Fecha: 09/02/2022
Fuente: El Mundo
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La falta de recursos y de conocimientos impide a las entidades sociales aprovechar las herramientas digitales en su labor de asistencia a los colectivos más desfavorecidos. Por eso, iniciativas como Santander Social Tech ayudan a superar la brecha digital en beneficio de los mayores dependientes, víctimas de violencia de género, niños sin acceso a la formación…

La sonrisa de un niño que consigue ir a la escuela es analógica. El alivio de un sin hogar al recibir algo con que matar el hambre no se puede digitalizar, el agradecimiento de un anciano cuando un voluntario le ayuda a levantarse de la cama, y ducharse y vestirse… no se puede expresar en ceros y unos.

Sin embargo, para que puedan darse todas esas secuencias, cada vez es más imprescindible la digitalización de las ONG, las fundaciones sin ánimo de lucro y el resto de entidades sociales van por ahí cerrando las heridas abiertas de la desigualdad, el desamparo y la exclusión.

No es que las videoconferencias vayan a sustituir a los abrazos, o que se vaya a cambiar la compañía por mensajes de whatsapps, sino más bien al contrario: utilizar herramientas digitales reduce el tiempo dedicado a gestión, permite dar mayor visibilidad a la labor que realizan estas organizaciones y les facilita la captación de fondos y manos para sostener su actividad. La consecuencia de todo ello es una mayor disposición de personas y recursos para atender a los que más lo necesitan.

“Nosotros somos una organización chiquitina que está empezando a crecer”, explica Maika Sáenz, gestora de proyectos de la Fundación Fransol, una ONG que promueve el apadrinamiento de niños de países en vías de desarrollo para que puedan ir a la escuela. “Una voluntaria y yo, que soy la única contratada, tenemos que ocuparnos de todo y no damos abasto: el tiempo que dedicamos a escribir noticias o a mantener al día las redes sociales es tiempo que no dedicamos a buscar padrinos”.

Y algo parecido le pasa a la ONG Candelita. “Las entidades sociales tenemos un gran problema, y es que perdemos tiempo de intervención social en tediosas labores administrativas”, explica Pilar Reifs, su responsable de Captación de Fondos, que se autodefine como un centro de promoción personal y desarrollo colectivo.

POR QUÉ LAS ONG DEBERÁN SER DIGITALES

En realidad, los motivos por los que las entidades del tercer sector deberán ser digitales o no serán se pueden agrupar principalmente en siete grandes bloques, aunque todos están íntimamente relacionados:

  1. Eficiencia. Como ya se ha comentado, la introducción de hardware y software cada vez más sofisticado, así como personal con formación en entornos digitales, permitirá a las entidades sociales reducir el tiempo que dedican a tareas de gestión rutinarias como el mantenimiento de bases de datos, el control del pago de cuotas de socios, la burocracia para la captación de subvenciones…
  2. Compliance. Una adecuada transformación digital permite a las ONG, fundaciones, entidades religiosas… reducir los riesgos de incumplir normativas en cuestiones como la protección de datos de carácter personal, la legislación laboral, la mala praxis en el uso de de recursos públicos…
  3. Captación de fondos. Unabuena estrategia digital en la web propia o en las redes sociales puede ser decisiva para tener visibilidad e interacciones con la sociedad que faciliten la atracción de subvenciones públicas y donaciones privadas.
  4. Captación de socios y voluntarios. La visibilidad a la que se hacía referencia en el punto anterior es necesaria también para llamar la atención de personas o empresas con sensibilidad social que quieran colaborar con las actividades de una entidad social.
  5. Transparencia. Muy relacionado con los puntos dos y tres. Una ONG o Fundación deben ser muy transparentes y cumplir con su obligación de rendir cuentas sobre el uso que se ha dado a los recursos obtenidos. Para ello, es imprescindible mantener presencia e interacción constantes en los diferentes canales digitales más allá, incluso, de lo que establecen las leyes sobre transparencia.
  6. Adaptación a las nuevas necesidades sociales. Vivimos y vamos a vivir en un mundo digital, por lo que la intervención social en áreas como el empleo requerirán a estas organizaciones dominar los nuevos entornos, herramientas y aptitudes que van a marcar la frontera entre el éxito y el riesgo de exclusión.
  7. Nuevas herramientas de intervención. Como se ha demostrado en los confinamientos decretados por el coronavirus, herramientas digitales como las videoconferencias, el correo electrónico o los mensajes de Whatsapp pueden complementar perfectamente la intervención social presencial.

