Fecha: 04/11/2025
Fuente: Confederacion Salud Mental España
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Las personas con problemas de salud mental envejecen antes, viven con más dificultades físicas y emocionales y afrontan un riesgo elevado de soledad no deseada y exclusión social. Así lo pone de manifiesto el estudio ‘El envejecimiento de las personas con problemas de salud mental en la CAE’, impulsado por Salud Mental Euskadi, en colaboración con sus asociaciones territoriales AGIFESASAFESASASAM y AVIFES, y con el apoyo técnico de EDE Fundazioa.

El trabajo, que cuenta con el respaldo económico del Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno Vasco, Laboral Kutxa y Ecoembes, fue presentado el 30 de octubre en el Palacio de Europa de Vitoria-Gasteiz, con la participación de la consejera Nerea Melgosa; la presidenta de la federación, Mari Ángeles Arbaizagoitia; la gerente, María José Cano; y la investigadora de EDE Fundazioa Irama Vidaurreta.

“El estudio confirma una realidad que nos preocupa: las personas con problemas de salud mental viven más años que hace unas décadas, pero su esperanza de vida sigue siendo inferior a la de la población general”, ha señalado Mari Ángeles Arbaizagoitia, presidenta de Salud Mental Euskadi.

“A este deterioro físico y cognitivo prematuro se suman altos niveles de soledad, inseguridad económica y falta de apoyos adecuados. Por eso es urgente que las políticas públicas incorporen medidas adecuadas que respondan a esta realidad”, ha añadido.

La consejera Nerea Melgosa ha reconocido que este estudio “nos marca camino, porque permite dimensionar una realidad que ya veníamos percibiendo”. Del mismo modo, ha hecho hincapié en que su departamento tiene claros sus deberes: entre otras cuestiones, reforzar la atención primaria y el apoyo a las personas cuidadoras, además de “reformular muchos servicios para acompañar con empatía, cercanía y escucha activa” a las personas de este grupo poblacional.

Nuria Pascual, directora de Innovación, Sistemas de Gestión y Evaluación de la Diputación Foral de Álava, ha coincidido en la valoración positiva del estudio. “Necesitamos conoceros para atenderos mejor, y esta investigación aporta datos que nos ayudarán a establecer recursos más orientados”.

Metodología y enfoque biopsicosocial

Tal y como ha señalado María José Cano, el estudio se enmarca en el compromiso de la federación por visibilizar los retos que afrontan las personas con problemas de salud mmental graves en las distintas etapas de la vida y por impulsar una atención integral que garantice sus derechos y su calidad de vida.

La investigación ha combinado metodología cuantitativa y cualitativa, con la participación de 230 personas con problemas de salud mental de 50 años o más residentes en Euskadi. Según ha explicado Irama Vidaurreta, investigadora de EDE Fundazioa, el estudio “analiza el proceso de envejecimiento desde un enfoque biopsicosocial, teniendo en cuenta los factores físicos, cognitivos, emocionales, sociales y materiales que determinan el bienestar”. El trabajo incluye, además, entrevistas a profesionales del ámbito de la salud mental, grupos de discusión con personas expertas y un mapeo de 63 recursos y 10 buenas prácticas existentes en la comunidad autónoma.

Estudiosaludmentaleus
Situación de este grupo poblacional

El estudio refleja una realidad preocupante: las personas con problemas de salud mental en Euskadi envejecen antes que el resto de la población y lo hacen en condiciones más precarias. El perfil mayoritario corresponde a hombres (60%) con una edad media de 57 años, con diferentes diagnósticos como esquizofrenia (49,8%), trastorno bipolar (11%) y depresión (8,9%) y con largos años de convivencia con el trastorno; más de dos décadas en la mayoría de los casos. La mitad tiene reconocida una discapacidad grave y un 40% cuenta con algún grado de dependencia.

A estas dificultades se suman limitaciones físicas y cognitivas que aparecen de forma temprana: una de cada cinco personas tiene problemas habituales de movilidad y un 25% dificultades para desarrollar actividades básicas de la vida diaria. Más de la mitad experimenta pérdidas de memoria o problemas de concentración, y el 39% presenta dificultades comunicativas. Esta situación repercute directamente en su autonomía y bienestar.

