Data: 02/07/2020
Iturria : Plataforma del Voluntariado de España
Iturrira sartu

Patricia Bezunartea, directora general de Diversidad familiar y Servicios Sociales

Patricia Bezunartea es trabajadora social. Ha desarrollado gran parte de su profesión en el tercer sector, con cargos en Rais Fundación, EAPN o Fundación Secretariado Gitano, entre otras. Ha sido responsable de Servicios Sociales en un ayuntamiento y actualmente es directora general de Diversidad familiar y Servicios Sociales en el Gobierno de España.

Apenas le dio tiempo a incorporarse, ya que su nombramiento fue el 12 de marzo y el 14 se decretó el Estado de alarma por el coronavirus. Estos meses su trabajo ha sido una carrera de fondo.

Las entidades sociales y el voluntariado forman parte de uno de los ejes de este organismo y queremos profundizar con ella sobre el papel que ha jugado la solidaridad en esta crisis de la COVID-19. Así como los valores y problemas que afrontan las ONG.

Lo hacemos en este número 100 del periódico del Voluntariado, que se hace eco de las noticias del tercer sector y la acción voluntaria. Una fecha muy especial que consolida este periódico digital como referente de las noticias más sociales.

¿Qué aspectos  se trabajan en la Dirección General de Diversidad Familiar y Servicios Sociales? 

En la dirección general hay tres subdirecciones: una de programas sociales, que lleva todo lo que tiene que ver con la política social, las estrategias, exclusión social, sinhogarismo, la población gitana, la estrategia europea relacionada con pobreza, etcétera. Otra es la dedicada a diversidad familiar, con programas sobre familia y relacionada con infancia y adolescencia. Y la tercera subdirección es la de Tercer Sector y voluntariado, con la relación institucional con las entidades, toda la financiación y subvenciones. Serían los tres ejes de esta dirección general. Es un área muy necesaria porque la política social es uno de los pilares de la política de un Gobierno.

Además, lo que hemos vivido en estos tres últimos meses muestra que cuando hablamos del bienestar de las personas pensamos en cosas como Sanidad, Educación, Economía… pero también estamos hablando de Servicios Sociales. Esto es un aspecto que tiene muchísima importancia. Uno de los factores por los que se diferencian las democracias consolidadas de otros tipos de regímenes es por la atención que se da a toda la ciudadanía, basada en derechos. Hay una Constitución que recoge una serie de derechos y debe haber un espacio desde donde se vele por los de las personas más vulnerables o aquellas que tienen menos oportunidades. Deben elaborarse políticas que permitan igualdad de oportunidades.

También trabajamos los servicios sociales públicos. Aunque son de competencia autonómica, como muchas otras cuestiones en el Estado español, hay una mirada global que debe existir para que no haya diferencias, o las mínimas posibles. Ese es el sentido que yo le veo a una Dirección General como esta.

Parece que las hay, que la  COVID-19 ha dejado al descubierto realidades que apenas eran visibles…  

 Yo creo que sí eran visibles, para una parte de la sociedad, para quien quería mirar. Por ejemplo desde las entidades del Tercer Sector, el voluntariado que trabaja con las personas y los Servicios Sociales públicos. En todos los ámbitos en los que se estaba cerca de esa realidad eso era visible.

Pasamos una crisis muy importante en 2007-2008 que dejó unas consecuencias sociales mucho mayores de las que la propia sociedad era consciente. La recuperación ha sido muy selectiva, ha habido algunas mejoras pero las grandes bolsas de pobreza han seguido, y han aumentado. No hay más que ver el objetivo de Europa 2020 de reducir la pobreza y en España no lo hemos conseguido sino que ha aumentado.

Veníamos ya de una realidad que no se veía lo suficiente, pero que estaba ahí. Con la crisis de la COVID-19 se ha dejado en evidencia la parte más dura de la realidad y es que muchas familias vivían una situación precaria, a lo mejor no de extrema pobreza pero que en cuanto pasara cualquier cosa no se podían sostener y es precisamente lo que ha pasado. Han surgido situaciones muy visibles

¿Sacamos algo bueno como sociedad de esta crisis?