Tanto Candelita como la Fundación Fransol vieron muy claro que su supervivencia pasaba por completar su transformación digital y no dudaron en presentar su candidatura al programa Santander Social Tech, con el que la entidad financiera presidida por Ana Botín, a través de su Fundación, favorece desde hace tres años la transformación digital de las entidades del tercer sector.

IV EDICIÓN DEL PROGRAMA SANTANDER SOCIAL TECH

En ese periodo, 380 organizaciones se han beneficiado de la formación, el asesoramiento y las ayudas que proporciona esta iniciativa. Concretamente, se han impartido 38 talleres a unas 38 entidades distintas (unas 500 personas); se ha asesorado a 128 y se han concedido 160 ayudas. Todo ello, por valor de casi un millón de euros, de los que 252.504 euros se repartieron entre las 54 entidades beneficiadas en la III edición, cuyos nombres se han dado a conocer esta semana.

Y lo cierto es que esas van a seguir creciendo gracias a la IV edición del programa, que permitirá a 144 ONG participar en 12 talleres online entre los meses de abril y noviembre, así como beneficiarse de una asesoría personalizada y recibir ayudas económicas de hasta 5.000 euros para completar su digitalización. Para todo ello será necesario inscribirse antes del 3 de marzo en la web del programa Santander Social Tech.

“Se trata de seguir apoyando al tercer sector de acción social que ha sido muy castigado por la crisis generada por la pandemia, y que a su vez tiene más frentes a los que atender y menos recursos”, afirma Borja Baselga, director de Fundación Banco Santander, empeñada en lograr que estas organizaciones “aprovechen las oportunidades que ofrece esta transformación y puedan mejorar el impacto y la eficiencia de sus acciones en la sociedad”.

Según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente a 2020, ese año el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social (tasa Arope) subió en nuestro país al 26,4% (cerca de 13.000 de españoles) desde el 25,3% del año anterior, y no es de esperar que las circunstancias hayan mejorado en estos dos años de restricciones en la actividad económica, ertes e incertidumbre y por la pandemia. Así que las entidades del tercer sector son más necesarias que nunca, pero les ha costado más que a otras organizaciones subirse al tren de la transformación digital, vertiginoso desde la llegada del coronavirus.

DOS MILLONES DE EMPLEOS

“Yo trabajaba en empresas tecnológicas, pero era voluntaria en la Fundación Fransol desde hace tiempo y hace cuatro años me contrataron con el objetivo de digitalizar su actividad”, explica Sáenz. Así que ya estaban haciendo los deberes cuando entró en escena el Covid, y aun así, se les sigue atragantando por la falta de recursos y formación. “Por ejemplo, lo de hacer eventos online para recaudar fondos nos pilló totalmente en fuera de juego, y es una pena, porque con la pandemia la gente se ha vuelto más solidaria”, añade

Y algo similar ocurrió en Candelita: “No nos habíamos planteado en la vida que se pudiera hacer intervención social no presencial, pero en marzo de 2020 tuvimos que hacer mucha intervención telefónica, y desde entonces incluimos un teléfono de asistencia en todos los proyectos para paliar la brecha digital”, argumenta Pilar Reifs. En su opinión, uno de los mayores problemas de las ONG con la digitalización es que no se aprovechan las infinitas posibilidades narrativas y de difusión que ofrecen los nuevos canales. “Trabajamos mucho y en muchos campos, pero luego no sabemos contarlo”, explica.

