Data: 20/11/2020
Iturria : Nueva Tribuna
Iturrira sartu

Se debe superar la Covid-19 desde un punto de vista sanitario, pero debemos también superar las consecuencias sociales y económicas que se concentran entre la población más vulnerable.

Estamos viviendo momentos con muchas contradicciones: igual nos dejamos arrastrar por la euforia tecnocientífica, como nos hundimos en el desconcierto de una sociedad sin valores y sin norte. Parece como si nos invadiera una incapacidad innovadora ante los retos planteados por los nuevos escenarios. Y uno de los retos a superar -en línea con los Objetivos 2030– es conseguir un orden social sin exclusiones, basado en un proyecto político participativo, a través del cual la ciudadanía organizada crea su visión de una sociedad inteligente, inclusiva e inteligible. Pero es imposible conseguir una estrategia transformadora de la nueva política en este mundo globalizado sin innovación social, sin construir nuevas soluciones a las transformaciones históricas que estamos viviendo que posibiliten una nueva forma de pensar, de organizarnos y de actuar.

La construcción de una nueva identidad social, requiere de una nueva gobernanza, entendida como la incorporación a la gestión de los poderes públicos y a los procesos de toma de decisión de los gobiernos, de los principios de apertura, participación y responsabilidad; superando las formas de coordinación que conocemos y los modos en que tradicionalmente se ha movido la información y la toma de decisiones. Una nueva identidad social para acceder a nuevos espacios de participación que la política tradicional ha ido abandonando por su burocratización y distanciamiento al cerrar las instituciones a la exclusividad de la democracia representativa.

La ciudadanía organizada a través de las entidades sociales debe transitar por la política, las instituciones, la economía y por todos los ámbitos de la sociedad con capacidad de acción. Es la forma de desarrollar el compromiso participativo que inyecta nueva energía a las instituciones anquilosadas en el siglo pasado. Luchar por sistemas más sociales y comprometidos con la integración y la cohesión es tan importante como luchar por las personas en sus muy diversas problemáticas. Las ONG tienen que desarrollar ese equilibrio entre las dos vertientes para avanzar e ir dejando atrás la visión individualista de la política y de la sociedad. Los sistemas democráticos tienen que adaptarse y abrirse a las nuevas fuentes de solidaridad, caminando hacia una dimensión comunitaria y del bien común para preparar una democracia abierta y eficiente.

Una nueva Gobernanza construida sobre la necesaria responsabilidad pública de la planificación estratégica y de la financiación de las políticas sociales, garantizando la participación y la implicación de otros actores sociales.

La ciudadanía organizada a través de entidades del tercer sector de acción social, actúan y deben participar de forma coadyuvante con la Administración Pública a nivel europeo, estatal, regional y local, en el diagnóstico de necesidades, la planificación, implementación, seguimiento y evaluación de las políticas sociales  que forman parte del sistema público de servicios sociales, educativos, sanitarios, de vivienda y de empleo.

En la medida en que se consigan estos objetivos, las sociedades estarán gobernadas por sistemas de participación colectiva, muy dinamizadas por las ONG, con un ejercicio permanente del Derecho a Saber, en conexión estrecha con el Derecho a Entender. Necesitamos que la ciudadanía se incorpore activamente y que las ONG dinamicen a la ciudadanía para que se impulse la solidaridad, la cohesión social y la inclusión. Sin olvidar que en un mundo globalizado esa corriente de solidaridad tiene que estar presente en los compromisos y en el gobierno de las instituciones internacionales, en especial en el área de la UE.

Esa es la fortaleza de la ciudadanía, para que cuando por los azares de la vida llegue un mal gobernante, pueda ser detectado y se puedan remover por los mecanismos constitucionales previstos para su rechazo. Mientras esto no se logre el lawfare nos estará persiguiendo, convirtiendo el sistema en una selva destructiva a la caza y captura de cualquier disidencia frente a los poderes fácticos. La solidaridad y el compromiso nos tiene que sacar de la pasividad y la falta de iniciativas.

