Autor/a: Observatorio Vasco del Tercer Sector Social
Nº Breve: 01/2022

Claves identificadas en el Libro Blanco del TSSE 2020

El Libro Blanco del Tercer Sector Social de Euskadi de 2020 es un informe extenso, profundo y detallado, que amplía los resultados del Barómetro 2019 ofreciendo más datos generales y también desagregaciones que permiten entender cada cuestión en función de variables independientes. Y representa un ejercicio de sistematización de la información sobre las principales características del tercer sector social (actividad, recursos, etc.), algunos elementos fundamentales de su contribución social y su estructuración interna.

En la elaboración del Libro Blanco del Tercer Sector Social de Euskadi de 2020[1], además, hemos intentado abordar los más destacados elementos de reflexión del sector en los distintos aspectos o dimensiones que lo componen y tratamos de identificar los principales que el sector tiene ante sí.

Junto con el análisis de los datos de 2019, el Libro Blanco de 2020 ofrece una radiografía clara del sector previa a la pandemia del covid-19 que irrumpió en marzo de 2020. Es por lo tanto un diagnóstico previo a la crisis derivada de la pandemia. Sin embargo, las reflexiones que se pueden extraer de él, completados con otras reflexiones que hemos trabajado en otros informes[2], permiten identificar retos válidos para y compartidos por las organizaciones del TSSE.

La elaboración del Libro Blanco 2020 no hubiera sido posible sin la participación desinteresada de más de 370 organizaciones que han colaborado cumplimentando el cuestionario. A todas ellas nuestro más sincero agradecimiento. Agradecemos también los dos momentos de contraste cualitativo que pudimos realizar con un panel de expertos y con Sareen Sarea.

Esperamos que este trabajo sirva al propio sector para avanzar en la toma de conciencia colectiva de su identidad compartida, su realidad diversa, su contribución social y sus principales retos como sector. Y que facilite un mayor conocimiento del sector (de sus características, su actividad…) y un reconocimiento por la sociedad, por otros sectores (sector público y empresarial) y por otros agentes sociales (partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales, iniciativas no formales de solidaridad, etc.) de la importancia de su contribución diferencial.

En este primer texto nos vamos a detener a reflexionar sobre los retos que el TSSE tienen ante sí en dos dimensiones principales: identidad y actividad. Más adelante, en textos similares, trataremos de reflexionar sobre otras dimensiones.

 

Retos del TSSE en clave de Identidad

Entre 2014 (año de recopilación de datos del Libro Blanco del TSSE de 2015[3]) y 2019 (año de recopilación de datos del Libro Blanco del TSSE de 2020), el TSSE ha visto aumentar el número de organizaciones que lo componen. Se han creado en torno a 700 organizaciones nuevas y se han dado de baja o están inactivas alrededor de 200 organizaciones, lo que deja un saldo de unas 500 organizaciones más en el cómputo total. Estos datos nos hablan de un nivel importante de rejuvenecimiento del sector con un gran número de organizaciones creadas recientemente.

Uno de los grandes interrogantes que nos planteamos al ver estos datos tiene que ver con comprender la naturaleza de esta renovación, tanto por las organizaciones que han dejado de existir como por las que se han incorporado. Es interesante preguntarse qué organizaciones han cesado su actividad y por qué, qué factores han influido en ese recorrido, qué condicionantes han determinado el cese, etc. Generar reflexión sobre estas cuestiones puede contribuir a una mayor comprensión sobre esta realidad, identificando algunas pautas que pueden influir en el devenir de organizaciones similares.

También es importante conocer a las organizaciones nuevas, saber qué ha motivado su creación, qué actividad tienen, a qué necesidades o realidades dan respuesta, etc. Es significativo el número de organizaciones que en el periodo 2014-2019 se han creado y han pasado a componer el TSSE y surgen preguntas en torno a ellas: ¿qué rol van a jugar estas organizaciones jóvenes en la estructuración del TSSE? ¿Tienen vocación de continuidad? ¿Tienen interés en la cooperación con otras organizaciones y en la vertebración del sector? ¿Se sienten dentro del TSSE o su identidad está más cerca de la movilización social o ciudadana?

Un reto que tiene el TSSE ante sí es integrar a estas organizaciones jóvenes en su seno, reconociendo su capacidad para emprender nuevos proyectos, entendiendo la motivación de su creación y la actividad que realizan, acogiéndolas en las dinámicas de cooperación y colaboración que ya existen entre las organizaciones con mayor recorrido.

Una lectura en positivo de estas nuevas organizaciones es que muestra un sector sin barreras de entrada, permeable y conectado con la realidad, que ante nuevas necesidades es capaz de crear nuevas respuestas, mostrando gran vitalidad. El surgimiento de nuevas organizaciones muestra también la capacidad de emprendimiento del TSSE como expresión de la sociedad civil organizada (emprendimiento social).