El II Barómetro Digital elaborado por ISDIdigal Foundation y la Fundación Botín, cifra en 27.000 el número de entidades sociales que funcionan en nuestro país, en dos millones el número de puestos de trabajo que generan con su actividad y en un 1,45% el peso de la misma en el PIB español. Pues bien, dicho estudio hizo un sondeo en el sector y concluyó que el 80% de las entidades sociales aseguran no haber completado su transformación digital por falta de recursos, mientras que el 41% aseguró no haberlo hecho por falta de talento y conocimientos.

Por eso, Candelita y la Fundación Fransol no lo dudaron cuando se presentó la posibilidad de participar en el Programa Santander Social Tech, una experiencia que les ha cambiado la vida. “Vamos a ser una ONG totalmente diferente”, reconoce Sáenz, que subraya el hecho de que el paso por esta iniciativa les va a “ayudar a ayudar”. “Nos vino bien para aprender a priorizar, a no meternos en la vorágine multimedia sin sentido, sino a respirar, pensar y analizar en qué centrarnos en el presente y qué retos debemos marcarnos más de cara al futuro, cuando tengamos más recursos”.

Y recursos, precisamente, fue otra de las alegrías que les dejó el paso por el programa del Banco Santander: “Con el dinero que nos han dado vamos a poder pagar durante varios años un servidor seguro en el que tener los datos de Fransol”. Hasta ahora, dedicar 600 euros a ese capítulo les enfrentaba a un dilema enorme: “Hasta ahora, pagar el servidor suponía que cuatro de nuestros niños se quedaran sin ir al colegio”. El precio de la digitalización, hagan cuentas.

Además, se les ha auditado la cuenta de Facebook de la fundación como parte de la asesoría que les ha proporcionado el programa y los consejos recibidos están dando sus frutos: “Estamos consiguiendo muchos más seguidores”, celebra Sáenz con entusiasmo.

Pero, sobre todo, la inmersión digital les ha servido para repensar todo lo que hacían en la organización y buscar nuevas maneras más eficientes de hacerlo. “Nuestro mayor valor es que el padrino sepa que el niño de Perú, Colombia o África al que está ayudando existe de verdad y facilitar la comunicación entre ellos”, comenta la gestora de proyectos de marketing de Fransol. “Hasta ahora los niños les enviaban fotos y cartas por correo, pero tardaban varios meses en llegar y el padrino no recibía la carta de Navidad hasta tres meses después. Ahora estamos trabajando para que todos nuestros coordinadores en esos países tengan teléfono móvil para que se puedan enviar las fotos y las cartas por Whatsapp”.

REDUCIR LA BRECHA DIGITAL

Muy similar es la valoración que hacen en Candelita de su paso por Santander Social Tech. “El cambio que ha supuesto la experiencia lo estamos viviendo de una forma espectacular”, confiesa Pilar Reifs. En su caso, la organización se dedica a ayudar a colectivos vulnerables en cuestiones muy diversas: personas con enfermedades mentales severas, empoderamiento femenino, jóvenes con dificultades inserción laboral, atención domiciliaria a mayores…

“Los talleres a los que asistimos me gustaron mucho, porque estaban enfocados a entidades sociales, mientras que otros a los que he asistido estaban pensados para grandes empresas y te hablaban todo el rato de ventas, que es algo que no tiene mucha aplicación en nuestro caso”, subraya la responsable de Captación de Fondos de Candelita

En cuanto a las ayudas recibidas en el programa, en su caso las han destinado a implementar un CRM (un software que permite optimizar y centralizar la base de datos) que les ha cambiado la vida. “Sobre todo lo estamos aplicando en el área de formación y empleo y mis compañeras están encantadas, porque antes trabajábamos con Excels diversos y luego había que cruzar datos y centralizarlos manualmente, mientras que ahora todo ese trabajo se hace solo”.

Una vez más, tiempo de burocracia que se libera para atender más y mejor a las personas que lo necesitan. Pero por muy convencidos que estén de las ventajas que tiene esta digitalización (“que ha venido para quedarse”), tampoco pierden de vista los riesgos: “Habría que trabajar conjuntamente desde todos los ámbitos para reducir la brecha digital, porque ya hay demasiadas brechas en la sociedad”. Lo dicho, que ser más digitales nos permita ser más humanos que nunca, y no al revés.