La identidad social no es una sofisticación, es un medio para conocernos mejor y protegernos de riesgos futuros. En la búsqueda de formas de identificación, en las nuevas formas de gobernanza, los sistemas sociales tienen que defendernos frente a los egoísmos individuales. Es un autocontrol para que nuestros propios errores, o incluso una circunstancial maldad, pueda ser controlada y detectada a tiempo, para evitar el daño. Aquí juega un papel esencial la transparencia, la ética y la eficacia del sistema. Un paso más en ese sentido es la cooperación en la lógica social democrática y la inclusividad de los sistemas, para que las sociedades no fracasen y sus sistemas sean integradores, como aconsejan Acemoglou y Robinson.

Las ONG organizadas en grandes plataformas de coordinación, como la Plataforma del Tercer Sector de Acción Social o la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social son actores esenciales en el abordaje de las consecuencias sociales y económicas de la Covid-19, debiendo ser reconocidas y consultadas en el desarrollo del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España. La reconstrucción social y económica de los países afectados debe hacerse desde una respuesta comunitaria, y las ONG a través de sus estructuras de coordinación pueden y deben aportar soluciones, articuladas en grandes proyectos de país.

Vivimos en una sociedad descompuesta por un virus que nos ha dejado descolocados, pero es la hora de reaccionar. No solo serán las vacunas las que solucionen el problema, que también. Necesitamos ideas, iniciativas y nuevas alianzas que nos permitan no solo reconstruir esta nueva sociedad, sino también redefinirla y reorientarla, de forma que pueda resurgir con más fuerza, con mayores niveles de cohesión social, más inclusiva y participativa, en definitiva, pensando y actuando de otra forma para no repetir los errores del pasado.

Se debe superar la Covid-19 desde un punto de vista sanitario, pero debemos también superar las consecuencias sociales y económicas que se concentran entre la población más vulnerable, superando la descomposición social resultante y los bajos índices de cohesión social existentes en nuestro país como demuestra la investigación de Ipsos, la cual acredita que la población española, como consecuencia de la Covid-19, se vuelve menos social y más individualista,  solo un 24% cree que tiene una responsabilidad hacia otros ciudadanos/as.

Para ello debemos fortalecer nuestras debilidades democráticas: impulsando la innovación en todo el sistema económico y de servicios públicos, construyendo nuevas alianzas entre actores diversos, impulsando la coordinación entre las políticas sanitarias, de empleo, educativas y sociales, incorporando a toda la sociedad en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, redefiniendo los servicios públicos con mayor participación de la sociedad civil organizada, otorgando y reconociendo a las ONG su papel esencial, construyendo un nuevo marco de relaciones con las administraciones públicas, estando a la altura de los nuevos retos sociales. Necesitamos unas ONG dinamizadoras de un sistema que se ha debilitado por una constante huida de una sociedad que corre el riesgo de ser dominada por un deseo de olvido y desinterés por las desigualdades y las injusticias que el modelo de crecimiento y desarrollo esta generando.

Eric Vuillard, en La guerra de los pobres, nos describe el espíritu que animó aquellos valientes a interpelarse y comprender la realidad. Ayer como hoy a la ciudadanía perpleja que no entiende lo que pasa no se le puede pedir que viva aceptando el anacrónico mensaje de que todo será mejor en la otra vida. Tenemos que reivindicar con convicción, como en su día nos enseñó Luther King: ¡queremos todos nuestros derechos, y los queremos ahora! Porque deseamos una sociedad sin desigualdades en esta Tierra y el rol de las ONG para este objetivo es esencial porque aportan ese valor desconocido y olvidado de la solidaridad.


José Molina Molina. Expresidente del Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia. Miembro de Economistas Frente a la Crisis

Juan Antonio Segura Lucas. Director General de Fundación Cepaim. Miembro de la Comisión Permanente de EAPN España.