El impacto emocional también es profundo: el 58% se siente apático y el 53% desanimado con frecuencia, mientras que casi la mitad ha tenido pensamientos de muerte en algún momento. Estas cifras reflejan una desprotección emocional y social preocupante, que se ve agravada por la falta de apoyos, los entornos poco inclusivos y el aislamiento. De hecho, una de cada cuatro personas carece de amistades o redes cercanas, y un 17% se siente sola de manera habitual.

A esta realidad se añade una situación económica frágil: el 44% de las personas encuestadas dispone de ingresos inferiores a 1.000 euros mensuales, y más de un tercio reconoce no poder afrontar gastos imprevistos. La combinación de deterioro físico, soledad y precariedad configura un escenario de riesgo elevado que exige respuestas públicas coordinadas y sostenidas

Reivindicaciones de Salud Mental Euskadi

A partir de estas conclusiones, Salud Mental Euskadi plantea a las instituciones que reconozcan el envejecimiento de las personas con problemas de salud mental como una realidad prioritaria dentro de las políticas sociales y sanitarias. Así, María José Cano ha reclamado que el abordaje de esta etapa vital deje de ser una cuestión invisible y se incorpore de forma transversal en las estrategias públicas de salud mental, envejecimiento activo y lucha contra la soledad no deseada.

Entre las principales demandas, la federación subraya la necesidad de adecuar los recursos y servicios sociosanitarios a las necesidades de estas personas, teniendo en cuenta su envejecimiento prematuro y la coexistencia de problemas. Por otro lado, propone reforzar los programas de prevención, acompañamiento y promoción de hábitos de vida saludables, así como mejorar la coordinación entre los sistemas sanitario, social y de dependencia para ofrecer respuestas integrales.

De igual manera, la federación vasca insiste en la importancia de garantizar una red de apoyos comunitarios que favorezcan la autonomía y la permanencia en el entorno habitual, a través de fórmulas como las viviendas con apoyo, los programas de vida independiente o los centros de día con este enfoque. Además, reclama la flexibilización de los servicios de atención a la realidad de las personas, así como una mayor formación y sensibilización de las y los profesionales para detectar señales tempranas de deterioro y ofrecer una atención más humana y personalizada.

Salud Mental Euskadi llama también a apoyar a las familias cuidadoras, que también envejecen y en muchos casos asumen una carga excesiva, e insta a combatir el edadismo y el estigma asociado a los problemas de salud mental. “Es necesario invertir en políticas y apoyos que acompañen a las personas con problemas de salud mental en todas las etapas de su vida, con recursos ajustados a sus necesidades. Esperamos que este estudio sirva para visibilizar esta realidad y para avanzar en la mejora de la calidad de vida y los derechos de todas las personas”, concluye Mari Ángeles Arbaizagoitia, quien ha subrayado la necesidad de “trabajar en red con las instituciones y el movimiento asociativo para hacer visibles estas realidades y promover una sociedad más justa e inclusiva”.

En primera persona

La jornada, que ha finalizado con una dinámica de análisis y reflexión con la participación de diversos agentes y protagonistas del ámbito de la salud mental, ha contado también con dos testimonios en primera persona. La gasteiztarra y usuaria de ASAFES Nuria, de 56 años, ha narrado su experiencia vital, marcada por dolencias físicas que condicionan su día a día, aunque en la actualidad se considera una persona autónoma. Ella asumió durante muchos años el rol de cuidadora – en este caso de su madre –, una responsabilidad que afecta principalmente a las mujeres y que, en palabras de la investigadora Irama Vidaurreta, “las coloca en una situación de mayor vulnerabilidad económica y social”. Tal y como ha asegurado Nuria, uno de sus principales retos es “dar sentido” a su vida día a día, y del futuro le preocupa el saber si podrá contar con una vivienda con apoyos y con personas que le acompañen.

Por su parte, Carmen, de 70 años, también de ASAFES, ha tomado la palabra como familiar de dos personas con problemas de salud mental: su hijo y su marido, de 76 años, quien además de un diagnóstico de estas características presenta un importante deterioro físico. “Me preocupa mi edad y no poder seguir cuidándole dentro de un tiempo”. Su marido acudía hasta hace unos años al programa psicoeducativo Argibide de la asociación alavesa, y a Carmen eso le permitía contar con espacio y tiempo para su autocuidado, pero hoy en día, debido a su edad, no tiene acceso a este tipo de recursos.