Fecha: 07/03/2024
Fuente: Periódico del Voluntariado
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Cuando era pequeña una profesora llamó a sus padres y les dijo: “Su hija tiene muchas capacidades, estoy orgullosa de ella”. Ese pequeño gesto cambió las expectativas que sus padres tenían sobre Celia y vieron que la educación era importante para su vida. Desde entonces, quiso ser la mejor en todo lo que hacía.

Estas palabras supusieron un cambio en la vida de Celia Gabarri que ahora es una referente para la comunidad gitana y la sociedad. Decidió ser trabajadora social para promover la igualdad de las personas gitanas y, así, se ha convertido en la primera gitana universitaria de Palencia y, en la actualidad es la responsable del Área de Igualdad de género y mujeres gitanas en la Fundación Secretariado Gitano (FSG). Como ella dice, un trabajo necesario ya que las mujeres gitanas «tenemos que estar demostrando constantemente que podemos ser las mejores y que podemos hacerlo igual de bien que otra persona. Tenemos que demostrar el doble y romper el estereotipo”.

La multidiscriminación

Las mujeres gitanas cada vez están más empoderadas, pero en muchos ámbitos las siguen tratando como “las otras”, al igual que sucede con las mujeres con discapacidad, LGBTI+ y de otras etnias minoritarias. Todas ellas sufren una multidiscriminación: además de encontrarse en una posición de desventaja respecto a los hombres, también están en una posición de desventaja respecto al resto de mujeres.

Las mujeres heterosexuales blancas tienen una posición privilegiada frente a otras y, por tanto, disponen de herramientas y mayores facilidades para promover la igualdad de todas. Sin embargo, “si hay mujeres con la oportunidad de mejorar la situación de igualdad pero sigue habiendo mujeres de segunda, es que en esta lucha feminista falla algo”, protesta Gabarri.

Son cada vez más mujeres gitanas las que salen a ondear la bandera romaní en la manifestación del 8M. “La lucha feminista debe de ser tanto desde dentro de la comunidad gitana como desde fuera, al igual que lo hicieron las mujeres en general. Nos sumamos a la lucha feminista por los derechos de las mujeres y de las mujeres gitanas. Con ese enfoque interseccional para que las mujeres gitanas estemos dentro”, reivindica la responsable del Área de Igualdad de la FSG.

La situación de desventaja de las personas romaníes era una cuestión gitana. Algo que debía arreglar la comunidad por sí misma -sobre todo, en el caso de las mujeres-, mientras la sociedad miraba hacia otro lado. Como resultado, “las mujeres y las niñas gitanas han sido las grandes olvidadas en España”. Si bien ha habido muchos avances en los últimos años, solo el 15% de las niñas gitanas finalizan la Educación Secundaria Obligatoria, frente al 95% de las mujeres de la población general, según el informe de la FSG.

¿Madre, esposa y cuidadora?

Las mujeres gitanas sufren discriminación y vulneraciones de los derechos más básicos. Por ejemplo, en Atención Primaria dan por hecho que, como es gitana, seguro que tiene a un gran número de criaturas a cargo y la derivan a planificación familiar para que entienda que deben dejar de tener más bebés. “Es una decisión personal de cada mujer”, denuncia Celia Gabarri.

Además, el estereotipo no se corresponde con la realidad. En la actualidad, la media en las familias romaníes es de tres hijos o hijas, mientras que el resto de familias españolas tienen entre uno y dos hijos e hijas, de acuerdo con los datos divulgados por la Fundación Secretariado Gitano. Asimismo, las mujeres gitanas no reciben información sobre el postparto, ni de los cursos de lactancia porque se presupone que ellas saben hacerlo de forma natural. “El ideario que se tiene de la mujer gitana es de madre, esposa y cuidadora”, afirma Gabarri.

Una discriminación normalizada

El empoderamiento y la igualdad surgen de un trabajo interno, pero también externo. Las propias mujeres gitanas han de ser conscientes de cuando sufren una multidiscriminación y participar en todos los ámbitos de la sociedad. No obstante, “si tu vida es ir a un colegio segregado, vives en un barrio segregado, sin participación ni empleo, las expectativas son las que son y claro que no vas a ser una mujer empoderada”, recuerda Gabarri.

