Fecha: 12/07/2021
Fuente: Vozpópuli
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Para cualquier organización, crecer es una aspiración legítima y necesaria para lograr sus objetivos. Pero, paradójicamente, la recompensa de ese desarrollo, especialmente cuando este se produce por encima de las propias expectativas, lleva aparejada una penitencia. Para una empresa evolucionar deprisa puede suponer un problema porque, si ese redimensionamiento no es ordenado, ralentiza su operativa y la obtención de resultados. Para una entidad del tercer sector crecer deprisa puede ser un drama porque dificulta su misión de seguir ayudando de la mejor manera posible a cuantas más personas mejor.

A grandes rasgos, eso fue lo que le sucedió a la Asociación de Familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias de Galicia (AFAGA), una organización que desde 1994 proporciona orientación e información tanto a familiares como a la población en general acerca de esta enfermedad, además de acercar la realidad Alzheimer a las entidades públicas y privadas y estimular y colaborar en la investigación sobre esta demencia.

La entidad es fruto de la inquietud de varios familiares de enfermos de Alzheimer, a los que les preocupaba la ausencia de información que en aquellos momentos existía alrededor de esta cruel demencia. “Entonces no había ni Google y muy pocos lugares en los que encontrar respuestas acerca de lo significa el Alzheimer”, recuerda Iván Rarís, actual responsable de Proyectos de AFAGA.

Lo que comenzó como un proyecto modesto, casi romántico y circunscrito a Galicia para facilitar apoyo e información a las familias, fue ganando entidad con los años y hoy es una organización con 50 empleados, 10 centros de atención y presencia en distintas partes del territorio nacional. Un redimensionamiento que no está exento de problemas, muchos de los cuales están relacionados con la digitalización. “La gestión de la información se hace cada vez mas compleja. Manejas muchos datos acerca de la salud de los pacientes, datos que necesitas tratar adecuadamente porque te pueden dar la pauta para proporcionar una mejor atención a esas personas y para los que precisas, además, unos niveles de protección cada vez más elevados”, resume Rarís.

En ese complejo escenario, la digitalización del tercer sector no puede permitirse llevar una velocidad inferior a las del resto de organizaciones, ya que la tecnología va a ser precisamente el acelerador que les va a permitir seguir desarrollando su trascendental labor. “Necesitas poner el foco en los pacientes y en sus familias, por supuesto. Pero para crecer y dar la mejor atención también son imprescindibles infraestructuras y tecnología”, comenta el gallego.

Objetivo: digitalizar el sector

Para ayudar a este tipo de entidades a cumplir con su importante propósito y abrirles nuevas oportunidades, Fundación Banco Santander ha puesto en marcha Santander Social Tech, un proyecto con el que persigue apoyar al tercer sector en su proceso de transformación digital para mejorar el impacto y la eficiencia de sus acciones. La iniciativa, que acaba de celebrar su tercera edición, destina un total de 250.000 euros para cubrir distintos aspectos de la escalada tecnológica de más de 50 organizaciones de este sector. Además, incluye una serie de talleres de formación en competencias digitales y un asesoramiento personalizado online durante dos meses para ayudar a estas ONG a experimentar avances reales en su digitalización.

En el caso de AFAGA Alzheimer, una de las asociaciones beneficiarias, los 5.000 euros de la ayuda económica van a ir destinadas a la adquisición de equipos que faciliten el desarrollo de nuevos programas de atención terapéutica a domicilio. Concretamente, se adquirirán equipos informáticos (tablets y ordenadores portátiles) que faciliten la atención terapéutica requerida por personas con demencia que presenten dificultades para su desplazamiento a los programas presenciales que desarrolla AFAGA Alzheimer.

Estos nuevos dispositivos permiten abordar un enfoque mucho más personalizado en el tratamiento de los pacientes, gracias a un software de simulación y otros recursos terapéuticos digitales. “Hace años era más sencillo tratar a los pacientes en grupo porque presentaban unos perfiles más homogéneos. Pero los avances en detección temprana están haciendo evolucionar esos tratamientos hacia planteamientos cada vez más individualizados”, explica el responsable de AFAGA Alzheimer.

Rarís también subraya el hecho de que la ayuda ha permitido a la entidad dotar a su sistema informático de una mayor potencia, capacidad y seguridad. “La renovación del servidor era una necesidad urgente para nosotros, ya que teníamos un software obsoleto y vulnerabilidades desde el punto de vista de seguridad”.

Uno de los aspectos que más valoran los beneficiarios del programa es que no se limita a proporcionar una inyección económica, sino que también incluye una serie de talleres de formación para ayudar a estas entidades a enfrentar los nuevos desafíos que supone la digitalización. “Las ONG nos solemos centrar en el día a día y, en nuestro caso, en las cuestiones puramente terapéuticas y de atención a nuestros pacientes. Y ese foco a veces hace que descuidemos otros aspectos importantes como la comunicación o la planificación estratégica”, indica Iván Rarís. Los talleres, concluye, “te brindan una mayor perspectiva de futuro y te abren los ojos hacia esas otras realidades y necesidades que te exige este entorno”.