda opción.

Como Federación, no entramos en si hay que optar por una sigla u otra. Ahora bien, sin duda, apostamos contundentemente por las listas que se alineen con la segunda opción. Y por encima de todo, como ciudadanos europeos preocupados por nuestro futuro, más allá de cuál sea la lista preferida, recomendamos encarecidamente ejercer nuestro derecho al voto. Todo depende de ti.

Félix Elkoroiribe Agirre,
Presidente de Eusko Federpen, en nombre de su Junta Directiva.