Las mujeres gitanas conviven con la discriminación desde niñas. La segregación en el colegio, la persecución del guardia de seguridad en las tiendas… El antigitanismo es una discriminación tan constante y estructural que ellas mismas lo asumen como algo normal. La FSG escucha a mujeres y niñas que han sufrido todo tipo de situaciones. “Esa discriminación que sufres desde pequeña te hace entender que como mujer gitana no puedes llegar a nada. Es lo que más duele”.

El programa Calí de la Fundación está orientado al empoderamiento de aquellas mujeres gitanas en situación de alta vulnerabilidad, por ejemplo, con bajo nivel económico y poca formación para acceder a empleo. Según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, el 80% de las personas gitanas vive en situación de pobreza. Gabarri termina sorprendida: “¿Cómo una mujer de 20 años puede tener tan pocas expectativas sobre sí misma en todos los ámbitos?”.

Estereotipos y prejuicios

Al final, su proyección de vida y sus expectativas se ven reducidas. El primer paso, según explica la trabajadora social, es detectar la discriminación como tal y presentar quejas o denuncias, “ahora que el antigitanismo ya es un delito de odio reconocido”; un objetivo en el que trabaja la Fundación a través de diferentes programas. El principal origen del antigitanismo es la imagen social que existe en torno a esta etnia que, a su vez, surge del desconocimiento. De hecho, es la minoría peor valorada en prácticamente todos los estudios -por ejemplo, el de FAD Juventud- en los que se refleja la persistencia de prejuicios y estereotipos.

Las mujeres gitanas también son diversas. Aun así, la sociedad presupone comportamientos y culpabiliza a todas las personas romaníes del acto de una persona con la que no tienen nada que ver. “Al ser gitanas tenemos que hacer una defensa total de que no somos así y demostrar el doble”.

Las mujeres romaníes con un aspecto físico diferente al estereotipo son la excepción, no son excluidas. Para combatir los estereotipos es importante dar visibilidad a referentes gitanas. Y, de esta manera, demostrar a la sociedad y a ellas mismas que las mujeres gitanas sí pueden tener expectativas. Para ello es clave la formación porque garantiza el acceso a un empleo digno y facilita la actuación frente a actitudes discriminatorias.

El camino de la formación para derribar la discriminación

Desde la FSG ofrecen formación porque “el único camino para conseguir una vida mejor es la educación”. Además, incluye prácticas en empresa, lo que tiene una doble función: facilita el acceso al empleo mientras derriba estereotipos. “Para estas empresas el currículum de una persona gitana no será motivo de descarte”, afirma Celia Gabarri.

Además del aumento de las denuncias, otro indicativo de que la mujer gitana cada vez está más empoderada es la elevada demanda de los cursos para obtener el carné de conducir. “Es la formación de la FSG con mayor demanda”, celebra Gabarri. Se traduce en mayor independencia normalmente de los hombres y una mejora de la empleabilidad. Una vez consiguen el carné, ellas mismas dicen: “Me siento empoderada”.

La formación, la sensibilización y tener un diagnóstico real de la situación es importante para acabar con el antigitanismo como discriminación estructural, también desde la administración. Desde la FSG desempeñan la incidencia política para que se tomen todas las medidas posibles. Las instituciones tienen una lucha clave contra el antigitanismo y cada vez intervienen más.

La imagen social que hay de las mujeres gitanas no refleja la situación real, un aspecto primordial a cambiar. “Cuando la imagen que se muestra del mundo de la ciudadanía no es real, no aparecen las mujeres gitanas ni las mujeres con discapacidad, LGBTI+ o de otras etnias minoritarias”. Así lo reivindica la trabajadora social de cara al 8M. Por consiguiente, las medidas no van a llegar a estas personas y los agentes discriminadores no entenderán que discriminar es ilegal y que el antigitanismo es un delito de odio penado.