Aunque la situación ha sido una desgracia, creo que es una oportunidad, porque lo primero para cambiar las cosas es tomar conciencia y la toma de conciencia ha sido evidente. Lo que esto nos deja de positivo es que no podemos volver a lo mismo sino que debe ser un momento de reflexión, de transformación hacia lo que queremos. Cuando hablo con las ONG, con gente de los servicios públicos, toda la gente dice que este sistema no se sostiene, lo que pasa que la tradición ha hecho que siga funcionando durante mucho tiempo. Yo espero que sea una oportunidad para hacernos este tipo de planteamientos, sobre qué sistema queremos y trabajar para ello. Ya veremos donde llegamos, no se pueden transformar las cosas de un día para otro pero creo que es una oportunidad.

¿Cómo valora el papel de las ONG en esta crisis?

Yo creo que el papel de las ONG ha sido muy importante, han hecho un esfuerzo muy importante en el ámbito en que cada una de ellas estaba actuando. Lo que pasa que, como ha pasado con los servicios públicos, la crisis ha adquirido una dimensión para la que no estábamos preparados. No teníamos ni planes de contingencia ni nada que se le pareciera, no nos cabía en la cabeza que una cosa así pudiera pasar y la magnitud de la demanda ha sido muy importante.

Creo que ha habido mucha disposición, las ONG han estado cubriendo una parte a la que objetivamente los servicios públicos no han podido llegar y yo creo que, entre todos, y con una serie de decisiones que ha tomado el Gobierno relacionadas con el empleo, con la protección a las personas, con fondos extraordinarios, con todo eso hemos hecho que a pesar de que esta crisis del coronavirus ha tenido unas consecuencias devastadoras, no hayan sido muchísimo peores. Yo desde luego destacaría el papel de las organizaciones sociales, han estado a la altura, se han implicado y han trabajado para paliar de alguna manera el efecto tan masivo que ha supuesto esta crisis.

¿Cree que esta pandemia ha marcado un antes y un después para las organizaciones sociales?

Yo creo que debe marcar un antes y un después para todos. Creo que hay que hacer replanteamiento de muchas cosas, hay situaciones tanto en el tercer sector como en los servicios públicos que veníamos arrastrando de hace muchos años y esta crisis ha puesto encima de la mesa las carencias también de determinados modelos de trabajo y atención. Por ejemplo, ha sido muy evidente en el tema de las residencias, por ejemplo, o en otros ámbitos.

Esta crisis ha tenido una parte negativa, de repente encontrarnos con una situación de este calibre y darnos cuenta además de que no era infalible, por ejemplo, el sistema sanitario. Siempre se dice que es un sistema eficaz, uno de los mejores del mundo (yo creo que lo es), pero ha tenido muchas dificultades para gestionar todo esto. Imagina un sistema social, que nunca he estado en su momento, nunca ha estado plenamente desarrollado. Hay que replantear el sistema. Hay una gran parte de las entidades del tercer sector  que aportan mucho a las políticas sociales, desde su reflexión, desde su actuación, de su acción cotidiana y creo que también es muy importante ponerlo en valor. Es un sector muy importante, pero hay que terminar de definir ese espacio que se quiere ocupar y trabajar para para ello.

En su opinión ¿Cuál es el principal problema de las ONG en esta etapa, a corto y medio plazo?

Yo creo que el marco de trabajo de las ONG no está suficientemente desarrollado, maduro. Responde a lo que comentaba antes de sistemas que han venido funcionando pero no han terminado de definirse. Se ha trabajado resolviendo un problema  que surge, y es necesaria una mirada a medio y largo plazo. Las ONG tienen un campo de trabajo importantísimo. La sociedad civil organizada es una parte del sistema democrático fundamental, pero hay que buscar ese sitio y lo tiene que buscar tanto las ONG como la sociedad, definir qué es lo que se quiere.

A las ONG en España les queda todavía que la sociedad se implique realmente, que no sea solo el trabajo de un grupo de personas que se juntan y del Estado que apoya o complementa. La sociedad en su conjunto debe responsabilizarse de su sector civil organizado. Otros países tienen modelos en los que la ciudadanía se implica incluso económicamente con estas entidades, participan en su dinámica. En este sentido el tercer sector tiene aún un recorrido que hacer.

