Data: 08/07/2025
Iturria : Diario Vasco
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El lote, que incluye sillas de ruedas, camillas y material informático, entre otros, llegará en los próximos días al país africano fruto de la iniciativa de la Diputación y la ONG Andade.

Desde Gipuzkoa hasta Douala hay más de 4.000 kilómetros, pero también puentes invisibles que cruzan fronteras y conectan realidades muy distintas. Uno de ellos es el que han tendido estos días el departamento de Sostenibilidad de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la ONG Andade con el envío de un lote de equipamiento asistencial y educativo -como sillas de ruedas, camillas o material informático- para que sea reutilizado en una escuela para menores con discapacidad en Camerún.

En total, se han reunido una docena de sillas de ruedas, camillas de consulta, colchonetas, ordenadores, impresoras, cunas, carritos de bebé y diverso material de apoyo, como guantes de nitrilo, pelotas o un kit de herramientas agrícolas. Todo ha sido recogido por Andade y almacenado temporalmente en las instalaciones de Naturklima, la fundación foral de cambio climático, que ha cedido su espacio logístico para custodiar el material antes del envío. El transporte será canalizado a través de las ONGs Contenedores sin Fronteras y la propia Andade, con apoyo del Departamento de Cultura y Cooperación.

En esta ocasión, el destino final del equipamiento es la escuela de educación especial Lamina, un centro pionero creado en la ciudad de Douala por la activista camerunesa Alima Ngoume, fundadora de la ONG Mirando por África. Según la Organización Mundial de la Salud se estima que, de una población de 23 millones, aproximadamente dos millones de personas en Camerún padecen alguna discapacidad.

Desde hace algo más de un año, la iniciativa busca promover la reutilización de material en desuso. Pero no solo eso, en palabras del diputado de Sostenibilidad, José Ignacio Asensio, «la reutilización de material es una herramienta real para reducir residuos y, al mismo tiempo, generar un impacto positivo en comunidades que lo necesitan». Además, ha avanzado que la intención es consolidar esta línea de trabajo en el tiempo, estrechando alianzas con entidades del tercer sector.

Por su parte, desde el Departamento de Cultura y Cooperación, Goizane Álvarez, ha puesto el foco en el valor humano de esta iniciativa. «Cuando las instituciones y la ciudadanía sumamos esfuerzos, logramos llegar más lejos. Desde Gipuzkoa queremos seguir tendiendo puentes de solidaridad y dignidad, especialmente con aquellas iniciativas impulsadas desde la memoria migrante, la resiliencia y el liderazgo de mujeres como Alima», ha indicado.

Un proyecto nacido de la exclusión

La escuela Lamina nace de la historia personal de su fundadora, Alima Ngoume, quien decidió crear el centro tras el nacimiento de su hija, diagnosticada de una discapacidad intelectual. Al regresar a su comunidad, fue señalada y marginada por haber tenido, en palabras de su entorno, «una niña maldita», reflejo de creencias aún arraigadas en muchas zonas del país africano. Lejos de rendirse, Alima transformó ese dolor en motor de cambio.

El material partirá en los próximos días hacia Camerún, pero el trabajo, aseguran sus impulsores, no se detiene aquí. El objetivo es que esta experiencia marque el inicio de una dinámica estable de colaboración entre instituciones públicas, ONGs y comunidades de acogida y origen.