Fecha: 24/04/2022
Fuente: Diario Vasco
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Quizás se haya sentado a su lado en un restaurante y ni siquiera se percató de su presencia. A simple vista, son comensales como los demás: les dan una mesa, eligen los platos, comen y se marchan. Pero, a diferencia del resto de clientes del establecimiento, ellos no tienen una casa a la que regresar cuando cae la noche.

Son los beneficiarios del programa Otorduak (Comidas) del Ayuntamiento, una iniciativa pionera en el País Vasco que ofrece comida y cena a personas sin hogar gracias a la colaboración de los hosteleros de la ciudad.

La idea surgió durante el confinamiento, cuando en el Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS) se vio que había gente que llegaba con hambre de varios días. Los bares estaban cerrados y muchos no encontraban la forma de conseguir algo que llevarse a la boca. El departamento de Acción Social empezó a trabajar en el desarrollo del proyecto en octubre de ese mismo año y para julio de 2021 ya estaba en marcha. «El objetivo es que personas que están en situación de calle, que tienen arraigo –es decir, intención de quedarse en el municipio– y que no reciben ningún tipo de ayuda, ni económica ni en especie, puedan disfrutar de al menos una comida caliente al día», explica la concejala del PNV Aitziber San Román.

A los usuarios se les entrega una tarjeta identificativa con una validez de seis meses que deben mostrar en los establecimientos hosteleros participantes, que superan la docena, si bien por lo general tienen asignados uno o varios concretos. El menú consiste en dos primeros, dos segundos y dos postres a elegir. No se sirve alcohol y tiene que haber una carne que no sea cerdo, prohibido para los musulmanes. También se les entrega una bolsa para la cena, que puede contener un bocadillo o un túper.

Entre las condiciones que se exigen a los beneficiarios figura que tengan habilidades sociales suficientes para comer en un local abierto al público. Los bares y restaurantes adheridos están diseminados por el Centro, Gros, Amara y otros barrios y cobran a final del mes del Ayuntamiento por los servicios prestados.

La discreción es uno de los secretos del éxito del programa. «La persona llega al restaurante, se sienta, pide la comida, se la come y se marcha, como cualquier otro comensal. La intención no es que entren subrepticiamente o a escondidas, sino que se integren y puedan hablar con otros clientes si van siempre al mismo bar. Así socializan», subraya San Román, quien cifra en 53 los usuarios actuales.

De catorce nacionalidades

Los beneficiarios proceden de catorce países distintos y la nacionalidad que más se repite es la marroquí con un total de 30 personas, lo que supone el 56,6% del total. Le siguen la argelina, con 6 personas (11,32%), y la senegalesa, con 3 (5,6%). También hay dos ecuatorianos, dos tunecinos y dos españoles, entre otros.

En cuanto al sexo, todos son hombres excepto una mujer que es pareja de uno de los participantes del programa. La media de edad es de 31,47 años. La persona de mayor edad tiene 67 años y la de menor, 20. En la franja de 20 a 25 años es la que concentra la mayor parte de los usuarios (22), un 37,7% del total, seguida de la franja de 26 a 30 años, con 10 (18,8%).

La delegada de Acción Social hace un balance «muy satisfactorio» de estos nueve meses de funcionamiento de Otorduak. «No hemos tenido ninguna queja. Algún hostelero al principio les sentaba aparte, pero el problema se solventó. De hecho, algún establecimiento incluso ha pedido disponer de más plazas, que ahora son cuatro por local. Los bares que se han descolgado ha sido porque no les iba gente», cuenta.

San Román señala que la decisión de impulsar este proyecto y el formato elegido fueron fruto de un largo proceso de reflexión y análisis. «Esa idea de comedores sociales amplios donde la gente va no nos gustaba porque la manera de atender las necesidades marca un camino y, de alguna forma, puede condicionar la integración en la sociedad de esa persona. Nos parecía bastante más natural contar con una serie de bares y restaurantes a los que la gente, en grupos pequeños de amigos, entre una y cuatro personas, pudieran ir y comer rodeados de clientes», apunta.

El Ayuntamiento invirtió en 2021 37.470 euros en este proyecto, cifra que representa un 7% del dinero total destinado a alimentación de familias necesitadas a través de ayudas como AES o APTC y otros planes de reparto de comida, que el pasado año ascendió a 517.067 euros.

«Estamos dispuestos a continuar con Otorduak. Teníamos en mente poner en marcha algún otro sistema, pero con este programa más las ayudas económicas que concede el consistorio –que hay que ponerlas en valor– cubrimos las necesidades de más de un millar de familias donostiarras», afirma la edil jeltzale, al tiempo que recuerda que «lo más digno es que la gente se compre lo que quiera comer».