Eso influye en aspectos como la financiación, por ejemplo…

En cuanto a la dependencia de la financiación, que la sociedad no se implique tanto, habría que tener en cuenta que un tercer sector fuerte, respaldado por una parte importante de la sociedad tendría otro posicionamiento también con respecto a las estructuras del Estado. Se está como en una doble situación que a veces es difícil manejar, de depender de la financiación estatal, de subvenciones y, por otro lado, ser parte de la sociedad civil, que una de sus funciones es controlar también y auditar la política social. Hacer propuestas, poder criticar.

A mí me gustaría que hubiera un apoyo social muchísimo mayor a las ONG y que estas pudieran tener más ese papel de reclamar, proponer, y supervisar y auditar la política social. Creo que es verdad que se depende demasiado de la financiación pública. Financiación pública que por otro lado va más dirigida al desarrollo de acciones, de proyectos, de programas y servicios. Pero las ONG tienen otra función que tienen que ver con incidencia social, incluso con denuncia y eso es más difícil de financiar.

Por eso digo que las ONG deberían tener más capacidad para generar fondos que seguramente tienen que ver con la implicación de la sociedad, para poder desarrollar este tipo de políticas porque si no hay una pata que cojea. Lo público es de toda la sociedad, la financiación pública claro que tiene que apoyar al tercer sector, pero este se fortalece mucho más si tuviera un respaldo social más importante. Es un ámbito de mejora para las entidades.

Ha trabajado con Rais Fundación, Fundación Secretariado Gitano y EAPN…. tiene usted un buen conocimiento del Tercer Sector.

Sí, llevo ya varios años trabajando en el sector público pero la mayor parte de mi trayectoria profesional ha sido en el tercer sector, es ahí donde he aprendido todo lo que tiene que ver con lo social. He aprendido mucho, es un espacio muy interesante. En estas entidades se trabaja más con colectivos específicos, salvo en plataformas o entidades generalistas, y es muy interesante profundizar y conocer a fondo las dificultades de algunos colectivos, haber investigado, que eso es algo que cuesta mucho en la administración pública. Ha sido una etapa de mi vida profesional muy fructífera.

 ¿Qué papel juega en una sociedad la solidaridad? ¿Tiene sentido para su Gobierno potenciar el voluntariado?

Claro, yo creo que el voluntariado es una manera muy oportuna de participar en la sociedad. A mí me parece importantísimo. Creo que es muy significativo para la madurez de la sociedad y que tiene todo el sentido. Pero creo que habría que darle una vuelta al sentido que tiene la acción voluntaria, de qué manera desarrolla, se presta, y reflexionar sobre qué papel juega el voluntariado. Porque siempre ha habido esa polémica sobre voluntariado frente a personal contratado. Haría falta delimitar esto mucho más y que no se den situaciones de que tengas que estar como voluntario porque no te contraten.

El voluntariado es una manera de participar de una sociedad civil madura. Podemos dar dinero para una causa que nos parezca justa, pero el voluntariado va más allá, como ciudadanía podemos aportar nuestro tiempo y eso es esencial. Luego cada uno aportará allí donde crea, en temas ambientales, sociales, culturales…El voluntariado es esencial, no solamente como sociedad, sino como desarrollo personal. Creo que es muy importante ser útil a los demás y sentirte útil. Todos los seres humanos queremos que lo que hagamos tenga un sentido y el voluntariado es eso.

 ¿Ha hecho alguna vez voluntariado?

Sí, de hecho el voluntariado condicionó mi carrera y mi futuro profesional. Yo estudiaba Filología Hispánica y fue precisamente el voluntariado lo que me hizo cambiar. Hace unos 30 años yo era voluntaria en una escuela de alfabetización de personas adultas, y eso para mí fue un antes y un después. Entré en contacto con lo social, con personas con dificultades, con esa faceta de la sociedad más vulnerable. Hice Filología Hispánica y luego Trabajo social y a ello me dediqué.

También he hecho voluntariado con personas con discapacidad, para acompañamiento. Me aporta muchísimo. Yo soy trabajadora social, trabajé en intervención directa pero después fui pasando a departamentos de gestión y necesitaba el contacto directo con la gente. Estuve buscando cómo compaginarlo con mi trabajo y también mis circunstancias familiares y encontré una causa con la que poder comprometerme. Es algo muy bonito.