Fecha: 12/01/2024
Fuente: COPE
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En España 4,5 millones y medio de personas hacen voluntariado. Es el 11 por ciento de la población de más de 14 años y la mayoría se compromete en proyectos sociales y educativos. Entre los propósitos de nuevo año podemos incluir el ser más solidarios, una labor que ha aumentado drásticamente en los últimos meses, salvo en los jóvenes, y que es un buen indicador de la salud social de un país.

Asunción Corral está jubilada y acompaña desde hace 8 años a jóvenes tutelados con discapacidad intelectual en Zaragoza: ”una parte de mi tiempo se lo dedico a ellos. A mí no me cuesta nada y yo creo que es muy importante, eso es también lo que me dicen los chavales. Ser voluntaria me aporta sobre todo eso sentir que estoy dedicando mi tiempo a algo importante”.

Gracias a esta labor que lleva a cabo junto a su marido Pablo en la Fundación Aragonesa Tutelar https://fundat.es/ y en Atades https://www.atades.org/ que atiende a más de 3.000 usuarios, Alba forma parte de su familia. Comenzaron su acompañamiento cuando al cumplir los 18 años la cambiaron de residencia y necesitó apoyo para aprender a desplazarse de forma autónoma desde allí a su centro de estudios.

“Nos ofrecimos, empezamos a hacer los trayectos con ella y contribuimos a que fuera autónoma. Conoce a nuestros dos hijos que ya están emancipados. Ha dormido en casa, vamos juntos al cine o a tomar una hamburguesa. También ha venido de vacaciones y casi todos los sábados vamos juntos a desayunar, damos juntos una vueltica. Es de la familia”, señala Corral que tiene 66 años.

Para ella se trata de una labor satisfactoria por los lazos que se crean entre los voluntarios y con los beneficiarios: “parece tan sencillo y, sin embargo, tiene importancia porque a mí también me gusta que me tengan en cuenta. Compartir o intercambiar cada día algún mensaje para desear un buen día o para felicitar a alguien por algo es sencillo y sin embargo sabemos que están ahí y ellos saben que nosotros estamos aquí”.

“No tenemos un horario fijo. Tenemos un grupo con nuestros coordinadores y por ahí consultan quien puede hacer un acompañamiento al médico o cualquier otra necesidad que haya y se ofrecer a ir quien pueda en ese momento. También hay actividades para las que necesitan varios voluntarios. Pasamos muy buenos ratos y yo desde luego voy a continuar este año con mi labor”, afirma Corral.

Mujer con una edad de entre 45 y 54 años que colabora con una causa social desde hace más de 5 años, con nivel educativo alto y nivel de vida medio o alto que vive junto a otra persona y sin menores ni personas dependientes a su cargo es el perfil mayoritario en nuestro país, según refleja el último informe del Observatorio del Voluntariado publicado el pasado diciembre por la Plataforma del Voluntariado de España https://plataformavoluntariado.org/.

Destacan la feminización de esta actividad con casi el 60 por ciento de mujeres entre quienes ejercen esta labor solidaria; casi uno de cada 10 voluntarios tienen discapacidad y aunque en torno a un millón de jóvenes se implican en proyectos para ayudar a los demás, la cifra ha caído en el último año cerca del 2 por ciento.

“Haría falta una fidelización mayor. Vemos que en las personas más mayores si hay continuidad porque hacer voluntariado forma parte de sus vidas mientras que en los jóvenes hace falta consolidar la acción solidaria más allá de la que se impulsa desde las universidades”, explica a COPE la directora de la Plataforma del Voluntariado de España Mar Amate.

Belén Mollinedo tiene 17 años y estudia el Bachillerato Internacional en Madrid que dentro programa extra académico para el crecimiento personal incluye una parte solidaria que llaman CAS por “creatividad, actividad y servicio” que incluye llevar a cabo un voluntariado, acción social o, en definitiva, algún proyecto de ayuda a los demás y después presentar una reflexión sobre lo que ha implicado. Dando clases a niños en una parroquia cercana a su casa ha descubierto su vocación: “me he dado cuenta de que me apasiona la enseñanza y que es algo que quiero hacer en mi vida profesional, me ha cambiado como persona”.

Para Pia Bennasar que también está en el último curso de bachillerato ayudar a familias y niños vulnerables con la Fundación Altius entre otros proyectos solidarios ha sido fundamental: “deberían promoverlo más en los institutos porque solo probarlo te ayuda a ver otras realidades y al final es adictivo, una vez que empiezas ya no paras. Yo lo recomiendo un montón”.

“Creo que si no te lo fomentan tus padres en casa o desde el centro escolar es difícil que te surja el irte un viernes por la tarde o levantarte pronto el sábado para ir a ayudar. Le agradezco particularmente a mi madre que me animara a ayudar con proyectos que le iban proponiendo abiertos a la participación de adolescentes porque por mi cuenta lo más seguro es que no me hubiera planteado ser voluntaria y gracias a ella es algo que he podido hacer desde los 14 años”, añade.

Y es que, a juicio de Amate, “la solidaridad y la empatía deben trabajarse desde la infancia en la que se construyen las bases de los voluntarios del futuro, una labor de la que todos nos enriquecemos ya sea recibiendo la ayuda u ofreciéndola a los demás. Supone relacionarse con otras personas y contextos diferentes a los nuestros, un compromiso que es también participación y prueba de salud social aunque nunca sea suficiente, por desgracia, debido a todas las necesidades que hay”.