La permeabilidad del sector y su dinamismo son reflejo de la realidad cambiante a la que están conectadas las organizaciones. Los procesos de cambio social parecen producirse de manera cada vez más acelerada. El TSSE tiene que seguir conectado con lo que pasa a nivel social, conociendo la situación de distintos grupos sociales, en especial de los más vulnerables.

El reto es crear itinerarios de incorporación de nuevas problemáticas, necesidades o realidades sociales, y de organizaciones vinculadas a estas, que permitan seguir vertebrando y estructurando el sector y manteniendo unas señas de identidad y un sentimiento de pertenencia a este todo común que llamamos Tercer Sector Social y que venimos construyendo en las últimas décadas. En relación con esta identidad común también será importante incorporar el aporte de estas nuevas organizaciones a unas señas que también pueden ir “modelándose” con el tiempo y “adaptándose” a los cambios en la realidad social, siempre manteniendo una misma esencia.

Para preservar esta identidad común es importante prestar atención a que las organizaciones nuevas se identifiquen con los rasgos identitarios del sector e, incluso, vigilar la entrada de aquellas que, no compartiéndolos, se aprovechan de este espacio social para perseguir otros intereses (lucro, autoempleo…).

Los datos del Libro Blanco 2020 apuntan hacia el mantenimiento de un rasgo característico del TSSE: la atomización. La diversidad del sector, en el que conviven organizaciones de distintos tamaños y ámbitos de actuación, es un rasgo que lo enriquece. La convivencia de grandes organizaciones con pequeñas y medianas, de organizaciones con gran peso del personal remunerado con otras en las que el voluntariado es mayoría, dibuja un TSSE diverso y heterogéneo, pero también rico y plural. En este sentido, el reto es mantener esa riqueza de lo diverso, preservándola e impulsando fórmulas que mantengan la cohabitación de lo heterogéneo y que permitan su confluencia a pesar de las diferencias.

Velar por las organizaciones más pequeñas o cuidar a las que pueden presentar especiales dificultades, contribuye a preservar la riqueza y diversidad del sector. En este sentido, siguen vigentes varias orientaciones que ya se planteaban en el Libro Blanco de 2015: la preservación y fortalecimiento de las pequeñas y medianas organizaciones, las del ámbito social-transversal (cívicas, que trabajan en la promoción de la igualdad y derechos de colectivos en situación de vulnerabilidad, etc.) y aquellas integradas solo o mayoritariamente por voluntariado. Por ejemplo, es importante tener en cuenta que un porcentaje amplio de nuevas organizaciones se enmarca en el ámbito social-transversal y existe cierta preocupación no sólo por si están llegando a incorporarse a procesos de estructuración del sector, sino también por las dificultades que puedan estar encontrándose para gestionar la estructura interna o acometer diferentes requerimientos de gestión o actividad, normativos o no. De nuevo, sigue valorándose la importancia de su contribución en términos de participación social, activación de recursos y capacidades de las personas, espacios de encuentro, ayuda mutua, etc. Por ello sigue siendo clave fortalecer su presencia en el sector para evitar así su desaparición o debilitamiento como organizaciones.

Además, subrayar la esencia y contribución específica del TSSE, permite a todas las organizaciones mantenerse alineadas con los valores e identidad propios del sector, remarcando su capacidad de transformación y, a las organizaciones que cooperan con el sector público, identificar, fortalecer y comunicar el valor añadido de su labor.

 

Retos del TSSE en clave de actividad

La diversidad del TSSE, seña de su identidad, también se manifiesta en su actividad: conviven organizaciones con diferentes ámbitos de actuación, diferentes colectivos de personas destinatarias, diversas culturas y enfoques, de intervención y gestión, y diferentes focos de actividad.

Si nos fijamos en los servicios que prestan las organizaciones, hay que destacar que en los últimos años se ha venido desplegando y consolidando el modelo mixto, público-social, de provisión de servicios de responsabilidad pública, especialmente en los servicios sociales y en el ámbito, más amplio, de la intervención social. Este modelo de colaboración entre el sector público y la iniciativa social, además de constituir una contribución fundamental del TSSE en términos de transformación social, ha supuesto para muchas organizaciones la creación de un marco estable de relación, financiación y, sobre todo, cooperación con la administración pública.

Sin embargo, como ya se apuntaba en el Libro Blanco de 2015, las organizaciones que proveen servicios de responsabilidad pública y que, por lo tanto, mantienen nexos estables con las administraciones públicas, pueden correr el riesgo de acercarse en exceso a las lógicas que estas marcan. Ante este riesgo, es importante un ejercicio de reflexión constante para mantener alineadas a las organizaciones con las lógicas y dinámicas propias del sector. El reto para el TSSE es mantener las lógicas propias del sector en la provisión de servicios, incluyendo los de responsabilidad pública.

