Fecha: 21/07/2020
Fuente: Soziable
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En el nuevo contexto social desencadenado por la Covid-19, el sector fundacional español asume la responsabilidad y el compromiso de participar con todos sus medios en la recuperación de nuestra sociedad. Las fundaciones han demostrado durante estos meses su capacidad de iniciativa y de innovación reaccionando con rapidez y eficacia a la situación generada; y dando respuesta a las necesidades de los ciudadanos, especialmente a los de aquellos que viven situaciones de vulnerabilidad.

“Las fundaciones han demostrado durante estos meses su capacidad de iniciativa y de innovación”

Las fundaciones trabajan a pie de calle por la dignidad de las personas, generan conocimiento e innovación, apoyan la formación de postgrado, crean empleo para las personas con más dificultades y promueven la formación dual. Contribuyen a hacer una sociedad más justa, más inclusiva con las capacidades diferentes. Las fundaciones apoyan y difunden la cultura, defienden el patrimonio histórico artístico y están alineadas con todos y cada uno los ODS de la Agenda 2030. Las fundaciones, por su propia naturaleza, son agentes prescriptores y promotores del cumplimiento de los ODS.

Las fundaciones generan reflexión, pensamiento y soluciones a los problemas de nuestro tiempo: la soledad de muchas personas – que tan visible se ha hecho estos meses -, el envejecimiento de la población o el futuro de la España vaciada. Además, son un elemento clave en el sistema español de Ciencia y Tecnología, ahora que se ha puesto tan de manifiesto la relevancia que tiene la investigación.

Y cuando más se las ha necesitado, ahora, en este tiempo, las fundaciones han estado más cerca que nunca de los ciudadanos. Se han volcado en responder a cualquier demanda con gran generosidad, impulsadas por el principio de solidaridad. A sus programas y convocatorias de ayudas “tradicionales”, el sector ha sumado nuevas líneas de asistencia y de apoyo que han contribuido a paliar el impacto de la Covid-19. Y lo han hecho desde el profundo conocimiento de la realidad social de nuestro país, mostrando y demostrando su cercanía a las necesidades de las personas, su capilaridad sectorial y territorial, así como su capacidad de reacción y de adaptación a un escenario tan complejo.

Ahora, a esta coyuntura, se añaden, entre otras, las dificultades de financiación y el previsible aumento de beneficiarios en un futuro inmediato. Ante una situación de mayor exigencia y dificultad, las fundaciones están atentas y preparadas para dar las respuestas más adecuadas. Nuestro sector ya salió afectado por la crisis anterior, que fue más intensa por la desaparición de la obra social de la mayoría de las Cajas. Salió adelante con esfuerzo, resiliencia y creatividad. Con menos ingresos incrementaron sus gastos disponiendo de sus reservas para atender a más beneficiarios. Apenas se estaban recuperando cuando ha llegado esta nueva situación. Los problemas y las necesidades sociales se han agravado, se han intensificado en estos tiempos de pandemia. Y se agravarán y se ampliarán más en el futuro inmediato. Las fundaciones, instituciones sociales con fines de interés general, serán más necesarias que nunca.

“Evitemos que esta crisis haga desaparecer a operadores eficaces y eficientes como son las fundaciones”

Por ello, hay que fortalecerlas, toda vez que su importancia, ya prevista en el marco constitucional, será crucial en el mundo que viene. Son el vínculo social, el vínculo moral de nuestra sociedad. Hay que evitar la destrucción del tejido social. Evitemos que esta crisis haga desaparecer a operadores eficaces y eficientes como son las fundaciones. Las fundaciones, ante las necesidades de los ciudadanos, tienen mucho que decir y que ofrecer, pues el antídoto para el virus de una sociedad débil es la ayuda, la innovación, la solidaridad y la coordinación de esfuerzos.

La AEF, con el fin de proporcionar el mejor escenario de actuación posible a las fundaciones, de dar voz al sector, está planteando diferentes propuestas a los grupos parlamentarios. Entre ellas, la modernización del modelo de mecenazgo; la adecuación de la legislación a la realidad diversa del sector en la actualidad; el refuerzo de la figura del protectorado; el reconocimiento expreso de las fundaciones como beneficiarias de algunos de los principales fondos, europeos particularmente, así como de los distintos mecanismos de garantía, de acuerdo con sus singularidades.

En este recorrido es necesario, además, acometer una profunda transformación del sector, una renovación que cambie nuestra metodología, nuestro modo de obtener recursos y de atraer voluntarios. Tenemos que seguir siendo útiles en unos tiempos en los que somos más necesarios que nunca, con desafíos tan críticos como el refuerzo del sistema de salud, la transformación del sistema de cuidados personales y la eliminación de la brecha digital educativa.

Si las fundaciones son necesarias en cualquier momento y circunstancia, imaginen lo crucial que su labor resulta en estos tiempos que vivimos, cuando es más importante que nunca localizar y llegar a las familias que lo necesitan, a los más “desconectados” del sistema. Son muchos los niños y los adolescentes vulnerables y necesitados de refuerzo académico que dependen hoy de fundaciones que pueden hacer mejor que nadie de enlace entre el sistema educativo y las familias desfavorecidas.

La sociedad española está siendo severamente castigada por la pandemia y ahora es más necesaria que nunca una respuesta desde todos los instrumentos de los que disponemos. El sector fundacional español tiene conocimiento, experiencia, capacidad y una gran vocación de servicio, siendo por tanto un agente fundamental en esta recuperación y reconstrucción de nuestro país.