Por otro lado, es importante poner el foco en el valor añadido de las organizaciones que no prestan servicios de responsabilidad pública y que aportan un elemento identitario único. Pueden ser organizaciones que prestan servicios pero que no son de responsabilidad pública o pueden ser organizaciones cuya actividad se centra en funciones diferentes y, en conjunto, es importante tener presente que sus condiciones son distintas en especial respecto a la estabilidad en la financiación. Por eso, fortalecerlas es fundamental para poner en valor su actividad y preservar su contribución social y preservar la diversidad del TSSE.

Asimismo, si bien se valora la importancia de la provisión de servicios como una manera de generar aporte social, también parece importante apuntar la necesidad de compaginar esta función con otras funciones sociales de las organizaciones como la sensibilización, la denuncia, la promoción de derechos…, en cada organización o colectivamente.

La capacidad crítica para incidir en la transformación social forma parte del capital propio del TSSE y por eso es fundamental reforzar la capacidad de las organizaciones para, desde la incidencia, la detección de necesidades o la sensibilización, promover esa transformación. En este sentido, el reto es seguir manteniendo el equilibrio de funciones[5] y la orientación transformadora, propia de la identidad del sector.

En el Libro Blanco de 2015 se lanzaba el reto de consolidar el diálogo civil con el sector público y la participación del TSSE en el diálogo social para impulsar el debate y trasladar propuestas en relación con las políticas sociales y el modelo de sociedad y desarrollo, así como para reivindicar y promover un despliegue transversal de las políticas para la promoción y apoyo a las personas más vulnerables. Los avances en este sentido son palpables por la relevancia que el TSSE ha logrado especialmente en el diálogo civil. Pero seguir trabajando en ello resulta fundamental para garantizar el trabajo de incidencia social y política en favor de una sociedad más inclusiva y solidaria, como parte de la esencia del TSSE.

Sigue vigente el reto de trabajar para que las organizaciones no pierdan la cercanía con la realidad para la que trabajan, impulsando una lectura compartida de la misma, detectando nuevas necesidades y generando alternativas, desde las organizaciones, las redes y otros espacios, para hacer frente a los desafíos sociales. Por ello, es necesario garantizar la permeabilidad del sector ante nuevas necesidades manteniendo y quizás reforzando la colaboración para detectar estas necesidades y generar alternativas.

Ello no quita para poner en valor esa conexión directa que tiene el sector con la realidad del entorno y que ha quedado claramente reflejada en el contexto de emergencia social. En un marco de urgencia e incertidumbre las organizaciones se han adaptado al contexto y reinventado para seguir ofreciendo respuestas a las personas destinatarias. La búsqueda de nuevas estrategias a la hora de ofrecer respuestas rápidas, la reinvención, parece que seguirá siendo necesaria a corto, medio y largo plazo, tanto en situaciones de emergencia como de transición, con especial énfasis en la transición socio-demográfica y la digital.

Respecto a la intervención, sigue siendo fundamental continuar promoviendo y trabajando en el desarrollo de modelos de intervención orientados a la calidad de vida de las personas. Las personas destinatarias son el foco de la actividad de las organizaciones y el eje sobre el que se articulan los servicios y actividades. Acompañarlas, promoviendo su autonomía y participación, ubicándolas en el centro de los procesos de intervención, es un elemento esencial de los valores del TSSE. En coherencia con el modelo comunitario de atención, la intervención que llevan a cabo las organizaciones del TSSE se caracteriza por la personalización de la atención, la integralidad y continuidad de la atención, la participación de las personas destinatarias o la proximidad, entre otras características.

En los momentos más complejos de la pandemia del Covid-19, su impacto conllevó el desarrollo de fórmulas de atención digital, no presencial, preservando al mismo tiempo, el carácter relacional de los servicios y actividades que caracteriza la actividad de las organizaciones. El confinamiento puso en valor esta dimensión relacional de los servicios a personas y el valor del acompañamiento, los apoyos y las actividades presenciales que durante el estado de alarma y posteriormente se han reducido. Así, la pandemia ha reforzado la importancia de una sociedad que pone a las personas en el centro, una forma de actuar que es característica de las entidades del sector y que sigue siendo importante revindicar e impulsar.

 

[1] El informe está disponible en: https://3seuskadi.eus/wp-content/uploads/LibroBlanco_DEF_2019-2020_es-comp.pdf

[2] Nos referimos en concreto al informe El impacto del Covid-19 en las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi. Primer Informe Abril 2020. En informe está disponible en: https://3seuskadi.eus/wp-content/uploads/Informe_COVID_19.pdf

[3] El informe está disponible en: https://3seuskadi.eus/wp-content/uploads/1823_1_LibroBlancoTSSEuskadi2015.pdf

[4] Disponible en: http://www.euskadi.eus/bopv2/datos/2016/05/1602096a.pdf

[5] Para mayor profundización sobre el equilibrio funciones consultar “Identidad y equilibrio de funciones en el Tercer Sector Social“. Disponible en https://3seuskadi.eus/wp-content/uploads/1683_Equilibrio_de_funciones_OTSBizkaia.pdf